¿Cuáles son los orígenes de la UNAQ?
La idea de la universidad surge en 2005 como parte del proyecto que promueve la instalación de Bombardier en el país. México fue uno de los emplazamientos elegidos por la empresa canadiense para fabricar componentes y subensambles. Pero era necesario desarrollar la infraestructura educativa pública requerida para atender la demanda de personal capacitado por parte de la naciente industria aeronáutica en el estado. El proyecto integral incluía la creación de una institución que atendiera la formación de técnicos superiores universitarios (TSU), profesionales de mandos medios, ingenieros e investigadores.
La UNAQ fue parte de esa propuesta, pero no solo enfocada a cubrir los requerimientos de la empresa canadiense, sino con la mira puesta en un desarrollo del capital humano que nos permitiera atraer mayor inversión, sobre todo para proyectos de manufactura y ensamble, mantenimiento y reparación de componentes y sistema de aeronaves.
El impulsor fue el gobierno del estado, que buscó coordinarse con la Subsecretaría de Educación Superior del Gobierno de la República para crear un organismo que se financiara y operara de manera conjunta. De ahí que operemos como un organismo público descentralizado del gobierno de Querétaro que es financiado a partes iguales por los gobiernos federal y estatal.
La institución fue incubada por la Universidad Tecnológica de Querétaro, muy reconocida y con experiencia en el desarrollo de estudios de factibilidad y análisis para la creación de centros educativos. Nuestra universidad, abrió sus puertas en noviembre de 2007. Sus objetivos eran, entre otros, la formación de profesionales e investigadores para atender las necesidades de las compañías aeronáuticas. Además, la UNAQ es un instrumento de política pública creado para detonar el sector aeronáutico de nuestro país.
¿Cómo se definieron las carreras y los planes de estudio?
Somos parte de un subsistema de universidades tecnológicas y politécnicas que incluye la generación de estudios de factibilidad previos a la creación de las instituciones y de su oferta educativa. A partir de esos análisis se determina qué programas se requieren, para qué sectores, el tipo de formación docente, el número de egresados que se necesitarán para los años siguientes y el interés de la sociedad por los programas educativos. Después, un comité interno evalúa la viabilidad de la oferta educativa.
En el caso particular de la UNAQ, analizamos en su momento las perspectivas de crecimiento de la industria aeronáutica, así como la evolución esperada de la demanda de personal y el tipo de habilidades requeridas. Arrancamos en enero de 2009 con dos programas: de TSU en aviónica, enfocado al mantenimiento de aeronaves, y el de ingeniería aeronáutica para los procesos de manufactura.
A diferencia de las que se imparten en otras instituciones, nuestra ingeniería aeronáutica no se enfoca en el diseño aerodinámico o en el sistema de propulsión, sino en procesos asociados como sistemas de gestión de calidad o la fabricación y ensamble de componentes y sistemas de aeronaves.
Fuimos realistas e identificamos que la tecnología aeronáutica que se empleaba en México, se desarrollaba mayoritariamente fuera de nuestras fronteras. Entonces nos enfocamos en crear programas que satisficieran las necesidades técnicas de las compañías de ensamble de componentes, fabricación y servicios de ingeniería necesarios para la manufactura.
Así abrimos nuestros primeros programas, aunque seguimos trabajando en los de fabricación. En sus primeros años, la UNAQ desarrolló programas de capacitación técnica muy cortos y las personas obtenían un empleo al concluir su formación. Esos cursos duraban tres y cuatro meses, y así formamos a cientos de técnicos que permitieron a Bombardier, Safran, Airbus y otras compañías iniciar su operación en el estado. Más adelante, empezó o tomar impulso la formación de tsu e ingenieros.
¿Cómo ha sido la evolución de su matrícula y de su oferta educativa?
Arrancamos en enero de 2009 con 96 estudiantes; hoy nuestra matrícula de tres niveles (TSU, ingeniería y posgrado) ronda los mil 500. Ha sido una gran evolución en dos vertientes: el número de estudiantes que se gradúa y, sobre todo, su empleabilidad: un buen parámetro de la aceptación que gozan nuestros egresados entre la industria aeronáutica del país.
En TSU tenemos un porcentaje de contratación de 85% transcurridos como máximo seis meses después de su graduación, y en ingenierías, de 91%. En el caso de nuestros estudiantes de posgrado, la mayoría ya cuenta con un contrato de trabajo vigente en alguna compañía. Esto dice mucho de la pertinencia de los programas y de la atención a las necesidades del sector. En formaciones técnicas, los porcentajes de contratación son incluso mayores. Como las hacemos en función de las necesidades de cada compañía, tenemos cifras que llaman la atención: 96% de quienes concluyen un curso tienen empleo al día siguiente de terminarlo. La rentabilidad social de estos programas es muy alta, lo que señala cómo la institución busca ser útil a la sociedad.
Debemos mencionar que tenemos estudiantes de las 32 entidades federativas, incluso algunos extranjeros. También hay retos: tenemos compañías que quieren traer programas de fabricación que exigen mayores competencias.
JORGE GUTIÉRREZ DE VELASCO RODRÍGUEZ
¿Cómo funciona la bolsa de trabajo de la UNAQ? ¿Cuáles son las principales empresas que emplean a sus egresados?
El modelo educativo requiere que los estudiantes hagan prácticas profesionales al final de su formación, por lo que su último curso lo realizan en una compañía. Esta estancia les permite forjarse una oportunidad laboral. Durante un cuatrimestre son evaluados por la empresa y comúnmente reciben propuestas de empleo; los estudiantes que no la obtienen, utilizan la bolsa de trabajo en la que están las empresas. Se busca hacer el match mediante la búsqueda de opciones laborales dentro y fuera del país.
Más de 95% de las compañías aeronáuticas establecidas en el país (más de 340) son extranjeras y muchos de nuestros egresados trabajan en ellas. Como parte de su desarrollo profesional, es común que los manden al extranjero para sus procesos de formación en tecnologías, desarrollo de liderazgo y en su proceso de transferencia.
Nuestros egresados también encuentran acomodo en la industria automotriz, y otros trabajan en compañías del ramo eléctrico y electrónico, de diseño, de procesos de fabricación, calidad, etcétera. Una compañía con la que tenemos una relación estrecha es General Electric Infraestructure Querétaro, que ocupa a más de mil 800 ingenieros, entre los que están decenas de nuestros egresados. Esa empresa forma a su talento con programas de desarrollo dentro y fuera del país, lo que hace que los chicos vivan experiencias de movilidad.
Debemos seguir fortaleciendo y ampliando nuestros vínculos, tanto con empresas como con organismos nacionales e internacionales de investigación, universidades y entidades públicas. Por ejemplo, mantenemos relaciones con el Ministerio de Educación de Francia, con instituciones rusas, polacas, italianas, canadienses, entre otras.
¿Qué proyectos tiene la UNAQ con empresas privadas?
Entre los objetivos del decreto de creación de la UNAQ están las actividades de educación continua, desarrollo tecnológico y generación y diseminación de conocimiento. En esos aspectos, y gracias a las capacidades que ha desarrollado, la UNAQ ha podido hacer, además de sus actividades de formación, otras que nos vinculan con el sector empresarial y el público. Destaco aquí los servicios de educación continua, con los que atendemos anualmente a unas 3 mil 600 personas de aerolíneas, autoridad aeronáutica y fuerzas armadas de todo el país y de la región centroamericana. Esto nos permite, entre otros asuntos, generar recursos propios. Tenemos cursos para formación para sobrecargos, oficial de operaciones, pilotos, control de tráfico aéreo y de mantenimiento de una gran variedad de aeronaves. Además, estamos haciendo la planificación para nuestro Colegio de Pilotos. Otra actividad es el desarrollo tecnológico. Tenemos infraestructura atípica: 14 aeronaves (somos la institución pública que más tiene después de la Fuerza Aérea) para formación, algunas con características museográficas que son utilizadas para la formación de sobrecargos, oficiales de operación, pilotos, diseñadores, etcétera. Hemos participado en fondos públicos; muy particularmente, en los años recientes, en los programas de estímulos a la innovación y fondos mixtos del Conacyt, y para la productividad y competitividad industrial de la Secretaría de Economía, así como fondos de la Agencia Espacial Mexicana.
En 2016 y 2017 fuimos de las instituciones que obtuvo más fondos públicos y que más recursos ejerció para investigación aplicada en el país. El objetivo ha sido vincular a nuestros docentes y estudiantes con la investigación aplicada y la resolución de problemas de la industria. Con esto, más allá generar recursos para la institución, se procura tener a los profesores al tanto de la investigación y el avance tecnológico. Tener a profesores y estudiantes en actividades de creciente valor agregado, es prioridad de la UNAQ.
¿Cuál ha sido la participación de la UNAQ en la Red Temática Nacional de Aeronáutica?
Nació como una iniciativa del Aeroclúster de Querétaro, en cuya fundación participamos. Uno de los miembros de su Comisión de Desarrollo Científico y Tecnológico aplicó en una convocatoria para redes temáticas de Conacyt y el consorcio resultó ganador.
Nosotros debemos estar listos para que los proyectos que ya están haciendo las compañías aeronáuticas, se correspondan con el espectro de capacidades que instituciones y organismos tienen para el desarrollo científico y tecnológico en México. Las instituciones que formamos parte de la Red Temática compartimos capacidades, infraestructura, profesores y líneas de investigación para atender los proyectos que significan desarrollo tecnológico en México.
Una iniciativa de la Red fue la creación del Centro Nacional de Tecnologías Aeronáuticas, una rama del Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial (Cedesi), organismo de Conacyt. El Cedesi y otros centros integraron el Centro Nacional de Tecnologías Aeronáuticas con el propósito de ofrecer y aglutinar capacidades para desarrollos científicos y tecnológicos para la industria aeroespacial. Nuestra relación con esta entidad es importante.
El papel del gobierno siempre será el de aglutinar los esfuerzos de la industria y las instituciones académicas y científicas del país para detonar actividades de mayor valor agregado. Así se podrán generar empleos que nos permitan pasar de la manufactura a mentefactura, más basada en el conocimiento y no en la fabricación manual exhaustiva.
El camino de la triple hélice es que nosotros impulsemos el desarrollo de capacidades para que las compañías crezcan y sigan entendiendo que México tiene la voluntad para hacer productos de mayor valor agregado.
LA UNAQ ES, DESPUÉS DE LA FUERZA AÉREA, LA INSTITUCIÓN PÚBLICA CON MÁS AERONAVES PARA LA FORAMCIÓN DE PERSONAL.
¿Cómo inciden en la relación entre universidades y empresas privadas?
Somos parte de la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial, que agrupa a más de 150 de las más de 340 compañías que hay en el ramo, y que facturan casi 85% de lo que exporta nuestro país en bienes de manufactura y servicios aeronáuticos. Coordinamos su Comisión de Formación, además de que somos parte del Consejo Mexicano de Educación Aeroespacial, en el que tenemos la Secretaría Técnica.
Trabajamos para crear una agenda pública que respalden y promuevan las autoridades federales y de las entidades federativas más relacionadas con el sector (cinco, principalmente: Baja California, Sonora, Chihuahua, Nuevo León y Querétaro). La UNAQ preside la agenda estratégica para el sector aeronáutico 2019- 2024. Realizó un primer foro para su integración en octubre, donde se analizó qué es lo que el sector demanda y requiere. En un segundo momento contrastamos las capacidades de las instituciones educativas para, en un tercer periodo, identificar los proyectos que nos permitan cerrar las brechas entre las necesidades y la oferta educativas. Tenemos claro que lo importante es, en la lógica del gobierno de la República y en conjunto con los esfuerzos de los estados, cómo implementar estos proyectos.
Las 19 entidades federativas con sector aeronáutico tenemos capacidades disparejas: no es lo mismo la lógica de la maquila de estados como Baja California, Sonora, Chihuahua y Nuevo León, que la que vivió Querétaro por la atracción de Bombardier. Cada estado tiene capacidades diferentes y compañías con procesos de fabricación, mantenimiento y servicios de ingeniería distintos, con niveles de maduración igualmente diversos.
Tenemos proyectos para fortalecer las capacidades de las instituciones educativas. Esto implica contar con equipamiento adecuado, e incluso generar relaciones que instrumenten y vinculen los modelos de enseñanza que acercan más a las empresas; por ejemplo, formaciones duales que se hacen en la escuela y en las compañías.
Esos son los proyectos que quedan enlistados en la agenda estratégica y que nos permitirán cerrar las brechas para ser más competitivos. Quienes participamos en este sector creemos que México tiene una vertiente de desarrollo muy relevante en los años por venir. Su instrumentación tiene que ser ágil y sustentada en las capacidades gubernamentales para apoyar el desarrollo de estos proyectos. Si así lo hacemos, el sector puede tener un crecimiento igual o mayor que el que hemos tenido en la última década (14% anual).
Hay confianza en que las decisiones se tomarán. Las instituciones educativas fincamos esta expectativa en la capacidad del gobierno no solo para escuchar, sino para implementar acciones. La agenda estratégica del sector que nos han pedido coordinar tiene el respaldo de la Subsecretaría de Educación Superior. En junio de 2020 cerraremos el documento. Sin duda, la formación del talento es uno de los pilares para seguir haciendo atractivo a México en el plano internacional.