Ciencia y tecnología: palancas del desarrollo regional
Fumec trabaja con universidades de distintos países, para aprovechar las experiencias y avances y adaptarlos a la empresa mexicana. En esta entrevista, su director general y su coordinador del Programa Aeroespacial nos hablan de los resultados y proyecciones de este sector.
Por: Guillermo Máynez Gil

Fumec es una iniciativa binacional con más de dos décadas de trayectoria. Cuéntenos de su historia: ¿cómo nace la fundación?


Nace en 1993, en el marco de las negociaciones del TLCAN. Se crea con la intención de ir más allá del comercio, a la esencia del desarrollo, cuyos motores tienen que ver con la educación, la tecnología y la investigación. Fumec busca que México incorpore las mejores experiencias y programas de países como Estados Unidos para acelerar su desarrollo.

¿Cómo está organizada la fundación?

Se organiza alrededor de programas sectoriales y regionales, que desde luego se entrelazan. Algunas de nuestras actividades dentro de la industria aeroespacial, por ejemplo, están en Querétaro, Chihuahua, Baja California y Sonora. Tenemos modelos para analizar las estrategias de desarrollo regional basadas en la innovación, inspirados en programas estadounidenses y europeos, como las Regional Innovation Smart Specialisation Strategies, que ayudan a acelerar el desarrollo innovador. Esto lo hemos introducido en las Agendas Estatales de Innovación que financió el Conacyt en 12 estados. Las hemos llevado incluso a microrregiones, como El Mante, Tamaulipas, al desarrollo de economía creativa en Jalapa o a zonas como Industria 4.0 en Querétaro. Esto nos permite ampliar el espectro de opciones de intervención. Algunos de estos modelos han evolucionado hasta convertirse en estándares nacionales e internacionales.

El desarrollo y la difusión de la ciencia son una tarea crucial para el desarrollo de los países. ¿Cómo contribuyen a este propósito?


Fumec va más a fondo, trata de ayudar a comprender la dinámica científica y tecnológica del mundo y cómo valerse de ella para mejorar la calidad de vida. La esencia de nuestro trabajo está en dos palabras en inglés: scienti c temper, es decir, actitudes y formas de pensar científicas, el pensamiento crítico que se desarrolla con procesos educativos bien estructurados. En eso Fumec es líder en México. Tenemos Innovec, un programa que impulsa la enseñanza, vivencia e indagatoria de la ciencia, que ha tenido un gran impacto nacional. Se han formado más de 80 mil maestros y millones de alumnos en más de 15 estados. No se trata solo de difundir, sino de entender, de saber cómo aprovechar la ciencia, desde la formación misma de las personas.

Desde luego, la divulgación es importante. Fumec ha sido líder en formar periodistas comprometidos con la innovación y agentes de cambio con las capacidades para difundir la importancia del desarrollo innovador. Hemos seguido las exitosas estrategias de países nórdicos, como Suecia con Vinnova –su agencia de innovación–, y que han sido adoptadas, entre otras, por la Universidad de Stanford, con la que hay una estrecha relación.

GUILLERMO FERNÁNDEZ

 

En la actualidad los cambios se suceden a una velocidad vertiginosa. ¿La empresa mexicana promedio está preparada para hacer frente a esta dinámica?


Las empresas grandes, las que generan la mayor parte de las exportaciones del país, lo entienden cada vez mejor. Entre las empresas de menor tamaño, sin embargo, existen más dificultades para entender y aprovechar las oportunidades que brindan los avances científicos y tecnológicos. Fumec ha trabajado con más de 5 mil PYMES, que han tenido una respuesta muy favorable y han sido muy exitosas gracias a la comprensión tanto de los avances tecnológicos, como del funcionamiento de los mercados y la manera de adaptarse a ellos.

¿Qué objetivos persigue TechBA?, ¿qué servicios recibe una empresa que participa en su programa de aceleración de negocios?


TechBA está basado en dos premisas: el concepto de aceleración internacional, en la que Fumec es pionera, y el concepto estadounidense de capital de riesgo; es decir, inversión en start-ups. En México, sin embargo, no se entendía igual este último concepto: aquí se pensaba más bien en “capital emprendedor”, o “capital ángel”, que es diferente. Entonces, en México el concepto de aceleración se basó en la internacionalización de la empresa para encontrar espacios de validación de sus productos y servicios a ese nivel, ya sea para integrar capacidades tecnológicas y mejorar su penetración de mercado en México, haciéndola más competitiva frente a empresas internacionales que le compiten aquí, o bien ir a capturar mercado fuera de México. Cualquiera de esas dos opciones es un proceso de internacionalización. Es decir, nosotros basamos la estrategia de innovación en ir al mercado, y este concepto es el más relevante. Tratamos de ayudar a la empresa a que ponga a prueba su propuesta de valor rápidamente en el mercado, la ajuste, adapte y evolucione, para que pueda ser competitiva en los siguientes cinco o diez años.

Partamos del hecho de que en México hay empresas que pueden estar haciendo cosas muy valiosas pero están en el mercado equivocado, compitiendo por precio cuando su capacidad, si se reorienta hacia otro sector o si se diversifica el portafolios de negocios, podría redituarles diez veces más. Ese tipo de cosas es difícil de visualizar en el taller de una PYME, donde el dueño o director desempeña muchos roles a la vez. Lo que nosotros acercamos, precisamente, es análisis estratégico e inteligencia de negocios, para que estas empresas puedan detectar y probar oportunidades. Los acompañamos en ese proceso porque van a requerir apoyo para certificaciones, acceso a talento especializado y formación del mismo, vinculación con centros de investigación y universidades para crear ese ecosistema, que es lo que suele faltarles a las PYMES. Esos vínculos los proveemos de una forma articulada y con impacto.

¿A qué tipo de empresa están dirigidos?, ¿pueden participar empresas de cualquier sector productivo?

Básicamente están dirigidos a PYMES de base tecnológica, con algún diferenciador. Por ejemplo, empresas meramente comercializadoras no son el tipo que buscamos.

En realidad tratamos de enfocarnos en cadenas binacionales importantes: aeroespacial, automotriz, agroindustrial, y desde luego hemos ido evolucionando. Hubo una época en la que trabajábamos mucho con empresas de dispositivos móviles o cómputo en la nube, pero en la medida en que esto va madurando, nos movemos a otras áreas. Ahora estamos trabajando mucho con estrategias de Industria 4.0: manufactura aditiva, mantenimiento inteligente, aplicaciones avanzadas en Internet de las Cosas, modelado y simulación avanzados. Todo esto va generando cambios, y eso es parte de lo que hacemos al apoyar el cambio, estar muy atentos a las tendencias y ayudando a las empresas a ajustar su oferta a lo que puede ser más relevante para ellas.

UNIVERSIDAD DE STANFORD

 

Sabemos que TechBA tiene ya muchas historias de éxito. ¿Nos puede compartir una de las más emblemáticas?

Una empresa chihuahuense hace 10 años estuvo a punto de quebrar: fabricaba pantalones de mezclilla con la marca Billy the Kid, una marca mexicana con un mercado interesante. No hacía mucha inteligencia de negocios; cuando se quitó el arancel a China para el pantalón de mezclilla, llegó mucho producto de este país.

Esta empresa no pudo seguir compitiendo en esas condiciones y en ese mercado. Sin embargo, hubo un secretario de Desarrollo Económico de Chihuahua que le abrió puertas para explorar opciones antes de cerrar y despedir a 300 costureras. En ese momento se abrió una pequeña oportunidad con una compañía francesa que ahora es parte del Grupo Safran, una empresa aeroespacial: Zodiac. Lo primero que les dijeron es que, pasara lo que pasara, debían certificarse para abrirse camino como proveedores del sector aeroespacial.

Esta empresa, ahora llamada Soisa Aircraft Interiors, buscó entender qué podían hacer. Lo primero que les pidió Zodiac fue fabricar una pieza cosida, que no planteaba grandes riesgos: el recubrimiento del techo de las lanchas de emergencia de los aviones. Recibieron los requerimientos, hicieron pruebas satisfactoriamente y ahí comenzó la historia. Sin embargo, no tenían una estrategia y entonces se acercaron a nosotros. Fue la primera empresa 100% mexicana certificada en as 9100, y comenzamos a desarrollar una estrategia, en la que se sometió intensamente a una consultoría de muy alto nivel, interiorizando procesos y entendiendo el mercado global. Lo que más nos costó trabajo fue, durante cuatro años, enfocarla y reenfocarla para que no se dispersara, concentrándose en lo que hacen mejor. Empezaron con productos de bajo volumen y llegaron a fabricar las cubiertas de los asientos de los aviones, que sí exigen volumen.

Hoy en día, Soisa tiene el 4% del mercado mundial de cubreasientos para aviones comerciales y ha creado un departamento de investigación y desarrollo para ver qué más puede hacer, qué innovaciones puede proponer.

La lección fundamental es que se requiere paciencia, disciplina y visión de largo plazo. Es muy importante que entiendan esto, no solo los empresarios, sino también los funcionarios de gobierno. Pasar por una consultoría de un año y salir exitosamente al mercado, es una falacia. La ventaja es que los retornos pueden ser de muy alto valor. Nuestro trabajo y nuestro interés no está en una simple consultoría, sino en un coaching empresarial de alto nivel. Nuestro modelo se enfoca en que haya resultados y derrama para su personal en México. Eso es lo que va a fortalecer la economía, al final de cuentas.

De las casi 400 empresas participantes en la industria aeroespacial del país, menos del 30% son mexicanas, ¿qué hacer para incrementar este porcentaje?


En un diagnóstico que realizamos el año pasado, identificamos a 180 empresas que cuentan con el perfil para incorporarse al sector aeroespacial. Son empresas establecidas que participan en sectores como el automotor, el de metal-mecánica o el de dispositivos médicos. Ya pusimos en marcha dos programas piloto, en Aguascalientes y Estado de México, precisamente para prepararlas para el proceso de migración.

Necesitamos preparar a más empresas en la cadena de suministros hacia los integradores, para que haya integración nacional y derrama local. No es nada más buscar una empresa tractora, sino dar tiros de precisión para que los proyectos sean viables. Nuestro objetivo es que en los próximos dos años esas casi 400 empresas aumenten a 500, pero con mayoría mexicanas en la cadena de suministro.

¿Qué deberíamos hacer como país para que más empresas e industrias mexicanas se integren a las cadenas globales de valor?


Desarrollar proveedores. Las empresas que invierten quieren llegar a un entorno con proveedores listos, no a crearlos. Segundo, seguir trabajando con las universidades y escuelas técnicas, para asegurar que estén preparadas para formar el nuevo talento que se requerirá. Tercero, digitalizar. Las empresas que no estén digitalizadas se van a quedar fuera. Se requiere información oportuna dentro de la planta, así como modelado y simulación. Para eso, desde luego, se necesita acceso a internet de banda realmente ancha.

¿Se cuenta con los recursos humanos calificados para aprovechar a cabalidad las oportunidades que brinda el salto digital? ¿Qué debería hacerse en esta materia?

Lo primero es analizar lo que se está haciendo en el mundo y cuáles de esos avances se pueden aplicar en México. Por ejemplo, trabajamos con el Digital Manufacturing Design Innovation Institute, de Estados Unidos. Somos miembros de ese instituto y, trabajando con su gente de recursos humanos, empezamos a armar programas que permitan alcanzar en México resultados como los de ellos en la formación de capital humano. Trabajando con la Universidad Tecnológica de Querétaro, donde tenemos un Centro de Productividad e Innovación, armamos un programa de formación de profesores con la Universidad de Bufalo, que resultó en una mejora de todos los planes de estudios en materia de digitalización. Desde luego, esto no es suficiente, tiene que ampliarse a todo el sistema educativo nacional.

¿Cuál es su balance del momento que vive la ciencia en México?, ¿qué debería hacerse para que contribuya más al desarrollo de las empresas?


Es una pregunta amplísima. Podríamos comenzar por pensar que México es una potencia en investigación y desarrollo en la industria aeroespacial: aquí se está diseñando uno de los motores más complejos del mundo. Igualmente, en Mexicali está uno de los centros más importantes del mundo en simulación de lo que ocurre dentro de un avión a nivel electrónico e informático. Todo esto está hecho por investigadores mexicanos. Son casos ejemplares, aunque hay muchos otros. La lección es que tenemos que enfocar los esfuerzos en el desarrollo científico que tiene un impacto en los mercados.

Es fundamental que el país entienda que hay que reforzar los Centros Conacyt, que han hecho una labor formidable. Han tenido amenazas, pero también hay conciencia de que hay que apoyarlos. Lo mismo con los programas de vinculación universidad-industria.

Compártanos los planes y proyectos del Fumec. ¿Qué escenarios avizoran para los próximos años?


Hay tres líneas clave. Primero, desarrollo de proveedores, no solo en el sector aeroespacial. Segundo, digitalización, pero con sentido empresarial, basada en oportunidades reales de mercado. Tercero, interacción con universidades e institutos.

El punto más destacado de la experiencia de Fumec es que hay que ver a Estados Unidos como aliado. Hay que aprovecharlo y lo mismo con Canadá. Fumec aprovecha lo mejor de cada país para acelerar y facilitar el desarrollo de las capacidades en México. Hay mucho más que se puede hacer. Hay que trabajar también con Centroamérica, como nosotros ya lo estamos haciendo con Honduras.