¿Cómo se le hace para iniciar una empresa y que al tercer año Hewlett-Packard la declare “el novato del año”, por las ventas logradas, de dos millones de dólares?
Yo trabajaba para Hewlett-Packard, compañía que abrió en 1982 en México, en el área de sistemas y finanzas. Éramos once empleados, tenía un buen sueldo, con posibilidades de proyección, en empresa de prestigio internacional, y casado con Cecilia, quien estudiaba psicología en el iteso. Estábamos bien, digamos que me encontraba instalado en mi zona de confort, pero siempre había tenido el gusanito de emprender. Le conté a Ceci mis inquietudes, y me preguntó: “¿Por qué?”. Le expliqué y me respondió: “Si eso es lo que quieres, cuentas con mi apoyo”.
Inicié en 1985 con José Ignacio Montemayor y Fernando Contreras un compañía que ofrecía consultorías, asesorías y capacitaciones en el área tecnológica, y al primer año quebramos. Lo intentamos otra vez el segundo año y volvimos a quebrar. Estábamos al límite pero decidimos jugárnosla una vez más. Vendí el auto y compramos uno más modesto, limitamos nuestros gastos sociales, teníamos las tarjetas de crédito hasta el tope, y apostamos lo que quedaba. Entonces encontramos nuestro modelo de negocio y el punto de equilibro. Lo que hicimos fue aprender del fracaso, observar en qué nos habíamos equivocado, dar un paso atrás, corregir y continuar.
¿Qué áreas de oportunidad percibía?
En aquel momento comenzaba a aparecer la computadora personal, que apenas se utilizaba, por lo que había que asesorar a las empresas, sustentar la compra como una inversión, presentándoles diagnósticos de viabilidad. No existían los paquetes, había que desarrollar los programas adecuados, y en México nos estábamos quedando algo atrás ante lo que sucedía. Decidimos para nuestros clientes —organizaciones medianas y grandes, algunas del sector público y en medida menor empresas pequeñas— modelos de procesos de producción y comercialización idóneos.
¿Qué es CompuSoluciones hoy?
La empresa es mayorista de hardware, software y tecnologías de la información. Entre los servicios que brindamos se encuentran naturalmente las consultorías, aunque destacamos por otros servicios de más alcance, como el centro de monitoreo, la nube de seguridad informática, las redes, la virtualización. Nuestro portafolio de productos cuenta con más de 25 marcas de clase mundial. En la actualidad tenemos oficinas en Guadalajara, la Ciudad de México y Monterrey, y 2 mil 500 distribuidores. Para nosotros, la cercanía física con los clientes es fundamental.
¿Cuál es el estatus actual del sector en México?
El crecimiento promedio del PIB nacional es del 2 al 3%, mientras que el del sector es de alrededor del 10%, e incluso durante los años de decrecimiento sigue siendo más alto a nivel nacional. Es importante destacar que un factor que contribuye al desarrollo de la industria es la libre competencia. Prueba de ello es —lo señalo a manera de ejemplo— la disminución en los precios al consumidor en la telefonía celular y las largas distancias. En lo que tenemos que avanzar es en el desarrollo de la infraestructura de comunicaciones para propiciar un aumento de las inversiones nacionales y extranjeras.
Según algunos reportes, las importaciones en el sector electrónico son mayores que las exportaciones.
No creo que sea correcto. Si evaluamos la balanza comercial, desde la perspectiva de la cadena de valor, aunque sea poco lo que se agregue en México, el balance favorece a las exportaciones. El tipo de cambio además nos abre una gran oportunidad para incrementar nuestra participación en la cadena valor de los productos que exportamos, para lo cual se requiere de una sólida política industrial como país, con miras de largo plazo.
¿Apoya ese crecimiento la política gubernamental?
México pertenece a uno de los bloques económicos más competitivos, el de América del Norte, por lo que no debemos vernos aislados, sino aprovechar esa oportunidad y explorar las alternativas de complementarnos. Veamos los casos de Hewlett-Packard, ibm o Intel, que deciden instalarse en el país no por razones políticas, sino porque les conviene, por las oportunidades que encuentran en nuestro país. Dadas las ventajas con las que contamos, empresas como Flextronics, Sanmina, Jabil y Bosh incrementarán sus inversiones en los próximos cinco años. Es también un indicador del potencial el aumento de vuelos de Guadalajara a Silicon Valley.
¿Qué ventajas ofrece la ciudad?
Entre otros factores, la zona metropolitana es esencialmente universitaria, tiene una buena conexión de internet, abunda el talento humano y es un grato lugar. Nosotros tenemos que aprovechar estas oportunidades, para lo cual necesitamos más inversión en las universidades, los institutos tecnológicos y las empresas, de manera tal que generemos patentes y aumentemos la innovación. Jalisco tiene que invertir.
Necesitamos ingenieros que hablen inglés, pues no contamos con los suficientes, ante la demanda de trabajo que existe. Lo que se ve es una apertura, aunque nos falta todavía mucho por recorrer.
¿Bancomext apuesta por estas metas?
Definitivamente. Bancomext apoya a las empresas a través de sus distintos programas, para hacerlas más competitivas, lo que es clave en el contexto actual.
Usted es también presidente de Coparmex Jalisco. ¿Qué ideario lo inspira?
Coparmex tiene la peculiaridad de que no prioriza a un sector empresarial u otro, sino que los integra y representa por igual —el industrial, el comercial y el de servicios—, concibiéndolos como un conjunto. Es de esa manera que favorece una conciencia colectiva como empresariado, le da prioridad al bien común y a la dignidad de la persona, y opera como un contrapeso del Gobierno.
En tanto contrapeso, ¿cuál es el principal desafío?
En este momento, en México enfrentamos el cáncer de la corrupción. Es por eso que la Coparmex ha apoyado la iniciativa de Ley 3de3. Para lograrlo, se requerían de 120 mil firmas, pero se juntaron más de 600 mil, y siguen llegando más. El Senado de la República, lamentablemente, incumplió el mandato. No obstante, México vive un proceso de maduración en sus procesos democráticos y debemos tener claro que, aunque tal vez tome dos décadas, sí es posible cambiar al país en el aspecto de la corrupción.
Remontémonos a la situación que vivíamos en los años setenta. Los cambios han sido lentos pero se han logrado avances muy importantes, como la ciudadanización del ife y la autonomía del Banco de México. En los noventa todavía no contábamos con el derecho a la información y a comienzos del año 2000 se bloquearon diversas reformas, aspectos en los cuales desde entonces también hemos tenido logros importantes.