La rivalidad geopolítica, económica y tecnológica entre Estados Unidos y China dominará, aparentemente, los asuntos globales en las próximas décadas. Incluso se habla de una nueva Guerra Fría. ¿Cuál es su valoración al respecto? ¿La rivalidad existente entre superpotencias llevará a la reedición de un nuevo orden mundial bipolar?
Me parece que sí. Muchos países se verán forzados a elegir entre un bando u otro. Rusia, por su situación militar y las diferencias que mantienen en su relación con Estados Unidos y con China, quizás pueda mantenerse al margen de esta rivalidad. A México, en cambio, le costará más trabajo dado el grado de involucramiento que tiene con Estados Unidos. Ahora, me parece que más bien será bipolar y medio, con Estados Unidos y China disputándose el liderazgo mundial y un puñado de países, lo que antiguamente se conocían como “no alineados”, tratando de mantenerse a distancia. Una geopolítica inteligente intentará, por ejemplo, atraer inversiones chinas y mantener el comercio con Estados Unidos.
Percibimos un esfuerzo muy grande de China por sumar más países de Asia, América Latina y África a su área de influencia. Brasil, por ejemplo, recibe mucha inversión extranjera directa de China; México no tanto, pero en cualquier caso China buscará más aliados que apoyen tecnologías como la 5G de Huawei o iniciativas como el aislamiento de Taiwán.
¿Cuál es su evaluación de la política hacia China instrumentada durante los cuatro años de la administración Trump?
El presidente Trump ha utilizado la guerra comercial con China para hablarle a sus electores. De cualquier manera, en el fondo hay una preocupación geopolítica por contener a China. Hay que revisar los antecedentes empresariales de Trump y el tipo de negociaciones que emprendió con sindicatos y casinos. Su estrategia, en términos generales, consiste en debilitar al oponente antes de empezar una negociación. La guerra comercial con China es congruente con esa estrategia y con alguna variante la utilizó para la negociación del tratado comercial de América del Norte.
En realidad, Trump logró pocas cosas en sus cuatro años de administración. La guerra comercial que sostiene con China encareció el precio final algunos productos de consumo masivo en Estados Unidos sin que se corrigiera el desequilibrio comercial global de este país. México se ha beneficiado hasta ahora de este desencuentro y ya ocupa el primer sitio entre los mayores socios comerciales de Estados Unidos. De persistir el desencuentro entre potencia, sin embargo, es difícil perfilar la trayectoria que seguirán los flujos comerciales en los años por venir.
EVODIO KALTENECKER
Con Biden en la presidencia, ¿qué podría cambiar en la relación Estados Unidos-China?
Un eventual relevo en la presidencia de Estados Unidos seguramente representará varios cambios: una política más orientada al medioambiente, un esfuerzo por regresar a Estados Unidos a los foros multilaterales y, espero, una política migratoria más constructiva. La disputa comercial con China prevalecerá, aunque con otras formas y quizá menos intensa. China dejaría de ser el enemigo público número uno.
En el otro extremo, China se prepara para modificar su estrategia de desarrollo con la propuesta de la llamada “doble circulación”, dándole mayor protagonismo a su mercado interno. ¿Cree que es posible un eventual desacoplamiento de las dos economías más relevantes del planeta?
Creo que puede haber un desacoplamiento, pero no total. Veremos una regionalización de las cadenas globales de producción y suministro, no solo por la guerra comercial o la “doble circulación”, sino también por la pandemia. Se intensificarán las cadenas de América del Norte, de Europa y de Asia. No será, sin embargo, un desacoplamiento total, porque China seguirá necesitando materias primas de todo el mundo, así como mercados foráneos para sus productos, pues el interno no es capaz de absorber todo lo que produce.
Usted utiliza el término globalización 2.0 para referirse a una nueva dinámica de la economía en la que la globalización virtual desplaza a la globalización física. ¿Este desplazamiento significa el fin del mundo que hemos conocido hasta ahora?
La expresión es un poco fuerte. Claro que habrá un cambio y será un mundo diferente. La globalización física de los productos ha bajado, pero la globalización virtual está creciendo muchísimo. Globalización 2.0 se refiere a un mundo dual en el que la transferencia de información y datos crece mucho, y la de productos físicos se reduce. No creo que la globalización virtual se revierta: empezamos a entender que es posible un mundo sin tantos traslados físicos.
La pandemia ha acelerado la tendencia ya predominante hacia la digitalización y la automatización. ¿Cómo afectará a las cadenas de suministro mundiales, al empleo y a los patrones de producción y consumo?
Hay una broma que dice que la covid-19 ha sido el mejor Chief Technology Officer de las empresas. La expectativa es que se incrementen las actividades de onshoring y reshoring en la producción. Dado que muchas cadenas productivas se originan en China, al principio de la pandemia el suministro mundial de algunos productos enfrentó serios desafíos. Ahora vamos a ver una tendencia a la sustitución de cadenas productivas baratas y veloces por otras capaces de hacer frente a los choques externos de mejor manera, más resistentes. Todo esto representa una gran oportunidad para México si sabe jugar bien sus cartas, ya que su posición geoestratégica es muy favorable.
¿Las empresas globales están preparadas para competir en el nuevo escenario de la globalización 2.0?
En algunos aspectos ya tenían camino recorrido y están preparadas, en otros van a tener que aprender velozmente sobre la marcha. Uno de los cambios más interesantes que veo es el uso de datos a gran escala. El reto aquí es el adecuado manejo de los datos personales y su privacidad, algo que todavía no se hace del todo bien. Ahora, me parece que, en general, las empresas están listas desde un punto de vista tecnológico, pero no así desde el punto de vista organizacional. Creo que van a necesitar menos administradores y más científicos de datos.
Van a requerir menos personas en los niveles medios de gerencia, pues muchas funciones van a ser reemplazadas por algoritmos, cuya responsabilidad recaerá en científicos de datos. ¿Qué expectativas hay de que la guerra comercial entre Estados Unidos y China profundice los flujos de bienes e inversiones entre México y el gigante asiático?
Me parece que este tipo de intercambios responde, fundamentalmente, a consideraciones de índole geopolítico. México forma parte de la esfera de influencia estadounidense, por lo que la potencia norteamericana seguramente no vería con buenos ojos un mayor acercamiento del país con China; aun cuando este se limitara al comercio y a las inversiones. No veo, por lo tanto, un crecimiento relevante en estos rubros; de hecho, en el pasado hubo algunas experiencias desafortunadas. En cambio, México podría recibir inversiones de otros países para aprovechar el gran mercado norteamericano. Hace unas semanas, por ejemplo, se anunció un acuerdo para incrementar las inversiones japonesas en el país.
LA PANDEMIA NOS HARÁ MÁS RESILIENTES.
China parece haber detectado mayores oportunidades en Brasil para incrementar su influencia en América Latina. ¿Ve una división de esferas de interés en Latinoamérica entre Estados Unidos (México) y China (Brasil)? ¿Cómo afectaría eso las alineaciones geopolíticas en el resto de Latinoamérica?
La inversión china en Brasil es muy grande, sobre todo en energía, infraestructura y transporte, pero hasta ahora no se ha traducido en una alineación automática. La inversión ocurre porque China necesita materias primas y mercados, pero ello no necesariamente significa que Brasil esté completamente alineado con China. En parte, ello depende de factores coyunturales, como la presencia de un gobierno de extrema derecha en Brasil, que muestra una actitud ambigua hacia China: necesita la inversión y se beneficia mucho del comercio con China, pero al menos en el corto plazo eso no significa una alianza geopolítica. Habrá señales en el futuro cercano; por ejemplo, si Brasil adopta o no la tecnología 5G de Huawei. Pero hasta ahora no veo una polarización Estados Unidos-México vis a vis Brasil-China.
El cambio climático y las acciones para combatirlo encabezan, o deberían hacerlo, la lista de prioridades de la agenda internacional, ¿cómo ve el papel futuro de Estados Unidos y China en estos temas, y qué papel podría desempeñar México en este ámbito?
El papel de Estados Unidos dependerá de quién sea el próximo presidente. Por ahora, no es una prioridad: Trump se autodenomina “campeón del carbón”. Pero en una eventual administración encabezada por Biden se le daría más atención. Para China no es nada importante, no está en su agenda. Realiza algunas acciones, pero el foco de su agenda es el crecimiento económico y la expansión de su influencia global. México, por su parte, puede y debe tener un papel más activo en la eliminación progresiva de la energía fósil y su sustitución por el uso de fuente renovables, así como en la conservación de su biomasa; hasta ahora, sin embargo, su actuación ha sido más bien discreta.
En estos días, ¿tiende a ser optimista o pesimista sobre el futuro de nuestra civilización?
Voy a dividir mi respuesta. En el corto plazo, la situación de los países ha empeorado y seguirá en esa tendencia porque el control de la pandemia se ve aún lejano. En un escenario tan incierto, la economía va a empeorar antes de mejorar. Sin embargo, soy optimista respecto al largo plazo. Si miramos los datos históricos, antes de la pandemia ya habíamos logrado reducir las tasas de mortalidad infantil, el hambre y el analfabetismo en todo el mundo. En términos generales, avanzamos mucho. En el pasado hemos superado crisis tan terribles como las guerras mundiales, así que creo que volveremos, aunque a una normalidad diferente. En última instancia la pandemia nos hará más resilientes. La globalización virtual, como señalé, está sustituyendo parcial pero exitosamente a la física.
Respecto a la paz, desgraciadamente cada 15 o 20 años hay conflictos regionales sangrientos, como el que ahora existe en Nagorno-Karabaj. En todo caso, me preocupa que muchas personas busquen soluciones al margen de los procesos democráticos y de las reglas del mercado. Me preocupan las soluciones fáciles a problemas difíciles.