Encuentros entre México y Marruecos
Por: Indira Iasel Sánchez Bernal*

En la narrativa de la política exterior de México, constantemente se habla de la necesidad de diversificar y ampliar nuestras relaciones políticas, económicas y comerciales con otros países. Este discurso no es nuevo; en realidad, ha estado presente desde la consolidación del Estado mexicano (de acuerdo con las relaciones de naturaleza, necesidad, política o dependencia), en forma de cooperación en foros multilaterales, de apoyo a los países del sur, o de acuerdos y tratados comerciales. El apartado V del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 resalta el papel de México como un actor con responsabilidad global y plantea cuatro objetivos: “(1) Ampliar y fortalecer la presencia de México en el mundo; (2) promover el valor de México en el mundo, mediante la difusión económica, turística y cultural; (3) reafirmar el compromiso del país con el libre comercio, la movilidad de capitales y la integridad productiva, así como (4) velar por los intereses de los mexicanos en el extranjero y proteger los derechos de los extranjeros en el territorio nacional”.[1]Sin embargo, la diversificación de México hacia algunas regiones, primordialmente Asia sudoccidental (Medio Oriente) y el continente africano, al final de la pasada administración, fue limitada y poco fructífera, especialmente en zonas que no pertenecen a la península Arábiga.[2]

Las relaciones políticas y económicas de México con África, pese a los múltiples esfuerzos realizados, siguen siendo poco profundas y de funcionalidad limitada, por cuanto se considera que ese continente está muy lejos de México, es inestable políticamente y tiene problemas económicos, una idea ciertamente deformada. El demógrafo Emmanuel Todd señala en su libro Después del Imperio: Ensayo sobre la descomposición del sistema norteamericano que países como Sudáfrica, Ruanda y Nigeria tendrán una revolución cultural que se traducirá en procesos de democratización y en un mayor desarrollo económico. Basta mirar algunas cifras: “Entre 1980 y 2000, la tasa de alfabetización [...] pasó de 40 a 67 por ciento en Ruanda, de 33 a 64 por ciento en Nigeria, de 40 a 63 por ciento en Argelia, de 77 a 85 por ciento en Sudáfrica, de 80 a 90 por ciento en Zimbabue”.[3]Sin duda, los procesos de alfabetización tendrán un impacto en la conciencia sociopolítica de las poblaciones y contribuirán a la universalización de la democracia, a la par que generarán un mayor desarrollo económico.

Los estereotipos son producto de una matriz epistémica colonial, impuesta tanto en África como en México. Propician un desconocimiento recíproco y entorpecen las relaciones económicas y sociopolíticas. Pese a ello, de 2000 a 2016 el comercio entre México y África se multiplicó por 20, al pasar de 42 a 857 millones de dólares, según un artículo publicado por Gabriela Jiménez Cubría en El Economista.[4]Productos como el trigo, el garbanzo, el azúcar o el maíz blanco han destacado entre las exportaciones al continente africano. Sin embargo, a África se la sigue viendo como un gran mercado y no como un aliado. Son pocos los países de ese continente que tienen impacto medio en México: Sudáfrica, Marruecos, Egipto, Argelia, Túnez, Libia, Nigeria y Costa de Marfil. Y dicho impacto ocurre en el espacio de lo cultural, en las votaciones conjuntas en organismos multilaterales como las Naciones Unidas y, sólo recientemente, en el ámbito comercial, pero sin que represente relaciones muy estrechas ni muy funcionales.

Este artículo responde a la pregunta de cuáles son las posibilidades y la utilidad de la diversificación de México en contextos poco estudiados y poco conocidos como los africanos. Lo centraré en el espacio magrebí, mediante el caso marroquí, el país de los Tajines, como me atrevo a llamarlo.

Marruecos forma parte de la región occidental del norte de África, mejor conocida como el Magreb o “lugar en donde se pone el sol”. La región comprende los países de Argelia, Marruecos, Mauritania, Túnez, Libia y el tan disputado Sahara Occidental. Aunque pertenece geográficamente al continente africano, el Magreb se relaciona más con Medio Oriente, debido a sus características árabes e islámicas. Esta división geográfica fue empleada por los colonizadores ingleses, españoles y franceses para definir sus zonas de influencia y, de alguna manera, vincular más el norte de África a los países europeos, aunque en realidad la región no deja de ser africana.

Marruecos tiene un territorio de 446 mil 550 km2 (sin el Sahara Occidental) y en 2017 su población era de 35 millones 739 mil 580.[5]El comúnmente llamado reino alauí goza de una posición estratégica: es puerta de entrada al continente africano y puente hacia Europa occidental a través del Mediterráneo. Un territorio que sorprende al viajero con sus Atlas, con la zona montañosa del Rif y con la gran extensión del Sahara. Una tierra llena de contradicciones que se mueve entre dinámicas tribales, rurales y urbanas, entre el islam y el secularismo. Un país de clara identidad árabe pero con una nutrida población amazigh (berebers) y que busca desde 1956, cuando se independizó, consolidarse como un Estado nación moderno.

Su sistema político se define como una monarquía constitucional islámica y democrática. Tres reyes han ejercido el poder ejecutivo —Muhammed V (1957-1961), Hassan II (1961-1999) y Muhammad VI (de 1999 a la fecha)— dentro de un sistema pluripartidista y con elecciones regulares desde 1977. Marruecos ha experimentado procesos de cambio político importantes, por ejemplo, cuando Abderramán Yusufi se convirtió en primer ministro (1997) o cuando triunfó el Partido Justicia y Desarrollo en las elecciones anticipadas de 2011, tras las protestas árabes.

 

“Tenemos oportunidades en el ámbito agrícola, en la venta de productos halal y en la cooperación técnico-hídrica.”

 

En lo económico, su PIB fue de 109.1 miles de millones de dólares en 2017.[6]De acuerdo con la Dirección de Estudios y Previsiones Financieras del Ministerio de Economía y Finanzas del Reino de Marruecos, el crecimiento económico en 2018 fue de 4.1%.[7]Es uno de los países norafricanos que han apostado por la apertura de mercados y el libre comercio. Según la misma fuente, Marruecos tiene un porcentaje de apertura al libre mercado muy alto: “En comparación con otros países emergentes, el nuestro registra una tasa de apertura promedio durante el periodo de 2008-2016 del orden de 62%, o sea una tasa superior a la de Sudáfrica (57%), Turquía (42%) y Brasil (19%). Sin embargo, sigue siendo inferior a la registrada [...] por Malasia (135%), Túnez (87%) y Polonia (76%).” Marruecos ha intentado ampliar su espectro de actividades económicas (agricultura, pesca, industria textil, fosfatos, turismo), lo que ha fortalecido su posición en la región norafricana. Aunque mantiene un fuerte intercambio comercial con Francia y España, el porcentaje que representa la Unión Europea en su comercio total disminuyó de 75.5% en 2000 a 64.8% en 2016, lo que significa que el país magrebí está haciendo un gran esfuerzo por reducir su dependencia con respecto a esa zona.

El gobierno pretende que Marruecos mantenga un crecimiento inclusivo y sostenible, innovando en el ámbito de la economía verde, lo que vuelve atractivo al país para la inversión extranjera directa (IED). El gran obstáculo económico de Marruecos está en el alto índice de desempleo, una de las causas del Movimiento 20F en 2011. Hasta ahora, no se ha podido solucionar y es uno de los mayores desafíos del reino. Pocos países con economía de mercado, sean desarrollados o no, han podido resolver la contradicción económica del desempleo, que en algunos casos se puede convertir en una amenaza.

Entre 2006 y 2018 Marruecos cambió enormemente. Se volvió atractivo para la IED y convirtió a China en uno de sus grandes inversores. Otra razón por la cual el gobierno mexicano debe estrechar sus lazos con las economías africanas, en especial la marroquí.

México y Marruecos han tenido relaciones diplomáticas desde que éste se independizó en 1956. Estas relaciones se oficializaron en 1962 y en 1964 se aceptó a Ali Bengelloun como embajador en México. Poco a poco las relaciones se han extendido al espacio económico. En 2018, se firmaron más de 14 acuerdos en los rubros de comercio, medio ambiente y combate a la corrupción. Culminó así una labor que inició con la visita del rey Muhammed VI a México en 2004 y la visita del presidente Vicente Fox a Marruecos en 2005.

Marruecos y México tienen similitudes que la geografía y el desconocimiento a veces nos ocultan. Ambos son países fronterizos y tienen como vecinos a grandes referentes de la política internacional: México a Estados Unidos y Marruecos a la Unión Europea.

Ambos países tienen una historia de colonización y están llenos de contradicciones poscoloniales, sobre todo en lo que toca a la integración de los pueblos originarios y a diversos problemas sociopolíticos y económicos importantes: la gran brecha económica y social, las dinámicas de corrupción y los conflictos migratorios. Ambos viven procesos de transformación económica y política, e intentan consolidar sus democracias. Estas similitudes abren una oportunidad para los dos países. Pueden coincidir en la búsqueda de soluciones comunes a problemas comunes, de manera independiente y simétrica.

Cuando uno toca tierra marroquí, pareciera que está pisando suelo mexicano.

La calidez de la gente, el clima, las grandes extensiones de nopaleras (la cooperación técnica entre México y Marruecos en 2006, para enseñar allá los diferentes usos del nopal, fue uno de los primeros esfuerzos por derribar la barrera de los estereotipos) y el Sahara, que bien podría ser el desierto de Chihuahua: todo ello nos recuerda que tenemos más en común de lo que pensamos y que en el espacio de esas similitudes siempre existe la posibilidad de negociar y recrear áreas de oportunidad.

En 2017, la balanza comercial entre ambos países fue deficitaria para México (ver el Cuadro 1). El principal producto marroquí en México es el fosfato. México, por su parte, envía butano (ver el Cuadro 2). Las variedades de productos comercializados son aún mínimas y sólo algunas empresas, como Bimbo, Cementos Mexicanos y Tamsa, están presentes en el territorio alauí.

Una balanza comercial deficitaria para México permite entrever que no se han analizado a profundidad las oportunidades de México en dicho país. El comercio sólo se ha realizado a pequeña escala y el 96% corresponde a los fosfatos. Tenemos enormes oportunidades en el ámbito agrícola, en la venta de productos halal[8]y en la cooperación técnico-hídrica. Más allá del espacio comercial, nos unen problemas para los cuales podemos generar soluciones conjuntas y enmarcadas en el llamado sur global: estrategias para mitigar la corrupción institucional; fórmulas para atemperar los procesos migratorios sin caer en los esquemas de corte más punitivos que impulsan Estados Unidos y la Unión Europea; acciones para disminuir la brecha social y económica; acuerdos para establecer lazos trasatlánticos, porque esta relación no sólo une a dos países sino que también ayuda a afianzar los vínculos entre África y América Latina.

Recordemos que el comercio no ocurre en el vacío: se realiza a través de las personas. La historia de México no sólo es española, indígena o africana. También tiene un poco de lo árabe. La dinámica económica y política del mundo contemporáneo demanda el fortalecimiento de las relaciones entre iguales, necesarias para enfrentar los grandes retos por venir.

 

* Es profesora-investigadora en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey, campus Santa Fe.

 

 

[1]Gobierno de la República, Plan Nacional de Desarrollo, 2013, págs. 99-100 http://itcampeche.edu.mx/wp-content/uploads/2016/06/Plan-Nacional-de- Desarrollo-PND-2013-2018-PDF.pdf

[2]Habrá que recordar que, tras la visita del presidente Enrique Peña Nieto a la península Arábiga en 2016, se firmaron 52 acuerdos comerciales, cinco de ellos en materia energética (enmarcados en la reforma energética mexicana), además de que se alentó la cooperación técnica y cultural. Gracias a esa visita, se fortaleció la relación con Jordania y se establecieron relaciones con Qatar.

[3]Emmanuel Todd, Después del Imperio: Ensayo sobre la descomposición del sistema norteamericano, FOCA, Madrid, 2003, p. 27.

[4]Ana Gabriela Jiménez Cubría, “Así es como México multiplicó por 20 su comercio con África”, El Economista, 3 de agosto de 2017 https://www.economiahoy.mx/ economia-eAm-mexico/noticias/8534614/08/17/Asi-es-como-Mexico-multiplico-por-20-su-comercio-con-Africa.html

[5]Datos del Banco Mundial https://data.worldbank.org/country/morocco?view=chart

[6]Idem.

[7]Resumen del Informe Económico y Financiero 2018 de la Direction des Etudes et des Prévisions Financières, Ministére de l’Economie et des Finances https://www.finances.gov.ma/Docs/DB/2018/SyntheseREF2018esp.pdf

[8]Proceso de garantía de calidad aplicado a alimentos, productos y servicios según la Normatividad Halal.