Entrevista con el Embajador de México en Chile, Otto Granados Roldán
Por: Norma Garibayy

La relación entre México y Chile

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En términos generales, ¿la relación bilateral se mantiene como una relación estratégica?

Este año estamos cumpliendo el 25º aniversario de la reanudación de relaciones diplomáticas entre ambos países, interrumpidas durante el largo periodo de la dictadura militar. Y, en este sentido, diría que no solo es una relación estratégica, sino de muy alta calidad y en cierto modo sofisticada por la variedad de campos en los que tenemos una vinculación concreta, intercambios de todo tipo o bien mecanismos de cooperación, como el Fondo Conjunto México-Chile, que fue el primero que tuvo México, y que a la fecha lleva financiados 64 proyectos en áreas como educación, competitividad o medio ambiente. Solo en el último año, ha habido cuatro encuentros entre los presidentes Peña Nieto y Bachelet; 10 más a nivel de cancilleres y viceministros; seis visitas a Santiago de gobernadores estatales y de secretarios de Estado, y 45 delegaciones mexicanas de funcionarios, parlamentarios, empresarios, académicos, creadores y líderes sociales, que han venido a Chile para profundizar distintos esquemas de trabajo y colaboración, entre ellas por supuesto incluyo la visita del director general de Bancomext, Enrique de la Madrid Cordero.

La relación comercial y económica

En 2014 se celebraron los primeros 15 años del Tratado de Libre Comercio entre ambos países y el balance es estupendo. El comercio bilateral ha venido creciendo a tasas anuales de 9%; intercambiamos bienes y servicios por casi 4 mil millones de dólares anuales, frecuentemente superavitarios para nuestro país y además con una canasta muy complementaria pues México envía básicamente manufacturas y Chile principalmente commodities y derivados. Calculamos que hay unas mil 600 empresas chilenas que importan bienes y servicios mexicanos y alrededor de 900 chilenas que exportan a México más de mil 100 productos. Por su parte, las inversiones en ambas direcciones han llegado a alrededor de 5 mil millones de dólares, si bien hay que decir que en este aspecto ha sido mucho más veloz y abundante la inversión mexicana en Chile, que representa probablemente 80% de ese monto y sigue llegando. Y hay dos características que quisiera destacar: una es que algunas de las empresas mexicanas han tomado una posición muy relevante en el mercado chileno, como Grupo Bimbo, que en ciertos productos debe tener entre 42 y 48% de la cuota de mercado; América Móvil que está ya cerca de 30% en algunas modalidades de telefonía e internet; Alsea que es la operadora de Starbucks o Burguer King con más de 50 tiendas cada franquicia y que claramente lidera este renglón, y así podría citar varios casos más. Y la otra es que sigue llegando. Tan solo en los últimos tres meses se anunció el aterrizaje de Cinépolis, que adquirió una cadena nacional con algo así como 143 salas, lo que lo colocará claramente como el principal exhibidor en Chile; o Grupo Gigante, que recién ha comprado Prisa, una empresa chilena líder en productos para oficina, y que seguramente operará como Office Depot.

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¿Nos podría especificar cuáles son los sectores que usted cree que representan oportunidades para las empresas mexicanas que quieran exportar e invertir en Chile?

Partamos de dos premisas. Si bien el tamaño del mercado es pequeño ?apenas 17 millones de habitantes?, Chile es el país con el mayor ingreso per cápita de la región medido en PPP (Purchasing Power Parity), por arriba de los 23 mil dólares, según reporte del Fondo Monetario Internacional de octubre del año pasado; esa es una. La otra es que la composición de su matriz productiva está aún concentrada en sectores como la minería de cobre, industria vitivinícola, productos pesqueros, madera, papel y celulosa, fundamentalmente. Esto sugiere, como criterio general, que la industria manufacturera mexicana tiene una ventana de oportunidad muy interesante en sectores como el automotriz y el de autopartes, el eléctrico y electrónico, en el de productos de salud y belleza, algo en el aspecto agroindustrial, educación on line y servicios de capacitación, entre otros. Y, por otro lado, subrayaría el tema de infraestructura; de hecho, en el pasado ha habido ya una presencia muy activa e importante de empresas constructoras y concesionarias mexicanas. Bancomext participó en alguna época, incluso, operando en Chile; ahora una más, aliada con otra española, acaban de ganar un concurso para construir un hospital; ICA está haciendo algo en el metro de Santiago pero está explorando nuevas cosas, en fin, hay espacio, sin duda.

Si bien el tamaño del mercado es pequeño ?apenas 17 millones de habitantes?, Chile es el país con el mayor ingreso per cápita de la región medido en Purchasing Power Parity

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A su juicio, ¿qué es necesario impulsar para que crezcan de manera importante tanto el comercio bilateral con México como las inversiones mutuas?

Yo lo pondría de otra forma. El intercambio comercial, como dije antes, seguirá aumentando, pero llegará un día en que sus tasas de crecimiento sean menores, más lineales, entre otras razones por el tamaño del mercado chileno, las distancias geográficas, los costos de transportación, la vinculación de cada país con terceros mercados, etcétera. Supongamos que por cualquier causa de pronto se triplicaran las exportaciones mexicanas a Chile, es decir que se fueran de los 2 mil millones de dólares actuales a 6 mil, este monto sería apenas equivalente a seis días de exportaciones totales mexicanas al mundo en 2014. Lo que quiero decir con esto es que debemos explorar formas más imaginativas de relación económica que solo el intercambio de bienes. Es decir, para los chilenos es mucho más atractivo crecer en México, solos o asociados con mexicanos, porque si son exportadores tienen un mercado más grande de 120 millones de consumidores, o porque si son inversionistas pueden convertirse en empresas NAFTA que tienen ante sí un mercado de 470 millones de consumidores. Y para los mexicanos operar desde Chile como una plataforma hacia Sudamérica es el lugar ideal. Este es el target que me parece debemos privilegiar. A mí me gustaría, en este aspecto, ver empresarios chilenos más arriesgados, más decididos a estar en México. Creo que les conviene mucho.

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En información del sitio web de la embajada, se dice que en 2012 las inversiones chilenas en México llegaron a los 868 millones de dólares, convirtiéndose en el octavo destino de las inversiones directas de Chile, las cuales se diseminan en Durango, Guanajuato, Jalisco, Estado de México, Distrito Federal, Michoacán, Nuevo León, Sonora, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán y Zacatecas. ¿Podría abundar el tipo de producción acorde a los estados mencionados?

Hay varios ejemplos como Molymet, en Sonora, que trabaja con molibdeno; Tresmontes Luchetti, en el sector alimentario, con plantas en Jalisco; CPMC, en el ramo papelero, en Tamaulipas y Nuevo León, esos son algunos de los más notables.

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¿Cuál sería el aprendizaje para México sobre el caso de Chile?

Siempre es complicado extraer paralelismos que apliquen en lo general. Cada país tiene circunstancias políticas, históricas, geográficas, climáticas y de otra naturaleza que son distintas, propias y a veces irrepetibles. Pero diría que, si hay algo en que Chile ha sido muy exitoso ?y lo ha sido en muchos aspectos?, es en haber hecho bien la tarea, en haber sido muy tesonero e institucional en la instrumentación de políticas públicas liberales, donde el mercado ha tenido un papel preponderante, en políticas de sentido común, ordenadas y transparentes. Creo también que uno de los rasgos es haber sabido darle a la sociedad el papel activo que le corresponde. Dicho esto, agregaría que en Chile, en general, es sencillo hacer negocios y ha salido muy bien calificado en los rankings internacionales como Doing Business (DB) y Transparency International. Hay que notar, sin embargo, que en la última edición del DB, de 2014-2015, la mejor posición regional ya no la obtuvo Chile sino Colombia (posición 34), Perú (35) y, en el caso de México, avanzó cuatro lugares, la mejor posición en una década: del 54, en 2011, al lugar 39.

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Retos con base en la Alianza del Pacífico. Se habló de que los países de esta Alianza, Colombia, Perú, Chile y México, iban a compartir oficinas de promoción en otros países, ¿cuáles son los avances en este tema? Además de que se eliminaron las visas entre México y Chile para los visitantes, se iba a apoyar a los empresarios otorgándoles una visa única de negocios, ¿todavía está en pie este proyecto al ya no ser necesaria la visa?

Habría que partir por afirmar que la Alianza del Pacífico es sin duda el proyecto de integración más interesante e innovador que hay en la región. No es casual que a sus cuatro miembros fundadores les sigan ya dos nuevos países que pronto ingresarán, Costa Rica y Panamá, y otros 30 países más que tienen el carácter de observadores. Pero además ya está arrojando logros muy concretos, tales como el incremento de 85 y 65% en entradas de turistas y personas de negocios por supresión de visas; la agilización en el otorgamiento de registros sanitarios de medicamentos que se redujo de 180 a 60 días; la integración gradual de los mercados de valores de los cuatro países en el llamado Mercado Integrado Latinoamericano (MILA), donde, entre otras cosas, pueden ser invertidos los recursos de las AFORES; la desgravación de 100% del universo arancelario: 92% de manera inmediata y 8% restante a plazos graduales que van hasta 17 años; las embajadas y agencias de promoción económica en sede compartida; los programas de mejora de la competitividad e innovación empresarial, así como diversos programas académicos y de movilidad estudiantil. Como se puede ver, la agenda es riquísima y concreta. En el punto específico de las visas, debo decir que la plataforma para otorgar la denominada visa única para empresarios de la Alianza del Pacifico está en proceso de habilitación, pero los empresarios chilenos pueden viajar en actividades de negocios y permanecer en México hasta 180 días, sin necesidad de visa.

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Labor de coordinación con organismos como Bancomext

La visita del director, Enrique de la Madrid Cordero, que realizó en noviembre pasado con la finalidad de incrementar la relacion comercial con Chile, ofrece la oportunidad de respaldar muchas de las ideas que hemos comentado en esta entrevista, en especial la de proveer mecanismos financieros que permitan a los empresarios de ambas naciones expandir sus operaciones como exportadores, importadores, inversionistas, o bien en liderar procesos de joint ventures mediante el apoyo y la asistencia técnica de Bancomext. De hecho, nos gustaría tener una mayor visibilidad en Santiago de todos los productos y enfoques que el Banco está formulando precisamente para contribuir al dinamismo económico y comercial.

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¿Acorde a su experiencia en Chile, que se ha dado en dos temporadas, qué diferencia encuentra en cada una de ellas, hablando de sus retos y de la coyuntura en cada etapa?

Dos cosas. Una es que el mapa global en materia económica, tecnológica, productiva y geográfica ha cambiado y sigue cambiando hacia lo que Robert Manning llamó un mundo postoccidental. Esto hace que tanto México como Chile deban reflexionar con mucha creatividad en cómo afrontar de manera competitiva un cambio de tal dimensión. La otra es que nuestro TLC ha sido un tremendo éxito y estamos participando de manera entusiasta y comprometida en nuevos proyectos de integración en la Alianza del Pacífico y el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) ?al cual pertenecen Estados Unidos, México, Canadá, Japón, Singapur, Malasia, Chile, Nueva Zelanda, Australia, Perú, Brunéi y Vietnam. Pero debemos ir más allá en el aliento a nuevas formas y esquemas de inversión conjunta, de cooperación, porque hay lecciones aprendidas relacionadas tanto con el alcance real de la apertura comercial como con la ejecución de la nueva agenda de innovación y productividad que parecen ser los signos vitales de todo país que quiera ocupar una posición mucho mejor en un ambiente de competencia global y regional, que no teníamos tan claramente perfilado hace 15 o 25 años.

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Para terminar, y pasando a otro aspecto, ¿qué le ha producido mayor asombro en los ámbitos sociales y culturales? ¿En qué nos parecemos los mexicanos y los chilenos y en qué nos diferenciamos?

Al igual que con los seres humanos, ningún pueblo es igual a otro, aunque compartan ciertos rasgos, historias, lenguas o culturas. Hay, por supuesto, una estrecha y fraterna amistad que ha unido a México y Chile a lo largo de toda su historia. Los ejemplos sobran. En los años veinte del siglo pasado Gabriela Mistral, invitada por Vasconcelos, colaboró en la creación de la SEP y algunos de sus programas, lo que explica que probablemente México sea uno de los países donde mayor número de escuelas lleva el nombre de Gabriela Mistral. En los cuarenta, Pablo Neruda no solo recorrió México firmando ejemplares de la primera edición ilustrada del Canto general sino que, junto con Gonzalo Rojas años más tarde, encantó a legiones de lectores mexicanos que volvieron a creer que “la poesía es la única prueba concreta de la existencia” del ser humano, como decía Cardoza y Aragón. En los setenta y ochenta el exilio chileno enriqueció de manera notable la vida intelectual y académica mexicana. Y México, por su parte, ha estado también fuertemente arraigado a todo lo largo de Chile a través de la educación, las artes visuales, la música, el cine, el folclor o las industrias creativas. Son ejemplos no solo éticos por la coyuntura solidaria en que fueron pintados, sino también estéticos los maravillosos murales de Jorge González Camarena en la Pinacoteca de Concepción y de David Alfaro Siqueiros en Chillán; las 10 “Escuelas México” que hay en Chile; el Centro Cultural Diego Rivera en Puerto Montt o las casi 350 obras de pintores mexicanos que forman parte del acervo del Museo de la Solidaridad Salvador Allende. Como se podrán imaginar, esto es lo que sostiene el tejido entre dos naciones y que, en la práctica, va más allá incluso de las propias instituciones y los Gobiernos.