LA CULTURA MULTIFORMATO
La alta penetración de los dispositivos móviles está transformando a las audiencias. Grupo Nuu ayuda a editoriales, museos, bibliotecas y gobiernos de América, Asia y Europa a dar el salto digital. El CEOde este holding michoacano platica con Comercio Exterior sobre el potencial de México en la llamada “economía naranja” o economía creativa.
Por: Marisol García Fuentes

Fundado en 2013 por Carlos Mondragón, Grupo Nuu es un holding de empresas michoacanas (Ava Media, Digono, El Gabinete, Goose & Hopper, y Manuvo) que ofrece servicios multiplataforma en el sector de las industrias creativas. Mediante el desarrollo de software, aplicaciones, juegos y mercadotecnia, conectan a las audiencias con contenidos relevantes. Se especializan en la difusión de la cultura y usan la tecnología como su herramienta.

De entre las empresas de este holding, sobresale Manuvo. Con ella, han participado en proyectos editoriales en los que convierten, adaptan, crean y distribuyen libros digitales interactivos. También prestan servicios a museos: les dan apoyo curatorial e integran estrategias de comunicación digital para exposiciones fijas o itinerantes; y apoyan a bibliotecas a integrar sistemas de lectura digital.

Entre sus proyectos más destacados se encuentra Blanco, una versión interactiva del poema del premio Nobel de literatura mexicano Octavio Paz, que fue la aplicación número uno en descargas gratuitas de la App Store en 2011. Esta aplicación recibió el premio al mejor diseño 2012, por The Next Web.

También sobresale Allende Voces, una aplicación que conmemora los 40 años del golpe de Estado en Chile. Para ello, reúne voces de personajes destacados que pronuncian y dan vigencia al último discurso de Salvador Allende.

Pero el proyecto que les ha dado más proyección internacional es la edición digital gratuita del Códice Mendoza. Custodiada en Reino Unido desde el siglo XVII, esta obra ahora se puede admirar mediante la aplicación para dispositivos móviles que desarrolló Manuvo. Es la primera entrega de una serie de ediciones digitales de códices mexicanos, realizada en colaboración con la Biblioteca Bodleiana de Oxford y el King’s College de Londres.

Se trata del primer esfuerzo hecho en nuestro país para repatriar, de manera virtual, un documento mexicano resguardado en el extranjero y que es considerado como una de las fuentes más importantes para el estudio del periodo prehispánico.

En entrevista con Comercio Exterior, Carlos Mondragón habla de la evolución de los servicios en la nueva economía. “México —considera— tiene un enorme potencial en la llamada ‘economía naranja’. […] Nuestro país es el que más produce en las industrias culturales de Latinoamérica”.

Grupo Nuu también opera en Colombia, Chile y Canadá. En 2013 fueron reconocidos como la empresa más innovadora por uk Trade & Investment, y al siguiente año abrieron oficinas en Europa. Desde junio de 2016 el grupo tiene una presencia importante en Francia.

 

¿Cuál es el presente y el futuro de las ediciones digitales?

Hace cinco años se hablaba mucho de la competencia del libro electrónico contra el impreso, pero la verdad es que no la hay. Se trata de formatos o soportes en los que se pueden contar historias de distintas maneras. Hoy, la penetración de los dispositivos móviles es tan amplia que la gente está demandando consumir contenidos de otra forma.

En el mundo editorial sigue existiendo el libro impreso, aunque el libro digital tiene un crecimiento muy interesante. Sin embargo, las cosas digitales se ven en general como gratuitas o casi gratuitas y, por lo tanto, hay un problema en la monetización. Lo que hemos entendido es que hay un mercado que está requiriendo el libro digital y lo que debemos modificar es la manera en que se distribuye este producto. No se trata de hacerlo a través de librerías o tiendas de aplicaciones solamente, porque ahí competimos con los videojuegos, que es lo que más se descarga en dispositivos móviles.

La industria editorial ha ido evolucionando y entendiendo el tema digital como una adición, más que una sustracción. Así, el incremento en las ediciones digitales se observa en diversos segmentos. El primero es el del usuario final, que hoy tiene una oferta muy grande; en las tiendas de aplicaciones encuentra millones de productos: libros, apps culturales y videojuegos. Esto complica que te lean y te conozcan.

No obstante, existe otro segmento. En Latinoamérica, por ejemplo, muchos gobiernos están entregando tablets. Ahí es donde viene el reto: saber el contenido que van a llevar esos dispositivos. Aquí es donde existe una oportunidad y se da esa coexistencia de la que hablo.

Si los gobiernos entregan tablets, hace falta un contenido digital educativo, cultural o, incluso, de entretenimiento que pueda ser muy interesante para un niño. Y también tienes los libros de texto y de lectura.

En cuanto al tema de la comercialización, también empieza a haber más entendimiento de lo que implica generar un título digital, es decir, que no se hace gratis, sino que es resultado del trabajo de muchas personas. Diría que estamos en una etapa de transición en la que competimos con otros contenidos, como los videojuegos, cuya descarga es gratuita en algunos casos y cuya monetización se hace de otra manera. Encontramos también aplicaciones muy buenas que cuestan un dólar; para recuperar la producción de ese contenido necesitas miles de descargas, lo cual tampoco es fácil de lograr.

 

¿Cómo afectan estos cambios a la nueva economía digital y, en el caso de México, al sector servicios?

Hay un dato muy relevante: este año la visualización de videos a través de dispositivos móviles, incluida la computadora, es casi del 50%. Cada vez más gente consume video, y quienes generamos contenido debemos atender esto.

Además, los modelos de negocio se están transformando; ya no observamos las mismas estrategias de venta. Por ejemplo, un libro lo compras en una librería y te lo llevas a tu casa; luego, ese libro se lo puedes regalar a alguien. En formato digital es distinto. Por ejemplo, hay modelos de suscripción a plataformas de libros, de películas, como Netflix, o de música, como Spotify.

¿Qué reto veo? El de comprender mejor el modelo de negocio y saber cuánto está dispuesta la gente a pagar. El caso de la música es muy relevante; con la llegada de iTunes, la gente aprendió a comprar solamente la canción que le gusta y no todo el disco; si usas Spotify, el modelo de negocio está en la suscripción o en la publicidad, según la versión que tengas. El modelo de negocio es el que se transforma, y como generadores de contenido debemos estar dispuestos a adaptarnos.

 

Con la tecnología, la conexión con las audiencias ha cambiado. ¿Cómo?

Eso es bien interesante porque hoy la segmentación de las audiencias es más precisa. Actualmente, podemos conocerlas mejor. Sabemos cómo consumen y cómo acceden los niños al contenido; cómo influencian a sus padres para que compren o para que descarguen algo. Con el tema de los famosos millennials, lo mismo que con otros grupos de edad y geografías, te das cuenta de que las mediciones y el análisis de datos ayudan a comprender qué tipo de contenido debes producir o gestionar, como en el caso de Netflix. Este entendimiento de la audiencia será lo que te hará crecer o te dirá si te vas a morir.

 

¿Qué diferencia ves entre las audiencias de América y Europa y qué experiencias puede aprovechar México de ellas?

En lo internacional, estamos teniendo acceso a contenidos que pueden ser relevantes para audiencias de distintos lugares. Por ejemplo, el cómic belga francés, que es una corriente muy fuerte, puede ser de interés para el mercado latinoamericano. Por tanto, estamos promoviendo, distribuyendo e intercambiando contenido entre diversas regiones, lo que enriquece a las distintas audiencias.

Lo que hemos notado es que la audiencia en general, independientemente de la región, está demandando muchísimo video. Con esto me refiero a poder darle play a algo, lo que es muy interesante desde el punto de vista editorial, porque implica analizar cómo hacer interactivo lo editorial sin que pierda su esencia.

Lo interesante son las historias, que se pueden contar de muchas maneras, más allá del formato. Aquí es donde entra el concepto de transmedia: puedes decir algo en video, otra cosa en texto, añadir información incluso mediante un videojuego, y todo puede abonar a la misma historia.

Como se trata de un tema creativo, lo que tiene límites es la imaginación, no los soportes. Por eso creo que no hay una competencia entre el libro impreso y el electrónico; es más, son complementarios, porque en el libro electrónico puedes oír cosas que no te permite el impreso. Pero hay que entender que la tecnología es el medio; el uso que le des es una discusión creativa.

 

¿Qué le dirías a los emprendedores que quieren insertarse en esta industria?

Descubrimos que la tecnología debe tener una vocación; en nuestro caso, la hemos enfocado a la cultura. Creo que encontrar la vocación de la tecnología es algo que te hace diferente y que puede ayudarte a crecer. Esa sería mi primera recomendación.

Está también el tema de entender y encontrar a la audiencia. Estamos tan computarizados que no salimos a la calle a hablar con la gente. Es algo que comenzamos a hacer cuando llegaron dos antropólogos a trabajar con nosotros. Eso es muy importante, conocer a la audiencia, hablar con ella y ver qué requiere.

El tema de la internacionalización tiene que ver con hacer las cosas bien. Además, un emprendedor ya no puede trabajar solo, sino que debe formar equipos multidisciplinarios. Esto es fundamental. Nosotros estamos divididos en tres: la parte de tecnología, el diseño o construcción de la experiencia, y el contenido, donde se involucran muchas disciplinas.

A la fecha tengo siete socios: Juan Carlos Araujo, Mar Fuentes, Maurits Montañez, Julio César Tinoco, Joel Bucio, Azucena Pimentel y Catalina Holguín. Sumamos 60 colaboradores y tenemos oficinas en México, Canadá, Chile, Colombia, Estados Unidos, Francia, Perú y Reino Unido.

Estamos muy contentos con lo que hacemos, pero más allá de que el trabajo es muy bonito, vemos un mercado. México tiene una oportunidad muy interesante de extenderse en lo que es la “economía naranja”, y no nada más en Latinoamérica, que es un ámbito natural por el idioma y la cercanía cultural. Debe hacerlo también en Europa y Asia, es decir, en el mundo, que es muy grande. Podemos hacer muchas cosas desde aquí.