En sentido estricto, la denominada Ruta Marítima de la Seda, conocida antiguamente como Ruta de las Especias, unía los puertos de China con los de Asia, la costa este de África y el Mediterráneo: ahí finalizaba. Fue Fernando de Magallanes —con el descubrimiento de una nueva ruta de navegación— quien erosionó el monopolio que por aquel entonces detentaba Portugal de esta vía comercial. La ruta alternativa de Magallanes bordeaba los estrechos meridionales del continente americano hasta llegar a las islas de las Especias. Con la firma del tratado de Tordesillas entre Portugal y España en 1494, las dos grandes potencias delimitaron sus áreas de navegación en el mundo, quedando Madrid en poder de la ruta directa hacia las islas de las Especias a través del Pacífico.
A diferencia de los contactos entre China y Europa a través de la ruta terrestre de la Seda y la ruta marítima de las Especias, los vínculos entre China y América Latina se desarrollaron bajo la tutela e intereses coloniales de España y Portugal. Bajo estos lineamientos, entre 1565 y 1815 se habilitaron travesías indirectas con un primer tramo que cubría la ruta entre China y Filipinas, y un empalme a través del Océano Pacífico que unía a Manila con el puerto de Acapulco en la costa oeste del Virreinato de Nueva España.
Tras las Guerras del Opio, la conexión comercial que indirectamente enlazaba a China y América mediante viajes de cabotaje del Galeón de Manila, se transformó en directa a medida que el tráfico de coolies entre China y América, emprendido por portugueses e ingleses, acabó con el monopolio de los españoles sobre el comercio exterior de los países latinoamericanos de habla hispana.
El impacto del Galeón de Manila fue importante para México, el sur de Estados Unidos, América Central y la costa pacífica de América del Sur, particularmente Perú y Chile; sin embargo, tuvo menor influencia entre los actuales miembros del Mercado Común del Sur (Mercosur), con excepción de Brasil, país conectado directamente con Macao mediante barcos portugueses que llegaban a las costas de San Salvador de Bahía tras la ruptura del monopolio comercial con la metrópoli. Estos datos históricos refutan la idea de América Latina como “extensión natural” de la nueva Ruta Marítima de la Seda.
AMÉRICA LATINA EN LA MIRA DE CHINA
La Franja y La Ruta es una iniciativa estratégica del gobierno chino que, en su proyecto original, retoma las rutas terrestres y navegables hacia Oriente establecidas en el pasado por las grandes potencias para unir tres continentes: Asia, Europa y África.
La posible inclusión de América Latina como parte de la iniciativa La Franja y La Ruta, constituye un giro diplomático del gobierno chino que empezó a gestarse en 2015, cuando el presidente Xi Jinping planteó la posibilidad de incorporar una línea sur para conectar a Oceanía como “extensión natural”.
Más adelante, con el arribo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el gobierno de Xi Jinping decidió aprovechar los espacios geoeconómicos disponibles tras el retiro de aquel país del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP) y darle un alcance más global a la iniciativa de La Franja y La Ruta. De esta manera, China se vinculaba a un área lejana en términos geográficos, como lo es América Latina, y desafiaba a Estados Unidos en su “patio trasero”.
“La Ruta Marítima de la Seda unía los puertos de China con los de Asia, la costa este de África y el Mediterráneo”
Durante la reunión con el presidente argentino Mauricio Macri en Beijing, el líder chino expresó su visión de América Latina como una “extensión natural” de la Ruta Marítima de la Seda del siglo xxi. Las ideas del mandatario chino fueron retomadas por su canciller, Wang Yi quien, en declaraciones a la prensa, destacó el carácter inclusivo de la iniciativa: “China no tiene la intención de establecer un límite geográfico claro para La Franja y La Ruta, y está abierta a todos los países y regiones con ideas afines”. Luego agregó: “Esta iniciativa no es un club de miembros, sino un círculo de amigos que participan abiertamente”.
DE LA EXTENSIÓN NATURAL Y LAS IDEAS AFINES
A partir de las declaraciones de los dirigentes chinos se desprenden, al menos, dos interrogantes: ¿de dónde proviene la idea de “extensión natural”?, ¿y qué entiende China por “ideas afines”?
La idea “extensión natural” proviene del ámbito diplomático. La cancillería china utiliza esta misma expresión para sustentar sus reclamos soberanos en el Mar de China Oriental, el Mar de China Meridional y las islas próximas a la China continental bajo el principio de “extensión natural” de la plataforma continental. Dicho concepto proviene de la geografía, es utilizado en el Derecho Internacional Público y se menciona de manera reiterada en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
En cambio, “ideas afines” es la traducción más sencilla del refrán zhitongdaohe (志同道合)que, según el diccionario de refranes chinos publicado en Henan, significa “apreciar los mismos ideales y seguir el mismo camino”. Es decir, remite a la idea de unificar ideales e intereses en un idéntico camino. Por eso, el ministro Wang invita a asociarse a todos los países afines y que estén de acuerdo con el espíritu de la iniciativa china.
La “extensión natural” hacia los países latinoamericanos que profesen “ideas afines” con La Franja y La Ruta plantea las siguientes características, beneficios y desafíos:
“La Franja y La Ruta es una iniciativa estratégica del gobierno chino que retoma las rutas terrestres y navegables hacia Oriente establecidas en el pasado por las grandes potencias para unir tres continentes: Asia, Europa y África”
En síntesis, históricamente América Latina no ha sido una “extensión natural” de las tradicionales rutas de la Seda y de las Especias. Sin embargo, el proyecto chino para modernizar y ampliar estas ancestrales rutas comerciales ofrece a los países latinoamericanos la oportunidad de acceder a ingentes recursos financieros que la segunda potencia mundial pretende utilizar para acrecentar su poder global. La iniciativa de La Franja y La Ruta tiene como eje articulador el financiamiento y la asistencia técnica para la ejecución de proyectos de infraestructura. Aunque China consiga poner en marcha todos los proyectos contemplados, persistirán las dudas sobre su capacidad para acotar los riesgos asociados con las asimetrías y otros desequilibrios estructurales inherentes a la iniciativa. Por el contrario, su puesta en marcha, podría tener efectos en sentido inverso e incrementarlos.
*Doctor en Ciencia Política. Master en Derecho por la Universidad de Beijing. Es investigador del Conicet y profesor titular de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina.