Jaime Zabludovsky Kuper: El tratado con la Unión Europea
Este año se cumple el XV aniversario de la firma del tratado que México hizo con la Unión Europea, llamado Acuerdo de Asociación y del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea (TLCUEM). La revista Comercio Exterior Bancomext platicó con uno de los artífices de este mecanismo, el economista Jaime Zabludovsky Kuper, negociador del tratado de 1998 a 2000 y quien estuvo en la preparación y arranque del llamado Acuerdo Global, ahora quinceañero. Ofrecemos, a manera de testimonio, su balance de lo acontecido y las asignaturas pendientes para que el acuerdo continúe con su “valía como ancla de la política económica” en México.
Por: Angélica Abelleyra

El TLCUEM es el primer tratado de libre comercio en el que la Unión Europea (UE) firmó con un país fuera de su ámbito de influencia y, sobre todo, del otro lado del Atlántico. A México le permitió continuar con su proceso de apertura que, en una primera etapa (años 80), había sido unilateral. Luego de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) en 1994, el siguiente gran socio con el que teníamos que resolver y profundizar la relación era Europa.

Para las empresas europeas que exportan a Estados Unidos, el tratado es fundamental porque les permite completar la cadena de proveeduría

Aunque en su momento no se veían, el TLCUEM tenía elementos importantes: 1) Poner a los europeos, a las empresas y a los importadores mexicanos que traían productos de Europa, en igualdad de circunstancias con las empresas de Estados Unidos (EU) y Canadá. El ejemplo más obvio y claro es la industria automotriz. Con la entrada en vigor del TLCAN, las automotrices de EU instaladas en México dejaron de pagar aranceles para todas las autopartes que traían de su país. Si no hubiéramos hecho lo mismo para las automotoras alemanas o de Italia, darles la oportunidad de traer sus productos sin aranceles, habríamos castigado su inversión. 2) Poner a los mexicanos en igualdad de circunstancias con Europa, no solo con los 15 países que entonces integraban la UE, y entre ellos no pagaban aranceles, sino también porque Europa acababa de negociar con las naciones de Europa del Este, que venían de la caída del muro de Berlín. De no haber negociado el acuerdo, los productos mexicanos hubieran pagado aranceles como no lo hacían, por ejemplo, los productos españoles que iban a Italia o países como Hungría o República Checa que acabaron entrando a la UE.

Lo que ha sucedido en estos 15 años: el comercio se ha multiplicado casi por cuatro veces. Probablemente, con México han sido las tasas de crecimiento más dinámicas que con cualquier otro país. Otro aspecto obvio, pero no está por demás decirlo, es que para las empresas europeas que exportan a EU el tratado es fundamental porque les permite completar la cadena de proveeduría. Un fenómeno más es que, gracias al éxito de la negociación mexicana con Europa, le abrimos la puerta primero a Chile —que negoció su acuerdo con EU y luego con Europa— y después a Perú, Colombia y los países de Centroamérica. Finalmente, la joya de la corona es la negociación en marcha entre EU y Europa. Sin falsas modestias, refleja la gran visión de México de montarse en el momento del TLCAN para seguir negociando con otros países y de manera importante con Europa. Contribuyó a fortalecer el posicionamiento de México como un actor global en el comercio internacional, ha ayudado a la diversificación del comercio de México y a elevar su competitividad en el sector externo.

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¿Qué sigue ahora? Por lo menos dos cosas: en el corto plazo se está confirmando la decisión de las dos partes para profundizar y actualizar el acuerdo, que ya es quinceañero, y debemos ver qué más podemos hacer en tres vertientes: cooperación, diálogo político y asociación económica; en segundo lugar, esperar a ver si la negociación de EU con Europa prospera y, de ser así, pugnar porque México y Canadá se adhieran para que toda la región del TLCAN tenga también un acuerdo único con Europa.

El sector agropecuario es uno de los aspectos prioritarios a actualizar. En su momento fue un sector muy difícil de incluir. Primero del lado europeo, porque estaban todavía en la mitad de un proceso de reforma agrícola común; es un tema que todavía no acaba. Otras áreas a modernizar son inversión y servicios, pues hace 15 años no se metieron disciplinas tan comprensivas y ambiciosas como hay que hacerlo hoy. También creo que es prioritaria la parte de cooperación, en particular la educativa. Hay experiencias que se pueden rescatar de lo hecho en Europa, en lo que toca a la tecnología, la sociedad de la información y en cooperación para medianas y pequeñas empresas. Son las asignaturas pendientes en las que debemos profundizar.

En tres lustros han pasado muchas cosas. El cambio más importante es que cuando negociamos con Europa eran 15 países de la UE y hoy son 28. Simplemente por el hecho de tener un tratado con ellos, de la noche a la mañana nos encontramos con nuevos socios comerciales preferenciales. En algunos países existe el consenso de que la única avenida de inversión comercial es a través de estas negociaciones. Porque, si bien no es desencanto, por lo menos hay cierta impaciencia con el ritmo y el progreso de las relaciones multilaterales, así que se privilegian las negociaciones bilaterales o subregionales. También hay que señalar que, pese a las crisis económicas internacionales de 2008-2009, y la mitad de la actual crisis griega con Europa, lo que prueban los tratados de libre comercio, y en particular el TLCUEM, es que son un instrumento que ancla la política económica. Incluso en los momentos difíciles de México (1994, 2008-2009), evitan que se tomen medidas proteccionistas.

Por su parte, el tema migratorio es complicado en las negociaciones. Si es problemático entre países vecinos, más aún entre los no colindantes. No creo que sea un tema en el que se pueda avanzar rápidamente. Así como México y EU tienen sus propios problemas migratorios, hoy Europa tiene uno con los flujos del norte de África, donde hemos visto historias de terror de olas de migrantes que tratan de cruzar el Mediterráneo para llegar al sur de Europa. Si alguna limitación se presenta en las negociaciones comerciales, es que resulta muy difícil que contribuyan a atender los temas de migración. Sería deseable pero, más allá de un acto de fe, no creo que sea realista esperar un capítulo o disciplinas ambiciosas en ese tema.

¿Cuál es la importancia de la UE para México? Fundamental. Es nuestro segundo socio comercial no solo en los flujos de comercio sino de inversión; es un gran contrapeso político y económico frente a nuestra relación con Estados Unidos; es actor importante en los foros no solo comerciales y económicos sino diplomáticos, hay una gran presencia de empresas europeas en todos los sectores de la economía mexicana (telecomunicaciones, bancario, automotriz y ahora el sector energético).

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¿Cuál es la importancia de México para la UE? México es hoy una de las economías más grandes y dinámicas del mundo. Para algunas empresas europeas, es un mercado estratégico no solo por su tamaño sino por lo sucedido en los últimos 20 años: México se ha convertido en una plataforma de exportación importantísima. En una primera etapa lo fue para el mercado norteamericano, pero hoy lo es para los mercados mundiales en el sector automotriz, aeronáutico y el mercado energético. En la parte política, la UE ve a México como gran interlocutor en América Latina y en el mundo en desarrollo, por su peso en el continente y ser parte del G20, el TPP, la Alianza del Pacífico y el TLCAN.

Cierro: el acuerdo con Europa ha sido un instrumento para ponernos en el radar. Basta ver la conectividad aérea que tenemos con Europa, la presencia de empresas europeas en México. Y si es exitosa la profundización del acuerdo y la negociación de Estados Unidos con la Unión Europea, estoy seguro que la relación con Europa continuará ampliándose, para beneficio de las dos sociedades de cada lado del Atlántico.