¿Dejarán de ser motor de crecimiento las exportaciones?
Se ha detectado un freno en el crecimiento de las exportaciones mexicanas. Lejos de alarmarse, el autor de este ensayo analiza las causas y enumera las ventajas de México para salir del bache e incluso convertirse en una de las cinco potencias manufactureras a nivel mundial.
Por: Enrique Quintana

Durante el segundo trimestre de 2015 y agosto de este mismo año se presentó un freno importante de las exportaciones mexicanas (ver gráfica 1). No se trató solamente del efecto de la caída de los precios internacionales del petróleo, sino que incluso las exportaciones de manufacturas frenaron fuertemente (ver gráfica 2).

GRAFICA 1

GRAFICA 2

Este hecho ha conducido a diversos actores de la sociedad mexicana a preguntarse si finalmente las exportaciones dejarán de ser un motor del crecimiento económico y dependeremos de lo que suceda solo en nuestro mercado interno.

El siguiente texto analiza la dinámica de las exportaciones y las causas de su freno durante 2015, y sustenta la tesis de que se trata de un fenómeno de carácter coyuntural que no modifica el rol fundamental que en el futuro tendrá la exportación de nuestro país en el crecimiento, sin demérito de que el crecimiento del mercado interno se convierta en un motor adicional.

El artículo explora en una primera sección la dinámica de las exportaciones en el largo plazo y las causas de su dinamismo, sigue con un análisis del freno del corto plazo y sus razones y, finalmente, explora las perspectivas de la segunda mitad de la segunda década del siglo, así como la nueva articulación que podrían tener la exportación y el mercado interno.

 

I. La dinámica de largo plazo del sector exportador mexicano

 

El valor total de las exportaciones mexicanas pasó de 51 mil 886 mdd en 1993, el año previo a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, a 397 mil 128 mdd en 2014. Esto significa una multiplicación de 7.6 veces en un lapso de 21 años. Su tasa de crecimiento media anual en dólares corrientes fue de 9.7%. Pero aun si consideramos la cifra en dólares constantes, el resultado es una tasa de crecimiento de 7.4% en promedio cada año.

Como resultado de esta dinámica, el porcentaje de las exportaciones de bienes y servicios (tal y como se mide en las Cuentas Nacionales) pasó de 9% del PIB en 1993 a 19.5% en 2014.

La contribución del crecimiento bruto de las exportaciones de bienes y servicios al crecimiento del PIB fue de 34.8% en el lapso considerado, un porcentaje mucho más elevado que el peso de la exportación en el PIB.

Este conjunto de datos refleja que, sin duda, el componente más dinámico de la demanda agregada en ese lapso de 21 años correspondió a las exportaciones de bienes y servicios.

Otro de los cambios relevantes que se presentó en ese periodo fue en la composición de las exportaciones. En 1993, 15% de las exportaciones totales de bienes del país correspondían a las petroleras. Por otra parte, las ventas al exterior provenientes de la industria automotriz eran de 19.5% del total. En el año 2014, el porcentaje de las exportaciones petroleras en el total de las ventas al exterior fue de solo 11%, 4 puntos menos, mientras que el de las ventas del sector del automóvil fue de 30.1% del total, 11.6 puntos más, lo que refleja el cambio en la estructura productiva del país.

Durante los años que siguieron a la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, hubo un despegue, sobre todo de las exportaciones manufactureras. De hecho, podemos distinguir tres etapas. En la primera, hubo un crecimiento extraordinario de las exportaciones manufactureras entre 1993 y 2000, periodo en el que se alcanzó una tasa de 17.9% de crecimiento anual.

Una segunda etapa comenzó en el año 2000, con el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio. En la primera década de este siglo, la tasa de crecimiento se moderó significativamente y alcanzó un ritmo de 5.3% anual.

En el periodo 2008-2009, como en todas las variables productivas vinculadas con la economía internacional, hubo un declive de las exportaciones asociado a la crisis financiera internacional.

Pero una tercera etapa se configuró a partir de entonces. El ritmo de crecimiento de las exportaciones de manufacturas de 2009 a 2014 alcanzó 11.5%, lo que implica una recuperación del ritmo del crecimiento exportador.

Tras la devaluación del peso en 1994, la economía mexicana se caracterizó por un mercado interno deprimido, pero las ventajas comparativas de la apertura y del TLCAN motivaron una oleada de inversiones locales y foráneas que construyeron una base productiva de la industria manufacturera orientada específicamente a las exportaciones.

Ese fue el modelo de crecimiento que se mantuvo vigente prácticamente hasta hace un año.

La pregunta es si esa circunstancia cambió cualitativamente en 2015.

Abordaremos este tema en la siguiente sección.

 

II. El freno del sector exportador manufacturero

En 1993, el año previo al TLCAN, 82.7% de las exportaciones del país se dirigieron a Estados Unidos. Pese a la cantidad de acuerdos comerciales suscritos con otros países, en 2014 esta proporción se mantuvo en 80.1 por ciento.

Es decir, en gran medida, el desempeño del comercio exterior mexicano derivó del desempeño de la economía norteamericana y específicamente de su sector industrial.

Datos del Buró de Análisis Económico (BEA, por sus siglas en inglés) del Gobierno norteamericano revelan que el crecimiento del PIB de las manufacturas mantuvo una tasa de 4% entre 2009 y 2013, una cifra ligeramente superior al 3.7% del PIB.

Las cosas, sin embargo, cambiaron en 2015. Los datos más oportunos de la producción industrial son los que produce la Reserva Federal. Al mes de agosto, la producción industrial tenía una tasa anual de apenas 0.9% respecto al nivel del mismo mes de 2014 (ver gráfica 3).

Aunque el promedio anual de 2015 resultará probablemente superior a 2%, los datos puntuales de los últimos meses del año están marcando claramente un freno. Y ese freno se está reflejando en las exportaciones de manufacturas de México.

Durante el mes de agosto, las exportaciones totales del país cayeron 6.8%. Este resultado negativo derivó tanto del freno dramático de las exportaciones petroleras, que cayeron en 48.3%, como del declive de las exportaciones de manufacturas, que se redujeron en 2.2% durante ese mes.

Justo por ese resultado que, con excepción de los años de la crisis de 2008 y 2009, cambia prácticamente dos décadas de crecimiento exportador es que se ha levantado la interrogante a propósito de si ya terminó el ciclo largo de crecimiento de las ventas de manufacturas al exterior.

A mi juicio, estamos en un freno coyuntural, al que seguirá otro repunte exportador, en virtud de los siguientes elementos:

a) La estructura de la manufactura que se ha configurado en México durante las últimas dos décadas está orientada sobre la base de su capacidad exportadora. La explicación fundamental del freno es el comportamiento del sector industrial en Estados Unidos. En la medida en la que en los siguientes años veamos una recuperación en el país vecino del norte, veremos seguramente un nuevo ciclo de crecimiento de las exportaciones mexicanas. No hay certeza de cuándo será, pero la experiencia histórica nos muestra que habrá próximamente una recuperación de , así tarde un par de años o un poco más.

b) La depreciación del peso dará una posición de mayor competitividad a las exportaciones mexicanas, que no se ha hecho manifiesta aún, pues en el resultado exportador global ha pesado más el desempeño económico que la reducción de los costos en dólares de la industria mexicana.

c) Persisten las condiciones para que la industria mexicana aumente su presencia en el mercado de Estados Unidos por el incremento de los costos en China. Aunque hubo una leve depreciación del yuan frente al dólar, fue tan pequeña que no ha influido significativamente en la competitividad del país asiático, lo que genera una ventaja adicional a México.

d) Los resultados de las reformas energética y de telecomunicaciones, que propiciaron ya una reducción de las tarifas de electricidad así como de las telecomunicaciones, ofrecen una opción para aumentar aún más la competitividad de las empresas mexicanas.

 

No hay certeza del periodo en el que tendremos aún números rojos o al menos tasas bajas de crecimiento de las exportaciones manufactureras, pero hay condiciones para que el entorno cambie y haya una recuperación.

 

III. Las perspectivas: una nueva era de crecimiento exportador

Los indicadores de productividad laboral del sector manufacturero marcan un crecimiento sostenido.

Los datos más recientes corresponden a los dos primeros meses de 2015. Respecto al mismo periodo en 2005, se ha mantenido una tasa anual promedio de crecimiento de 1.2%. Aunque la cifra pareciera baja, refleja la persistencia de un crecimiento sostenido.

De acuerdo con el Índice de Competitividad Global de los Costos Manufactureros que elabora el Boston Consulting Group (BCG), en 2014 los costos de producir en México fueron 8.5% inferiores a los registrados en Estados Unidos, considerando el costo de la mano de obra, la electricidad y el gas natural, entre otros.

En China, el porcentaje es 4.4% por debajo de los costos de Estados Unidos. Esto significa que, en promedio, los costos manufactureros en México son 4.2% más bajos que en el gigante de Asia.

Entre 25 países analizados, solo Indonesia e India tienen costos de manufacturas más bajos que los de México. Sin embargo, hay una multitud de factores que favorecen adicionalmente la competitividad mexicana.

En el ya muy citado análisis del BCG, se caracteriza a México y a Estados Unidos como “estrellas emergentes” de las manufacturas.

Estados Unidos ya lo fue en alguna ocasión, durante la década de los 50 y 60. México ahora se está convirtiendo en esa “estrella”.

Además de la referencia que ya hicimos al tipo de cambio, algunos de los factores que apuntalan el crecimiento de la productividad manufacturera en México son los siguientes: 

1. Los gasoductos que se están instalando en el país desde 2012, ya sea tendidos, en construcción, licitados, o por licitar en los siguientes meses, alcanza la suma de 8 mil 888 kilómetros, lo que significa 78% de toda la red de ductos existente hasta 2012. Esto permitirá que la caída de los precios de la electricidad se sostenga, debido al cambio de combustibles (usando el más barato gas natural). Igualmente, se ofrecerá gas en regiones en las que hoy no podían instalarse industrias, como en la zona del Pacífico. En conjunto, antes de 2020, se generará una gran ventaja comparativa para la industria.

2. En la medida en que las telecomunicaciones se han convertido en uno de los servicios básicos para la industria y que tienen usos productivos esenciales, básicamente en el llamado “internet de las cosas”, su abaratamiento como producto de la creciente competencia permitirá también ofrecer otra ventaja comparativa para la industria mexicana.

3. El desarrollo de una mayor infraestructura carretera, así como de centros logísticos, permitirá reducir costos de transportación y almacenaje, lo que redundará en una mayor competitividad de la industria.

4. Las inversiones que se encuentran en gestación en industrias como la del automóvil y autopartes, energía, petroquímica, bebidas y aeronáutica, se orientan fundamentalmente a la exportación, y verán resultados productivos en su mayoría en la segunda parte de la actual década.

Si México mantuviera un ritmo de crecimiento de 7% en sus exportaciones manufactureras en los siguientes 10 años, una tasa por debajo de la registrada en los pasados 21 años, el país estaría exportando 562 mil mdd en el año 2024, al término del siguiente sexenio, y bien podría estar entre los primeros cinco exportadores de manufacturas del mundo entero.

 

En China, el porcentaje es 4.4% por debajo de los costos de Estados Unidos. Esto significa que, en promedio, los costos manufactureros en México son 4.2% más bajos que en el gigante de Asia

Conclusión: el reto humano e institucional

México tiene una extraordinaria oportunidad para sortear el freno económico que se ha producido a nivel internacional y que afectó sus exportaciones en el curso de 2015. Puede emerger con una posición más sólida en un mundo cada vez más competitivo que verá concretar una realidad comercial diferente con el próximo aterrizaje del TPP. Sin embargo, para hacer efectiva esa oportunidad requiere trabajar en lo que puede ser el mayor cuello de botella en los siguientes años: los recursos humanos. La disponibilidad de mano de obra calificada para las industrias exportadoras se puede convertir en un freno grave si no se trabaja de inmediato y con sentido de urgencia en ello. Ya hay industrias que lo padecen.

Lo segundo es el reto institucional. En los últimos años se ha cimentado toda una serie de nuevas instituciones que deberán orientarse a la construcción de un Estado de derecho que realmente funcione en México. No será sencillo ni rápido conseguirlo, pero la seguridad física, patrimonial y jurídica, que deriva del Estado de derecho, son condiciones indispensables para que esa “estrella emergente”, referida por el BCG, deje de ser una mera imagen y se convierta en una realidad.