En el año que acaba de concluir, América Latina registró una tasa de crecimiento económico de apenas 0.9% (ver tabla), la más baja de los últimos 14 años.2 Si bien la región es bastante heterogénea, este magro desempeño es producto de la desaceleración pronunciada que han registrado la mayoría de las economías de América del Sur y el bajo crecimiento que siguieron experimentando las de México, Centroamérica y el Caribe. La desaceleración en América del Sur se explica por varios factores, entre los que destacan el ajuste a la baja del precio de las materias primas, las restricciones de oferta presentes en varios países asociadas al rápido crecimiento registrado en años pasados y la incertidumbre ocasionada por cambios de políticas, y por el debate en torno a algunas reformas estructurales importantes en algunos países. Asimismo, las economías de Venezuela y Argentina experimentaron fuertes restricciones en sus balanzas de pagos, lo cual, junto con el desarrollo de desbalances domésticos, generó una inflación elevada y una caída del producto. Dentro de este contexto regional poco alentador, Colombia siguió creciendo a una tasa elevada (4.8%) y Panamá fue el país más dinámico de la región con una tasa de crecimiento de 6%. En cuanto a los componentes de la demanda agregada, sobresalen las reducciones muy importantes en las tasas de crecimiento de las exportaciones y de la inversión en casi todos los países. La evolución de los sectores de materias primas fueron determinantes en estos procesos.
Para 2015 se espera que el entorno internacional siga siendo negativo para la mayoría de las economías de América Latina, por lo que el crecimiento seguirá siendo bajo
Para 2015 se espera que el entorno internacional siga siendo negativo para la mayoría de las economías de América Latina, por lo que el crecimiento seguirá siendo bajo (ver tabla). Por un lado, se anticipa que los precios de las principales materias primas continúen descendiendo y que comience el proceso de normalización de las tasas de política monetaria en Estados Unidos. Este proceso se reflejará en mayores tasas de interés domésticas y muy probablemente genere cierta volatilidad en los mercados locales, afectando en alguna medida la inversión en la región. Por otra parte, el mayor dinamismo proyectado en Estados Unidos es un factor positivo para las exportaciones, las remesas y el turismo en estos países.
¿Cuál es el balance para la zona de esta combinación de factores? Para la región en su conjunto, este escenario externo es claramente negativo, ya que el efecto ingreso ligado a la caída del precio de las materias primas es muy superior al generado por la aceleración del crecimiento en Estado Unidos. Sin embargo, la distribución de estos efectos es muy heterogénea a lo largo de la región. Mientras que México, Centroamérica y el Caribe se benefician de manera importante por la recuperación en Estados Unidos —y no son exportadores netos de materias primas—, en las economías de América del Sur ocurre lo contrario. Por lo tanto, esperaríamos un impacto positivo para el primer grupo de países y negativo para el segundo.
Dentro de este panorama general, durante 2015 se irán aclarando ciertas incertidumbres acerca del proceso de crecimiento que la región experimentará en los próximos cinco años. A continuación se describen estas interrogantes:
1. ¿El mayor dinamismo de Estados Unidos se verá reflejado en un desempeño más dinámico de México, Centroamérica y el Caribe? Este grupo de países es el que está mejor posicionado para aprovechar la aceleración del crecimiento en Estados Unidos. Si bien ya se perciben mejoras en el desempeño de las remesas, el turismo y las exportaciones, esto no se ha reflejado aún en un mayor consumo ni inversión y, sobre todo, en un aumento del crecimiento del producto y el empleo. Asimismo, la fuerte caída observada recientemente en el precio del petróleo genera un ahorro considerable para estas economías, y debería estimular el consumo, reducir el déficit de la cuenta corriente y mejorar las finanzas públicas. En el caso de algunas economías de América Central y el Caribe, la falta de dinamismo puede explicarse por la elevada incertidumbre asociada a la débil situación fiscal que podría estar contrarrestando los efectos positivos del empuje de la economía de Estados Unidos. En el caso de México, algunos factores domésticos, como los problemas del sector de la construcción, el retraso exhibido por el gasto público en 2013 y la incertidumbre asociada al proceso de reformas estructurales en curso pueden haber retrasado estos efectos. Se espera que en 2015, una vez disipados estos factores adversos, la economía mexicana ingrese en una senda de crecimiento más robusto.
2. ¿Podrá Brasil romper la situación actual de crecimiento económico nulo, presiones inflacionarias y debilidad de la inversión? Luego de crecer a un ritmo acelerado en el periodo 2004-2010, en los últimos años la economía de Brasil se ha visto atrapada en un escenario de debilidad económica, presiones inflacionarias y un incremento relativo en sus indicadores de riesgo del país. De acuerdo con los anuncios realizados por el nuevo equipo económico, el país deberá atravesar un ajuste fiscal y monetario importante para restablecer los equilibrios internos que permitan reducir las tasas de interés, realinear los precios relativos, impulsar la inversión y, gradualmente, retomar una senda de crecimiento más dinámica y sostenible. Todo esto en un contexto internacional y regional complicado. Por lo tanto, se espera que el 2015 continúe siendo un año de crecimiento muy bajo pero en el que, a su vez, se comiencen a sentar las bases de una recuperación de la inversión y de las exportaciones que permitan restablecer un proceso de crecimiento más dinámico a partir de 2016.
3. Después de una desaceleración más pronunciada que lo anticipado, ¿podrán Chile y Perú regresar rápidamente a su tasa potencial de crecimiento? Si bien estas dos economías se han visto afectadas por la caída de ingresos asociada a la reducción del precio de los metales y a la subsecuente desaceleración de la inversión en el sector minero, con el paso del tiempo el menor dinamismo ha ido contaminando la inversión en otros sectores y el consumo. Así, para 2015 se espera que las depreciaciones que han registrado las monedas de estos países, los impulsos fiscales puestos en marcha y, en el caso de Chile, la reducción de la incertidumbre asociada a la discusión de la reforma fiscal, lideren la recuperación del crecimiento. Si bien se espera una aceleración en ambos casos, el crecimiento seguirá siendo menor al registrado en 2013, y la pregunta sobre la revisión a la baja de su crecimiento potencial es cada vez más relevante.
4. ¿Cómo sobrellevarán las economías de Argentina y Venezuela el deterioro del entorno internacional? Estas dos economías presentan altas de inflación (de las mayores a nivel mundial), fuertes controles de cambios, caídas en la actividad económica, amplios déficits fiscales y reducido acceso a los mercados internacionales de capital. En ambos casos se espera una nueva caída del nivel de actividad y una aceleración de la inflación en 2015. En el caso de Venezuela, la fuerte caída del precio del petróleo ha puesto a esta economía en una situación crítica y parece casi imposible que se pueda evitar un ajuste de magnitud considerable del gasto para compensar la caída en el ingreso proveniente del petróleo. La única duda en este momento parecería girar en torno a si este proceso será ordenando o caótico. En el caso de Argentina, las expectativas de los principales analistas son de un deterioro continuo, aunque sin un desenlace necesariamente crítico.
5. La súbita caída en el precio del petróleo representa un fenómeno adicional para la región, con efectos muy diferenciados para las economías exportadoras y las importadoras netas de esta materia prima. En el primer grupo destacan Venezuela y Ecuador, seguidas por Colombia y México con un nivel de exportaciones netas menor. El resto de los países son importadores netos de crudo y, por ende, se beneficiarán de esta situación. Para el caso de Venezuela, por cada 10 dólares que cae el precio del barril de petróleo, se pierde aproximadamente el equivalente a 2.1% del producto en términos netos. Los números equivalentes son 0.7% del producto para Ecuador y Colombia, y 0.1% para México. Por otro lado, el resto de las economías se beneficiará con una reducción en la factura petrolera neta que oscila entre 0.3% del PIB para el promedio del resto de América del Sur, 0.6% para América Central, y 0.8% para el Caribe. En Argentina, Brasil y México la historia es más complicada, ya que, si bien en el corto plazo pueden verse beneficiados por la caída de precios —o, en el caso de México, sentir un impacto negativo bajo—, estos tres países cuentan con importantes proyectos energéticos que implican que en el largo plazo estas economías podrían ser exportadoras netas de petróleo y, por lo tanto, la gran pregunta es cómo se verán afectados estos proyectos, tanto en términos de su magnitud como de la velocidad de implementación.
6. La normalización de la política monetaria en Estados Unidos y sus efectos en América Latina. En 2015 muy probablemente comenzará en Estados Unidos el proceso de incremento de tasas de interés de política más anunciado en la historia. Por ello, no deberíamos esperar grandes efectos, más allá de las implicaciones del incremento gradual a lo largo de un periodo de varios años de las tasas de interés de corto y largo plazo, lo que encarecerá el financiamiento e impactará las decisiones de inversión y consumo. Sin embargo, los mercados financieros pueden haber acumulado vulnerabilidades importantes, con aumento de precios de algunos activos no sustentados por fundamentos, por lo que el comienzo del ajuste monetario podría representar el gatillo para el ajuste de dichos precios. De ser así, la normalización monetaria podría estar acompañada de episodios de importante volatilidad en los mercados financieros, lo cual afectaría a las economías de la región.
¿Cuáles serían, en este contexto, las más afectadas? Si tomamos el episodio del verano del 2013 como referencia, podemos señalar que en un inicio casi todos los mercados se verían impactados, con mayores movimientos en aquellos con una mayor presencia de inversionistas extranjeros o cuyas economías presentan vulnerabilidades importantes. Sin embargo, a mediano plazo las economías más afectadas fueron aquellas con fundamentos macroeconómicos más débiles.
7. Finalmente, otra pregunta relevante es si no hemos estado sobrestimando el potencial de crecimiento de la región al pasar por un largo periodo de gran dinamismo. De ser este el caso, América Latina estaría entrando en un periodo de bajo crecimiento que probablemente dure varios años. En mi opinión este es el caso. Los países de la región siguen presentando tasas bajas de inversión y ahorro, y un crecimiento de la productividad moderado con bajos niveles de capital humano, todos factores que apuntan a un bajo crecimiento potencial. Para revertir esta situación será importante retomar la agenda de reformas estructurales que permitan aumentar la rentabilidad de la inversión, mejorar la calidad educativa y lograr mayores tasas de ahorro. Todos estos son problemas que no se corrigen de la noche a la mañana. Precisamente por ello, mientras más se tarde en atenderlos, mayor será el periodo de bajo crecimiento.
La súbita caída en el precio del petróleo representa un fenómeno adicional para la región, con efectos muy diferenciados para las economías exportadoras y las importadoras netas de esta materia prima
El escenario descrito representará una prueba de estrés para las democracias de América Latina. La región acaba de pasar por un periodo en el cual la abundancia de recursos y el crecimiento económico permitieron reducir la pobreza, mejorar la desigualdad e incorporar un sinnúmero de personas a las crecientes clases medias. En este contexto, las demandas sociales para mejorar la calidad de los servicios públicos, fortalecer el Estado de derecho y establecer un proceso de crecimiento más incluyente fueron en aumento. En el futuro se tendrán que enfrentar estas demandas en un contexto económico más restrictivo.