África: Una oportunidad para la política exterior mexicana
Por: Mauricio de Maria y Campos*

Agradecemos la asesoría del Mtro. Mauricio de Maria y Campos para la planeación de esta edición sobre África y Medio Oriente.

 

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UNA ASIGNATURA PENDIENTE: LAS RELACIONES DE MÉXICO CON ÁFRICA

En los últimos años, muchos países han puesto su mirada en África. ¿Por qué? Con mil 265 millones de habitantes (2018), es el tercer continente más poblado del mundo y pronto será el segundo. Tiene una larga historia política, económica, social y cultural, vastos recursos naturales y mercados emergentes que han despertado el apetito de China e India y reavivado el interés de las antiguas metrópolis europeas.

En la esfera multilateral, la importancia de África es creciente. Los 55 países africanos representan más de una cuarta parte de los votos en la Asamblea General de la ONU, de ahí su peso decisivo en cualquier iniciativa y votación clave en los foros multilaterales. La poca atención que ha prestado México a África y a ciertos países estratégicos explica, en buena medida, los recientes intentos fallidos de distinguidos connacionales por encabezar organismos multilaterales.

Según las previsiones del Banco Mundial, de las diez economías que más habrán crecido en 2018, seis se encuentran en África: Ghana (8.3%), Etiopía (8.2%), Costa de Marfil (7.2%), Yibuti (7%), Senegal (6.9%) y Tanzania (6.8%), que se suman a India (7.3%), Camboya (6.9%), Bután (6.9%) y Filipinas (6.7%). Esta tendencia habrá de continuar en el mediano plazo. México tiene embajadas sólo en dos de ellos. ¿Hasta cuándo vamos a seguir dando la espalda al continente africano?

DÉBILES Y DISCONTINUAS RELACIONES DE MÉXICO CON ÁFRICA

En la relación de casi un siglo con la región, los mexicanos hemos sido omisos y reactivos la mayor parte del tiempo. No hemos logrado descubrir lo que podemos y queremos hacer con África, mucho menos trazar una estrategia consistente y de largo plazo. Las excepciones fueron los periodos presidenciales de Adolfo López Mateos y Luis Echeverría, cuando las políticas de diversificación de nuestras relaciones exteriores y de presencia multilateral condujeron a visitas presidenciales y apertura de embajadas. Lamentablemente, no hubo continuidad en los esfuerzos.

La pasada administración federal de México no formuló estrategia alguna hacia el continente, ni desplegó acciones bilaterales y regionales de cooperación significativas. La única visita oficial fue a Sudáfrica y obedeció a razones protocolarias: el sepelio de Mandela. Una vez más, se anunció la apertura de la embajada en Angola y no cumplimos. Destacaría el inicio de operaciones de una embajada compartida con Colombia en Ghana en 2015, en el marco de los acuerdos de la Alianza del Pacífico, así como el cierre de la embajada de Angola en México en diciembre pasado, tras 20 años de esperar la reciprocidad requerida.

AVANCES RECIENTES DE ÁFRICA EN LOS FRENTES POLÍTICO Y DEMOCRÁTICO

El proceso democrático y de estabilización política de África ha evolucionado positivamente desde 2000. Continúan los conflictos y las tensiones políticas en diversos países africanos, pero son menores que en el pasado. En la última década se han celebrado elecciones sistemáticas en la mayoría de los países africanos. En Angola, Sudán, Kenia, Ghana, Costa de Marfil, Nigeria y, más recientemente, Zimbabue y Sudáfrica han ocurrido cambios trascendentales avalados por concurridos procesos electorales.

AVANCES ECONÓMICOS RECIENTES DE ÁFRICA

En los últimos 17 años, África ha superado las expectativas regionales e internacionales en cuanto al crecimiento económico. De 1999 a la fecha, 28 de los 55 países africanos crecieron a un promedio anual de 4% o más, y un grupo selecto de 15 países rebasaron 7%. Algunos, como Angola, Guinea Ecuatorial y Etiopía, tuvieron tasas superiores a 10% anual (de acuerdo con datos de la OCDE de 2016).

Entre 2000 y 2011, el PIB de África en su conjunto superó al crecimiento de su población en dos puntos porcentuales. Entre 2000 y 2008, África creció en promedio más que Latinoamérica, gracias a la demanda y las inversiones de China y el resto de Asia. A partir de 2012, los impactos negativos de la crisis financiera global fueron contrarrestados por una mejoría en los sectores energético, minero y agropecuario; un manejo macroeconómico más adecuado; mayores flujos de financiamiento e inversión extranjera directa (IED); exportaciones crecientes a China y otros países emergentes, así como un mercado interno en expansión.

Evidentemente, las tasas de crecimiento partieron de bases muy bajas de PIB e ingreso per cápita, y los índices de desarrollo humano son aún los más bajos del mundo. Sin embargo, existe un grupo importante de países del África subsahariana con volúmenes significativos de población, PIB total y PIB per cápita, así como economías dinámicas muy atractivas para el comercio y la inversión. En función de su potencial destacan, en el oeste del continente, Nigeria, Ghana, Costa de Marfil y Senegal; en el este, Etiopía, Kenia, Tanzania, Sudán y Uganda; en el sur, Angola, Mozambique, Sudáfrica y Zambia, y en el norte Marruecos, Argelia y Egipto, los dos primeros experimentan un periodo de estabilidad y expansión.

Hasta 2011, el factor que mejor explicó las altas tasas de crecimiento económico, el aumento de las inversiones y la generación de empleos y de divisas en los países africanos fue —como en Sudamérica— la elevada demanda y el alto precio internacional de las materias primas. La situación no ha sido tan favorable de 2012 a la fecha, pero se aprecia un repunte del precio y la demanda de algunos bienes primarios. El sector turístico ha mostrado también tendencias positivas, particularmente en el norte y el sur de África y en las zonas costeras orientales de Kenia a Mozambique, incluyendo las islas del océano Índico: Mauricio y Madagascar. En años recientes, la caída del turismo europeo ha sido compensada por los mayores flujos asiáticos, de China en particular.

INVERSIÓN EXTRANJERA Y FLUJO DE RECURSOS DEL EXTERIOR

Las economías desarrolladas se mantienen como la principal fuente de capital. Estados Unidos da cuenta del 50% de las inversiones en África y la Unión Europea del 9%. Sin embargo, desde el año 2000 China, India, Malasia y otros países asiáticos, así como Rusia, Brasil, Corea del Sur y Turquía se han convertido en nuevos e importantes inversionistas en África. En lo que va de este siglo, más de mil empresas chinas se han establecido en el continente.

La banca de desarrollo de China e India y los fondos públicos de las instituciones de desarrollo de la Unión Europea son ahora importantes fuentes de capital para el continente. Rebasan ya en importancia al Banco Mundial y al Banco de Desarrollo Africano.

Desde 2005, la IED en África es mayor que la ayuda oficial externa para el desarrollo (ODA, por sus siglas en inglés). Si a la IED agregamos las inversiones de portafolio y las remesas de migrantes, encontramos que, si bien los flujos totales de ODA aumentaron de 15.5 mil millones de dólares en 2000 a 47.9 mil millones en 2010, su participación dentro del total de los flujos del exterior cayó fuertemente. La IED se ha multiplicado por cinco y, en ciertos años, por siete respecto a los montos que alcanzaba al inicio del siglo. Las regiones del occidente y del sur de África recibieron los montos de inversión más cuantiosos. Desde 2006, con los descubrimientos petroleros en Kenia y Tanzania, los flujos de recursos externos al este de África van en ascenso. Durante el periodo 2006-2015, en la mayoría de los países africanos se introdujeron nuevos mecanismos para favorecer el arribo de la inversión.

El cambio más importante es el ocurrido en el origen de las inversiones, el comercio y los créditos externos. Destaca la participación de China en el financiamiento de las obras públicas y privadas del continente en los últimos 15 años, así como en su comercio exterior. También lo hacen, aunque en menor medida, India, Malasia, Corea del Sur, Australia y Turquía. Algunos países latinoamericanos como Brasil, Argentina, Chile, Colombia y Uruguay han aumentado el volumen de negocios con el continente.

En ese periodo, de acuerdo con información de la UNCTAD, China multiplicó el comercio, la IED, los créditos a largo plazo y la ayuda a África. Aumentaron, asimismo, sus proyectos de infraestructura física, como carreteras, vías férreas, puertos y presas en el continente. Si bien la presencia de China en África no está exentas de críticas, debido a que está concentrada en la extracción y posterior exportación de materias primas con poco valor añadido localmente, no hay duda que sus inversiones constituyen una alternativa conveniente y de más bajo costo que los recursos provenientes del Banco Mundial y los de su hermano, el Banco Africano de Desarrollo.

La presencia de México en África es reducida. Unas cuantas empresas han realizado inversiones en el continente: Cemex en Egipto, Maseca y, más recientemente, Bimbo, con la compra de Adghai en Marruecos y su entrada a Sudáfrica. Otras han emprendido programas significativos de exportaciones: Cervecería Modelo, Tequila Cuervo, Vitro y Laboratorios Silanes. También hay una incipiente presencia de empresas africanas en México: la sudafricana Dimension Data, así como firmas marroquíes y egipcias. Los inversionistas y las empresas mexicanas han estado poco activos, a pesar de que hay mercados africanos importantes y crecientes oportunidades de negocios.

 

“La poca atención que ha prestado México a África y a ciertos países estratégicos, explica los recientes intentos fallidos de distinguidos connacionales por encabezar organismos multilaterales.”

 

RETOS Y OPORTUNIDADES PARA MÉXICO

Todo parece indicar que, en el futuro inmediato, la democracia y la gobernabilidad se afianzarán en África; en tanto que el crecimiento mantendrá una tendencia positiva. Se espera que la población del continente se duplique, de mil 250 a dos mil 500 millones de habitantes. Según la OCDE,en África vive en la actualidad 13.5% de la población mundial y para 2050 este participación habrá aumentado a cuando menos 20 por ciento.

Pero su importancia futura no es sólo económica; también son relevantes como aliados políticos de México en los foros multilaterales y en la arquitectura institucional que está emergiendo. Por ello, urge que México defina una estrategia de mediano y largo plazos hacia África e incremente los lazos e intercambios a paso acelerado. Se precisa de programas de cooperación con aquellos países y regiones que, a pesar de registrar bajos niveles de desarrollo relativo, exhiben gran potencial.

EMBAJADAS DE MÉXICO EN ÁFRICA

Desde los años cincuenta, México ha tenido una presencia diplomática errática a través de embajadores que han residido en 12 países africanos en diferentes momentos. Hoy México cuenta con ocho embajadas, casi todas con un número elevado de concurrencias (ver Cuadro 1).

Nuestra red es muy limitada en comparación con las de otros países. Turquía —con un PIB y un comercio exterior inferiores a los mexicanos— tiene hoy 44 embajadas en el continente. Su volumen de comercio con el continente se elevó en 2016 a 16.7 mil millones de dólares. En las últimas dos décadas, ha otorgado becas a 10 mil estudiantes africanos, quienes se han convertido en los mayores promotores de sus exportaciones.

De los países latinoamericanos, Brasil tiene 38 embajadas, Cuba 30; en tanto que Argentina y Ecuador cuentan con 11 cada uno. Todos ellos han abierto oficinas en los países más grandes y dinámicos durante la última década. México sigue dormido, concentrado y vulnerable en Norteamérica. No tenemos tampoco oficinas de promoción comercial —salvo una de reciente apertura en Marrakech—, ni un acuerdo de libre comercio, incluso de alcance parcial.

México debe fijarse como meta de este sexenio, la apertura de cuando menos 12 embajadas en países africanos. Angola, Senegal, Costa de Marfil y Tanzania son las candidaturas más urgentes por el tamaño de sus poblaciones y mercados, su estabilidad política y su ubicación estratégica.

Las cuatro nuevas embajadas deberían constituir un sistema de pivotes regionales para cubrir en lo político, lo económico y lo cultural un continente de 55 países, cada uno con un voto en la Asamblea General de la ONU y a cuyos ciudadanos exigimos visa de ingreso a México en un contexto global cada vez más interdependiente. La presencia diplomática de México en África debería atender las siguientes directrices:

  1. El norte de África está bien cubierto con tres embajadas en Marruecos, Argelia y Egipto.
  2. En África occidental México sólo tiene presencia en Nigeria y Ghana. Debería reabrir la embajada en Senegal y establecer otra en Costa de Marfil, dos países pujantes con buenas oportunidades. No hay embajada mexicana en países francófonos subsaharianos desde que cerramos hace 25 años la embajada en Senegal.
  3. La otra región que está insuficientemente atendida es África del este, que es hoy la de más rápido crecimiento. Debemos fortalecer Kenia y Etiopía y reabrir la embajada en Tanzania. Existe una tradición de relaciones (Echeverría-Nyerere) con Tanzania, que cuenta con 57 millones de habitantes, estabilidad política y un mercado de rápido crecimiento. Desde ahí se podría cubrir Uganda, otro país dinámico de 42 millones de habitantes.
  4. Finalmente, en el sur de África —donde Brasil tiene cinco embajadas y México sólo una, en Sudáfrica con 10 concurrencias—, urge dar atención a Angola y Mozambique, dos países de habla portuguesa en la costa del Atlántico y el Índico, donde las posibilidades de negocios y cooperación son importantes.

 

ÁFRICA EN MÉXICO

Existen embajadas permanentes de ocho países africanos: Argelia, Costa de Marfil, Egipto, la República Islámica Árabe Saharaui, Libia, Marruecos, Nigeria y Sudáfrica, así como una representación de Etiopía. Habría que buscar que Kenia, Etiopía y Ghana tengan un embajador permanente en nuestro país y que, en un futuro, Senegal y Tanzania lo hagan en reciprocidad, cuando México reabra las suyas en ese continente.

 

“Pero su importancia futura no es sólo económica; también son relevantes como aliados políticos de México en los foros multilaterales y en la arquitectura institucional que está emergiendo.”

 

 

OPORTUNIDADES Y ACCIONES PARA FORTALECER NUESTRA PRESENCIA EN ÁFRICA

  1. En las próximas dos décadas, África será un actor de mayor peso político, económico y cultural en el concierto global. Urge que el continente sepa que es importante para México y que la vinculación sería benéfica para ambas partes en un escenario global complicado donde compartimos retos económicos, sociales, ambientales, migratorios y de seguridad. Para ello, una política adecuada y el trabajo en la esfera multilateral —por muchos años el principal ámbito de interacción y convergencia entre México y África— son clave.
  2. La relación económica y comercial de México con África es insignificante. De acuerdo con cifras del INEGI, representan apenas 0.3% del comercio total mexicano, 0.2% de nuestras exportaciones y 0.4% de nuestras importaciones. La presencia mexicana en el continente puede y debe multiplicarse en la próxima década. En 2016, las exportaciones totales de México a África sumaron sólo 460 millones de dólares, mientras que las importaciones sumaron 833 millones de dólares, lo que se traduce en un déficit de 373 millones de dólares. Según el Centro de Comercio Internacional, las exportaciones mexicanas hacia África se concentran en cuatro países: Sudáfrica, Argelia, Egipto y Nigeria, que representan cuatro quintas partes del total e incluyen productos de fundición, automóviles y sus partes, equipos y componentes electrónicos, y productos farmacéuticos y químicos provenientes sobre todo de empresas transnacionales establecidas en México. A su vez, nuestras importaciones provienen de Sudáfrica, Nigeria, Marruecos y Egipto y consisten sobre todo en maíz, petrolíferos, gas licuado y fosfatos.
  3. Es posible incrementar significativamente tanto las inversiones en el continente como nuestras exportaciones, y explorar las posibilidades de desarrollar nuevos mercados y fuentes más estables de abastecimiento de productos agropecuarios y minerales. Una condición sine qua non será dotar a nuestras embajadas de mayores recursos para que promotores y empresas puedan visitar sistemáticamente países concurrentes clave, difundir información actualizada sobre México e identificar oportunidades de negocios. El sector privado tiene que contribuir a promover la imagen de México y, en su propio beneficio, crear una cámara de negocios México-África. La Cámara Árabe Mexicana de Industria y Comercio incluye ya a 10 países africanos; los árabes mediterráneos. Hace falta abarcar a los subsaharianos, que hoy ofrecen las mejores oportunidades.
  4. Sería importante organizar, en el sexenio que empieza, una serie de visitas anuales del más alto nivel posible a cuatro o cinco países africanos seleccionados, que incluya a empresarios y académicos.
  5. Nuestra agencia de cooperación debe contar con un flujo constante de recursos financieros destinados a ciertos países africanos de menor desarrollo y buen potencial de crecimiento, comercio, inversiones y cooperación multilateral. Asimismo, podríamos alentar la presencia de observadores y promotores mexicanos allá —en países donde no tengamos embajadas— a través del sistema de Naciones Unidas y Bretton Woods, como lo hacen Brasil, Turquía y los países europeos.
  6. Es necesario revisar el sistema de visas para africanos, sobre todo las de empresarios, estudiantes y artistas que actualmente están sujetos a un largo proceso y al permiso previo del Instituto Nacional de Migración.
  7. El programa de becas de posgrado del gobierno mexicano (dos por país) ha sido el único elemento permanente, aunque muy modesto, del que han dispuesto las embajadas mexicanas en África para la cooperación. Sus efectos, sin embargo, han sido muy limitados, ya que en ese continente, como en Asia, el español es un idioma poco común.
  8. La creación de un programa para la enseñanza del español, mediante cursos in situ o valiéndose de un sistema de educación a distancia, sería una buena inversión cultural internacional. Fuera de Marruecos y la pequeña y petrolera Guinea Ecuatorial (la antigua Fernando Poo), el español es una lengua poco habitual en África.
  9. También podría tener éxito un programa de jóvenes voluntarios mexicanos que cuenten con el apoyo de gobierno, empresas e instituciones académicas. Así lo han demostrado, por ejemplo, los cubanos en los sectores de salud, sanidad y construcción de vivienda. Hay un número creciente de jóvenes universitarios mexicanos que realizan labores allá mediante ONG de Estados Unidos, Canadá, Europa y organismos internacionales. ¿Por qué no hacerlo con la participación de universidades, empresas y ONG mexicanas?
  10. Aprovechando nuestra presencia en organismos internacionales de ayuda al desarrollo, México podría crear programas de cooperación en áreas como agricultura, salud, vivienda popular, alivio de la pobreza y eficiencia energética; similares a los que tienen China, India y Brasil.

*Exdirector general de la ONU para el Desarrollo Industrial; exembajador de México en Sudáfrica y presidente del Centro Tepoztlán Víctor Urquidi.