¿En qué se asemejan y en qué se distinguen los tratados de libre comercio suscritos hasta ahora por México del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP)?
El TPP es uno de los acuerdos más ambiciosos de la historia porque contempla una gran cobertura de productos, áreas y disciplinas y, sobre todo, por la importancia y el peso específico de los países participantes. Una de las diferencias más relevantes que advertimos es el nivel interregional. Los tratados de libre comercio de México eran de carácter bilateral, o con una sola región, como el TLCAN o el que recién firmamos, la Alianza del Pacífico, que incluye a Colombia, Perú y Chile. El TPP comprende 12 naciones, un mercado potencial de 800 millones de personas, 37% del PIB y 25% del comercio mundial. Por la cantidad y diversidad de los países involucrados, por la dimensión económica y la población implicada, creemos que es el tratado más importante para México en su historia.
¿Qué beneficios espera el sector empresarial de este acuerdo a corto, mediano y largo plazos?
Se ha dicho que, por diversas razones, debimos haber quedado fuera de las negociaciones de este tratado. Yo creo que no debía ser así, que México no podía quedarse fuera. A través del Acuerdo aseguramos un acceso preferencial a 10 de las economías más importantes del planeta. También nos cubrimos ante los escenarios de incremento de proteccionismo a nivel mundial, como sucede en algunas partes de Sudamérica y en otros países y, sobre todo, no podíamos perder nuestra relevancia en el comercio global y en los mercados en los que ya tenemos una presencia muy significativa. Para México implica una oferta potencial de exportación de más de 150 mil mdd en sectores donde somos muy competitivos: el automotriz, el eléctrico-electrónico, la agroindustria, la industria química, la del acero, perfumería y cosméticos, entre otros. Nosotros percibimos que ese volumen de exportaciones adicionales al que México puede acceder con el TPP se podría alcanzar en los próximos cinco años, lo cual es un corto plazo. El Acuerdo también nos va a ayudar a lograr una mayor integración con Norteamérica para incrementar el valor agregado mexicano en las exportaciones de nuestro vecino del norte. Esas son ventajas importantes que vemos nosotros desde el Consejo Coordinador Empresarial (CCE).
¿Qué momentos destaca de las negociaciones que concluyeron con éxito en Atlanta?
La negociación de Hawái, en julio de 2015, tuvo un carácter muy importante, incluso diría que estratégico. Esa fue la primera ocasión en la que el Ejecutivo estadounidense contaba ya con la autoridad negociadora a través del fast track que le dio el Congreso, lo cual abrió la posibilidad de concluir las negociaciones en un plazo menor. En lo que se refiere a México, hemos participado cerca de 350 empresarios y representantes de distintos sectores que han acompañado a la delegación encabezada por el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo Villarreal. El CCE quiere resaltar que la comunicación ha sido permanente y fluida. En el caso de Hawái, la integración que tenemos con el Gobierno federal permitió abordar con éxito algunos temas que eran muy sensibles para el sector económico nacional, precisamente por esa visión y trabajo compartido que tenemos en la defensa de los intereses de México. De tal manera, el pasado 30 de septiembre se llevaron a cabo negociaciones definitivas, en Atlanta, que culminaron días después con un acuerdo exitoso.
Por la cantidad y diversidad de los países involucrados, por la dimensión económica y la población implicada, creemos que el TPP es el tratado más importante para México en su historia
El grado de apertura comercial de México pasó de 21% en el PIB, en 1985, a 63% en la actualidad. ¿Cuál es la meta ideal final?
Es difícil poner un porcentaje ideal. Lo que sí puedo decir es que México ya no dará reversa en el camino de la apertura comercial. Lo iniciamos desde 1986 con el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés). Somos una de las economías más abiertas e interdependientes del mundo, inmersa en la globalización y, además, hay factores que nos indican que es imposible que este proceso dé marcha atrás. Ahí están los avances tecnológicos, los desarrollos empresariales, la sofisticación de los mercados y los propios tratados de libre comercio. Hoy, en lo que tenemos que trabajar mucho, y creo que este aspecto es muy importante, es en disminuir las brechas que hay entre el sector interno y el sector manufacturero y exportador para poder integrar a las pymes en el crecimiento y la alta productividad que tienen las empresas incorporadas a las cadenas de abastecimiento y tener un proyecto mexicano mucho más integral y global. El gran reto es lograr que las pymes mexicanas, sobre todo la pequeña y mediana empresa, participen en este encadenamiento de valor, para que toda la economía nacional se beneficie.
Dejamos de depender de las exportaciones petroleras y mineras, que pasaron de 57% en 1985 a 15% en 2012, mientras que las exportaciones manufactureras, durante el mismo periodo, aumentaron de 38% a 78%. México, además, es el principal país exportador de manufacturas en América Latina. En el escenario nada promisorio de la caída de los precios del petróleo y la volatilidad financiera, sin duda la apuesta por la manufactura demuestra su viabilidad. ¿El TPP ayuda a blindar a México?
Yo creo que sí. México es una economía esencialmente exportadora, y el TPP es un área de oportunidad para incrementar nuestras exportaciones. En la medida en que podamos exportar más y generar una diversidad más importante, con nuevos productos y sectores muy competitivos, México quedará blindado.
¿La apertura nos protege?
Exactamente. Somos un país exportador. Si fuéramos un país importador, o no tuviéramos manufacturas, si no fuésemos muy sólidos y muy competitivos a nivel mundial, y no tuviéramos áreas de oportunidad, probablemente estaríamos hablando de otras cosas, pero precisamente porque México empezó su apertura desde 1986, hoy en día este tipo de tratados nos van a poder blindar de la dependencia de la volátil economía internacional y de la pérdida de ingresos de las exportaciones petroleras. Ante el escenario que estamos viviendo, de debilidad y bajo crecimiento mundial, hay que recordar también que, aunque parte de los países de la cuenca del Pacífico han perdido dinamismo, siguen siendo las naciones que más crecen a nivel internacional y con las cuales es fundamental aliarse.
Se ha señalado que hubo secrecía en las negociaciones, lo cual afectaría a industrias nacionales de distinto perfil. ¿Cuál es la opinión del CCE al respecto?
Eso no tiene ningún sentido. Por lo menos en nuestro caso, y lo digo porque me consta, hemos participado de manera muy activa. Contamos con el Comité Consultivo del TPP, que preside el CCE, en el que participan los 15 o 20 especialistas más importantes de México en tratados de libre comercio, quienes han estado involucrados en la mayoría de los 11 acuerdos que ha suscrito nuestro país, desde exsecretarios y subsecretarios de Estado hasta especialistas del sector privado. Ellos están apoyando al secretario Guajardo y al Gobierno de la República. Invariablemente nos reunimos antes, durante y después de una negociación. También con el “cuarto de junto”, integrado por más de 25 representantes del sector privado, responsables de coordinar las consultas con el Gobierno y más de 28 mesas de negociaciones. Asimismo, con la Coalición Mexicana Empresarial para el TPP, coordinada por la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin). Lo que quiero decir es que en todas las negociaciones acompañamos al Gobierno federal, como apoyo, como asesoría y, sobre todo, defendiendo los temas sensibles para la economía nacional.
Expertos señalaban algunos riesgos del TPP: los productos agrícolas, la vulnerabilidad de las pymes ante la apertura, la protección excesiva impuesta por Estados Unidos de la propiedad intelectual y marcas registradas, su impacto en la producción creativa del país. ¿Cómo fueron encarados?
Nuestra consigna fue asegurar los intereses legítimos del país para que todos los sectores e industrias quedaran totalmente atendidos en la etapa final de la negociación. Sobre la vulnerabilidad de las pymes y sectores específicos, como el agroindustrial, tuvimos una consulta permanente con los empresarios del ramo y con sus representantes, que asistieron a las diferentes rondas. El mejor ejemplo fue la negociación de Hawái, en la cual se estaban afectando intereses por acuerdos bilaterales y donde, de manera muy clara, tanto el Gobierno como el sector, dijimos que no íbamos, y no fuimos a esas negociaciones. Pero también estamos conscientes de que la mejor protección que podemos tener es impulsar la productividad de las pymes mexicanas. Si no apoyamos la profesionalización y el desarrollo tecnológico de nuestras pequeñas y medianas empresas, van a ser vulnerables. La mejor forma de protegerlas es haciéndolas mucho más competitivas y lograr su inclusión en la cadena de exportación. Tenemos un programa muy importante con Index para identificar una oferta de sustitución de importaciones por parte de pymes mexicanas para empresas tanto nacionales como transnacionales, que son exportadoras y que están en México. Es una oferta importante, de cerca de mil 500 a 2 mil mdd de inicio, donde hay empresas mexicanas que pueden sustituir esas importaciones a precios más competitivos gracias al tipo de cambio.
En la medida en que podamos exportar más y generar una diversidad más importante,
con nuevos productos y sectores muy competitivos, México quedará blindado
¿Cuál fue la postura del CCE sobre la cláusula de solución de disputas, propuesta por Estados Unidos, según la cual una multinacional puede demandar a un Estado si considera que sus inversiones han sido afectadas por una decisión gubernamental?
En el comercio justo hay que encontrar un equilibrio para que las empresas tengan una certidumbre jurídica para sus inversiones y para el comercio internacional. Se buscaron reglas muy claras —certidumbre en la inversión y mecanismos de solución de controversias— para que funcione el TPP. No obstante, en ningún lugar eso se puede dar por encima de la Constitución de los países ni de la soberanía nacional.
Por una parte se planteaba que la apertura comercial no fuese afectada por prácticas “anticompetitivas” —en relación a las empresas propiedad del Estado— y, por otra, Estados Unidos pugnaba por condiciones más favorables para las transnacionales de ese país. ¿No había inequidad en el planteamiento?
El objetivo fue evitar todo tipo de prácticas anticompetitivas, fueran de quien fueran. Había que evitar que los Gobiernos, las empresas trasnacionales o algunos sectores protegidos promovieran esas prácticas. Hacía ahí apuntaron las negociaciones del TPP, hacia la búsqueda de los equilibrios que nos permitan tener un mercado justo.
Expertos indicaron también que México ya tiene tratados de libre comercio con varios de los países involucrados en el TPP, por lo cual la firma del Tratado no necesariamente implicará un aumento en las exportaciones. De la misma manera, algunos otros países exportadores de manufacturas podrían desplazar las exportaciones de México a Estados Unidos. En la misma lógica, China podría triangular sus exportaciones hacia México vía otros países asiáticos, para beneficiarse de la preferencias arancelarias. ¿Cuál fue la posición mexicana ante estos asuntos?
Primero, aumentar el alcance de los mercados y, por ende, el potencial de las exportaciones a aquellos nuevos países a los que vamos a tener un acceso más directo. Segundo, porque la participación mexicana en las exportaciones que pueda hacer Estados Unidos —y otros socios como Canadá— a esas economías, representa un beneficio para México, pues estamos más integrados a sus cadenas de valor. Es entonces por dos vías. La vía directa, donde nosotros vamos a tener nuevos mercados de exportación, y la vía indirecta, por la integración comercial tan importante que tenemos con Estados Unidos. Si aprovechamos y continuamos con ese proceso de integración, las exportaciones americanas van a tener un contenido nacional mucho mayor. Incrementar la presencia que tenemos en nuestro mercado natural, que es Estados Unidos, que equivale a 80% de nuestro comercio, nos genera más competitividad. En el caso de las triangulaciones indebidas, fue necesario afinar todos los mecanismos de detección de estas prácticas para que no hubiera afectaciones a los procesos comerciales y, sobre todo, aplicar la ley. Asegurarnos que esas prácticas indebidas de comercio puedan identificarse, castigarse y evitarse, fue parte de los objetivos que buscamos.
Las negociaciones del TPP despegaron en el momento en que Estados Unidos expresa su interés en aliarse, en 2008, al grupo inicial de 2005. Ese interés se interpretó como una maniobra del vecino país del norte para hacerle frente a China. ¿Qué peso geopolítico tuvo este factor sobre el TPP? ¿Fue parte de la estrategia de competencia de mercados entre Estados Unidos y China?
Yo creo que sí. En el contexto geopolítico actual, China es muy relevante. El país asiático tiene peso por el tamaño de su economía, su población, su historia, su influencia mundial, lo que demanda, inclusive por la parte militar. Ante estos factores, Estados Unidos, al ser la potencia más importante a nivel mundial, es lógico que, de manera estratégica, cuidara sus intereses, y por eso se sumó a las negociaciones, para buscar aliados estratégicos en una zona geoeconómica y geopolítica donde el gran líder es China. El éxito de las negociaciones implica que los países decidieron entrar a un proceso de comercio justo. Si China lo decide también, como lo hizo con su entrada a la Organización Mundial del Comercio y a otros organismos multilaterales, seguramente habrá espacio para ellos y para muchos otros países que ahora están pidiendo su acceso al TPP.
En su momento, China propuso un Acuerdo de Libre Comercio Asia-Pacífico, como contrapeso al TPP. ¿Todavía es viable?
La delantera, la viabilidad y el exitoso cierre de las negociaciones del TPP hacen improbable que China pueda generar un contrapeso. Si este país empujó un tratado de libre comercio alterno para que el TPP no avanzase, tal vez fue el mejor aliciente para que las negociaciones fueran concluidas a la brevedad. Hoy, los 12 países involucrados saben que todos ganan con este acuerdo multilateral, y para México era fundamental no quedar fuera. Lo que hubiéramos perdido sería terrible. Toda la apertura y todo el trabajo de más de 20 años lo podríamos haber puesto en riesgo y por eso el sector empresarial ha acompañado en este esfuerzo al Gobierno de la República. Esperamos que el TPP se firme en 2016, para que sea sometido a la aprobación de los poderes legislativos de cada país. En el caso de México, deberá ser firmado por el presidente Enrique Peña Nieto o por un plenipotenciario designado por él y ratificado por el Senado para entrar en vigor.