El papel de los servicios en la economía del conocimiento
Ningún otro sector de la actividad económica se ha desarrollado tanto en la era digital como el de los servicios. Los bienes tangibles requieren días y hasta semanas para llegar al consumidor. Muchos servicios, en cambio, pueden hacerlo en fracciones de segundo. La red es su ecosistema natural.
Por: René A. Hernández, Alfredo Hualde, Nanno Mulder y Pierre Sauvé

El sector de servicios agrupa un conjunto de industrias y categorías laborales muy diversas pero relacionadas entre sí. Antes de la llegada de la revolución digital, era común definir los servicios como bienes inmateriales, de consumo y elaboración simultánea y, consecuentemente, no susceptibles de almacenar.1 Se destacaba asimismo el carácter no transable de buena parte de estas actividades, así como su escasa contribución al crecimiento de la productividad. A la mayoría del empleo sectorial se le catalogaba como poco especializado, intensivo en actividades de bajo nivel tecnológico y con limitado potencial para la innovación.2 En este contexto, la hipótesis conocida como “Enfermedad de Baumol” sugería que, con un crecimiento de la productividad cercano a cero, el sector de servicios constituía un lastre para el crecimiento de la economía en su conjunto. A diferencia de las manufacturas, se consideraba que el escaso progreso tecnológico asociado con los servicios restringía las perspectivas de crecimiento de la productividad.3 Una de las mayores implicaciones políticas de este enfoque fue que, de manera deliberada, se buscó evitar o retrasar la transición hacia un modelo de crecimiento más centrado en el sector de los servicios.

La vasta propagación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a partir de los ochentas del siglo pasado, provocó un giro casi completo de esta orientación política. Las TIC posibilitaron el almacenamiento, el traslado y el suministro a distancia de una gama cada vez más amplia de servicios, con el consecuente colapso del tiempo y del espacio. Hoy en día, muchos de los servicios pueden producirse en un punto geográfico y consumirse en otro.4 Esta capacidad de los servicios para integrase a los flujos comerciales internacionales dio la pauta a una reorganización del sector manufacturero global y a una creciente fragmentación productiva en la propia industria de los servicios. Las TIC añadieron complejidad al mundo de los servicios y favorecieron su creciente acoplamiento con las manufacturas en redes globales y regionales de producción. No sorprende entonces que los servicios dejaran atrás la imagen de bienes no transables con la que se les identificó en el pasado y que su deslocalización avanzara a pasos agigantados, principalmente de los países desarrollados hacia las economías en desarrollo. Expresados en términos de valor agregado —como debe hacerse—, los servicios ocupan ya una porción dominante del comercio mundial, bien sea en forma independiente o —con mayor frecuencia— incorporados a otros bienes y servicios. Las aplicaciones de las TIC han contribuido también a incrementar el potencial de innovación de los servicios en forma significativa, de forma tal que dejaron de considerarse como componentes auxiliares de las manufacturas y, por méritos propios, se han convertido en una fuente central de creación de valor.5

La capacidad de comercialización ha aumentado sobre todo en los llamados “servicios empresariales” y actualmente son los que se deslocalizan con mayor frecuencia. En las dos últimas décadas, las empresas han conseguido disminuir sus costos y aumentar su eficiencia aprovechando el acceso a fuentes foráneas de capital humano y de eficiencia técnica. El auge en la comercialización internacional de los servicios empresariales se ha visto favorecido por la reducción sin precedentes de los costos de transacción y un proceso continuo de liberalización del comercio y la inversión, emprendido bien sea en forma unilateral o como resultado de negociaciones multilaterales. 6 Este crecimiento de las exportaciones de servicios explica, en parte, la reciente y dramática expansión de las cadenas mundiales y regionales de valor, la forma predominante de organización de la producción y el comercio en la actualidad.7 De hecho, suele afirmarse que los servicios empresariales constituyen “el pegamento que une a estas cadenas”, dado el complejo papel que desempeñan tanto en la coordinación de la producción como en la distribución de bienes y servicios alrededor del mundo.8

La deslocalización de los servicios empresariales inició con el mantenimiento, la programación básica de software, el almacenamiento de contenidos digitales y otras actividades similares identificadas genéricamente con las siglas ITO (information technology outsourcing). Gradualmente se extendió a procesos empresariales específicos como los servicios de planeación de recursos empresariales, los de administración de recursos humanos y los de gestión de relaciones con clientes, en este caso identificados genéricamente como business process outsourcing (BPO). Otro grupo, cuya deslocalización no está aún tan extendida, es el de los servicios intensivos en conocimiento (knowledge process outsourcing, KPO) que, sin embargo, están adquiriendo una apreciable notoriedad en los últimos años. En este último grupo se incluyen actividades de alto valor agregado como los servicios legales, los de inteligencia comercial y los de análisis empresarial.9

La fragmentación de las actividades dentro de las cadenas de valor y su creciente deslocalización —ya sea por parte de países desarrollados y, en menor aunque creciente medida, por economías en desarrollo— dio por resultado un incremento significativo de la competencia tanto en los mercados nacionales como en el internacional.10 En este nuevo mundo globalizado, resulta esencial para las empresas conservar su competitividad mediante la combinación de dos estrategias que por largo tiempo se abordaron en forma independiente: la innovación y la internacionalización. A estas estrategias se les considera el motor de la transformación “tectónica” y del incremento en la productividad de los servicios ocurridos en las últimas tres décadas.11

La innovación en los servicios puede ser definida como el proceso que permite superar los desafíos presentes y anticipar los futuros, con vistas a incrementar la eficiencia y generar valor mediante la provisión de servicios. La innovación de los servicios es determinante porque añade valor; moldea y construye nuevas industrias y sectores; crea nuevos modelos de negocio, y contribuye a mejorar la competitividad al interior de las cadenas globales de valor. A diferencia de la manufactura donde la innovación depende en gran medida de la investigación y el desarrollo, en los servicios la innovación ocurre con la mejora de uno o más aspectos de su producción; es la llamada “innovación de procesos”, que incluye la adopción de tecnologías de la información; el aumento del conocimiento y las habilidades; el mejoramiento de la organización y la gestión; la mercadotecnia, o el desarrollo de nuevos servicios.12 Por su parte, la internacionalización de los servicios se vincula con la búsqueda de oportunidades de negocio en el extranjero, con una mayor participación en los flujos internacionales de comercio e inversiones y con la posibilidad de obtener conocimientos avanzados de fuentes de demanda externa.13

El conocimiento es el epicentro de la innovación en los servicios y uno de los factores determinantes de la competitividad internacional. Apoyarse en conocimientos existentes para crear nuevos tipos de servicios o acceder a nuevos conocimientos provenientes de fuentes externas contribuye a la innovación continua.14 Las empresas de servicios que operan en el exterior deben innovar continuamente pues están obligadas a adaptarse a nuevos y —con frecuencia— complejos sistemas legales y marcos normativos, superar barreras culturales, así como cumplir con estándares de calidad internacionales o adecuar la oferta de productos a las condiciones del mercado local. Más aún, al operar en mercados foráneos, las empresas suelen desenvolverse en entornos de mayor competencia, lo cual también incrementa su necesidad de innovar.15 No sorprende entonces la cantidad de evidencia empírica que sugiere que las empresas innovadoras tienen mayor potencial de exportación que aquellas que no lo son, y que las empresas exportadoras tienden a innovar más que aquellas que no participan en el mercado mundial.16

El vínculo entre la innovación y la internacionalización en los servicios ofrece a las empresas fórmulas novedosas para impulsar su crecimiento. Frente a la creciente deslocalización de los servicios y la expansión de las cadenas mundiales de valor, las empresas exitosas parecen apoyarse en la innovación y la internacionalización para construir y mantener sus ventajas competitivas. La innovación es impulsada por la necesidad de las empresas de asimilar el acervo de conocimientos que les permita aumentar la eficiencia, la productividad y la calidad. Cada vez con mayor frecuencia, las empresas recurren a la internacionalización para acceder a fuentes foráneas de conocimientos especializados y como parte de su búsqueda de nuevos mercados. Sin embargo, las empresas interesadas en la internacionalización deben, por lo general, innovar primero para estar en condiciones de cumplir con los estrictos estándares impuestos por los mercados internacionales.17

A medida que la presencia del sector de los servicios aumenta en la mayoría de los países, la innovación y la internacionalización de estas actividades se convierten en factores decisivos de la productividad y del crecimiento económico. Entre 2000 y 2014, la participación de los servicios en el pib mundial se incrementó de 67% a 70%; mientras que la participación de la agricultura y de las manufacturas se redujo. Los servicios representan una proporción mayor del pib en los países desarrollados y de menor cuantía en las economías de ingresos medios y bajos. Más aún, las naciones más avanzadas se han apartado progresivamente de las manufactura para enfocarse en los servicios, con lo cual han logrado percibir ganancias relativamente altas gracias a la innovación y a la internacionalización.18 Este es el marco de referencia para América Latina y el Caribe, cuyo sector servicios contribuyó en 2014 con cerca de dos tercios del pib. τ

 

Traducido con la colaboración

de Emilio García Acevedo

 

* Con autorización de los titulares de los derechos de autor, se publica un extracto del capítulo introductorio de R. Hernández et ál. (eds.), Innovation and Internationalization of Latin American Services (LC/L.4177), Comisión Económica para América Latina y el Caribe y Colegio de la Frontera Norte, Santiago, 2016. Título y traducción al español de Comercio Exterior.

 

*René A. Hernández labora en el área de Asuntos Económicos de la CEPAL. Alfredo Hualde es miembro del Departamento de Estudios Sociales del Colef. Pierre Sauvé es director de Programas Externos y Vinculación Académica en el Instituto de Comercio Mundial de la Universidad de Berna. Nanno Mulder encabeza la Unidad de Comercio Internacional de la División de Comercio e Integración Internacional de la CEPAL.

 

1 J. Gadrey, “The Characterization of Goods and Services: An Alternative Approach”, Review of Income and Wealth, Serie 46, núm. 3, septiembre de 2000.

2 P. Guerrieri y V. Meliciani, “Technology and International Competitiveness: The Interdependence Between Manufacturing and Producer Services”, Structural Change and Economic Dynamics, vol. 16, núm. 4, 2005.

3 W. J. Baumol, “Macroeconomics of Unbalanced Growth: The Anatomy of Urban Crisis”, The American Economic Review, vol. 57, núm. 3, 1967.

 

4 M. Miozzo y L. Soete, “Internationalization of Services: A Technological Perspective”, Technology Policy and Innovation in the Globalized Learning Society, vol. 67, núm. 2–3, junio de 2001.

 

5 C. Montgomery y M. Porter, Strategy: Seeking and Securing Competitive Advantage, Harvard Business Press, Boston, 1991.

 

6 J. Wirtz, S. Tuzovic y M. Ehret, “Global Business Services: Increasing Specialization and Integration of The World Economy as Drivers of Economic Growth”, Journal of Service Management, vol. 26, núm. 4, 2015.

 

7 Guerrieri y Meliciani, óp. cit.

 

8 D. Elms y P. Low, Global Value Chains in a Changing World, Organización Mundial de Comercio, Ginebra, 2013.

 

9 K. Fernandez-Stark, P. Bamber y G. Gereffi, “The Offshore Services Value Chain: Upgrading Trajectories in Developing Countries”, International Journal of Technological and Development, vol. 4, núm. 1-3, 2011.

 

10 E. Park, How Does The Global Relocation of Business Activities Affect Firm Innovation? An Empirical Analysis of The Impact of Offshoring on Innovation in Danish Firms .

 

11 M. Miozzo y L. Soete, óp. cit.

 

12 F. Gallouj, Innovation in Services: The New Wealth of Nations, Edward Elgar Publishing Limited, Londres, 2002.

 

13 K. Kyläheiko, et ál., “Innovation and Internationalization as Growth Strategies: The Role of Technological Capabilities and Appropriability”, International Business Review, vol. 20, núm. 5, octubre de 2011.

 

14 E. Park, óp. cit.

 

15 C. Castro-Lucas, et ál., “International Performance and Innovation in Services: Preliminary Findings from Logistical and Engineering Consultancy Services”, International Business Research, vol. 6, núm. 2, 2012.

 

16 P. Ganotakis y J. Love, “R&D, Product Innovation, and Exporting: Evidence from UK New Technology Based Firms”, Oxford Economic Papers, vol. 63, 2011.

 

17 E. Park, óp. cit.

 

18 J. Wirtz, S. Tuzovic y M. Ehret, “Global Business Services: Increasing Specialization and Integration of The World Economy as Drivers of Economic Growth”, Journal of Service Management, vol. 26, núm. 4, 2015.