La economía digital —la aplicación de tecnologías digitales basadas en internet a la producción y el comercio de bienes y servicios— se está convirtiendo en una parte cada vez más relevante de la economía mundial. La transición digital en marcha tiene el potencial de impulsar la competitividad en todos los sectores y crear nuevas oportunidades para la actividad empresarial; además de instituir nuevas modalidades para acceder a los mercados foráneos e incorporarse a las cadenas de valor electrónico mundiales. No puede perderse de vista, sin embargo, que la economía digital también plantea un complejo conjunto de desafíos: desde la brecha digital global hasta los posibles impactos sociales y de desarrollo negativos, sin dejar de lado la compleja regulación de internet.
Esta nueva dinámica económica tiene importantes repercusiones para la inversión que, a su vez, es un elemento crucial para el desarrollo digital. La economía digital per la cambios en las operaciones internacionales habituales de las empresas multinacionales, que repercutirán en la forma como se relacionan con sus filiales extranjeras. Se avizoran también cambios significativos en las modalidades de inserción de los distintos países a la dinámica mundial, particularmente los de menor desarrollo relativo. Este hecho demandará políticas de inversión específicas para construir infraestructura de conectividad, promover la creación de empresas digitales y apoyar la digitalización de la economía en general.
LA DIGITALIZACIÓN TRANSFORMA LA PRODUCCIÓN INTERNACIONAL
El auge de la economía digital representa, al mismo tiempo, una intensificación y una per- turbación de la relación simbiótica entre la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC), y la producción internacional. Es una intensificación en la medida que amplía las oportunidades de las empresas multinacionales para rediseñar los procesos y las rutas de mercado, y para redefinir las modalidades de gobernanza en las redes mundiales de producción. Una perturbación, en el sentido de que da lugar a modelos de empresas multinacionales completamente nuevas, desde las “nacidas globales” hasta las multinacionales virtuales, con impactos internacionales totalmente diferenciados.
Las empresas multinacionales especializadas en las TIC (es decir, los grandes conglomerados de las telecomunicaciones y la tecnología) son las facilitadoras de la economía digital mundial: proporcionan la infraestructura y las herramientas necesarias para la adopción digital. Con el rápido crecimiento de esta vertiente de la economía, la importancia de esas empresas para la producción internacional, especialmente la de las multinacionales tecnológicas, ha aumentado espectacularmente en las últimas décadas, y ha experimentado una nueva aceleración en los cinco últimos años. Entre 2010 y 2015, el número de empresas tecnológicas incluidas en la lista de la UNCTAD de las 100 principales empresas multinacionales aumentó de 4 a 10 (el número total de empresas de las TIC pasó a 19). Esas multinacionales están creciendo más que el resto de las industrias: sus activos aumentaron 65%, en tanto que sus ingresos operativos y número de empleados lo hicieron en 30 por ciento.
FUENTE: UNCTAD
EMPRESAS MULTINACIONALES DIGITALES
Las empresas multinacionales digitales (nueva categoría) se basan en la infraestructura y las herramientas proporcionadas por las multinacionales de las TIC. Incluyen diversos modelos de negocios, como las plataformas de internet y las empresas de comercio electrónico y de contenidos digitales. La importancia de las empresas digitales en el universo de las multinacionales también está creciendo rápidamente.
Las multinacionales digitales y las multinacionales tecnológicas tienen una configuración de producción internacional relativamente ligera. Pueden llegar a los mercados extranjeros con pocos activos y empleados fuera de su país de origen. Mientras tanto otras multinacionales muestran, en promedio, una proporción equilibrada de activos y ventas en el extranjero. Las empresas multinacionales tecnológicas realizan el 73% de sus ventas en el extranjero, pero solo el 41% de sus activos se encuentran fuera de su país de origen, lo cual contrasta con la proporción más equilibrada de otras empresas multinacionales: 64 y 65 por ciento, respectivamente (véase la Gráfica 1).
Cuanto más dependen de internet los modelos de operación de las multinacionales, mayor es la desconexión entre sus ingresos y sus activos físicos en el extranjero. Las ventas en el extranjero de las mayores plataformas de internet multiplican por 2.5 veces sus activos en el extranjero. Por lo tanto, el impacto económico de las empresas multinacionales digitales en los países receptores es menos visible directamente en cuanto a inversión física y creación de empleo, aunque sus inversiones pueden tener importantes efectos indirectos en la productividad, y contribuir al desarrollo digital.
Las sedes de las empresas multinacionales digitales se concentran en unos pocos países desarrollados y mercados emergentes. Su capacidad para operar a nivel mundial con una inversión limitada en el extranjero podría invertir la democratización dominante de la IED en el último decenio y promover nuevamente su concentración en unos pocos países de origen de gran tamaño, Estados Unidos en particular. Alrededor de dos tercios de las empresas matrices de las multinacionales digitales y casi el 40% de sus filiales están en Estados Unidos, en comparación con el 20% de las matrices y filiales de otras grandes empresas multinacionales.
Las empresas multinacionales tecnológicas y digitales inciden, cada vez más, en el valor de los activos intangibles y líquidos de la producción internacional. En 2015, el valor de los intangibles de las empresas multinacionales tecnológicas (en relación con el valor contable de los activos) duplicó al de otras megaempresas. Sus valiosos intangibles y sus considerables márgenes operativos están impulsando una gran acumulación de reservas líquidas. Con casi 30% de los activos totales, las empresas multinacionales tecnológicas acaparan más del doble de las tenencias de efectivo que otras grandes empresas multinacionales. Una gran parte de esas tenencias de efectivo son beneficios obtenidos en el extranjero no distribuidos. La proporción de los beneficios obtenidos en el extranjero no reintegrados de las empresas multinacionales digitales de Estados Unidos —el 62% de los beneficios obtenidos en el extranjero en 2015— triplica prácticamente a la de otras multinacionales de ese país. El alto valor de los beneficios obtenidos en el extranjero no reintegrados y el bajo valor de los activos fijos tangibles en el extranjero (seis veces menor) parecen indicar que esos recursos están contribuyendo relativamente poco a la inversión en la capacidad productiva de otros países.
LA ADOPCIÓN DIGITAL SE EXTIENDE A TODAS LAS EMPRESAS MULTINACIONALES
La economía digital no se limita al sector de las TIC y las empresas digitales. Sin duda, el mayor impacto económico proviene de la digitalización de los procesos y las cadenas de suministro en todos los sectores de la economía global. La digitalización puede afectar cualquier proceso de la cadena de suministro, como las adquisiciones, la producción, la coordinación de las redes de unidades operativas, la logística de salida y las relaciones con los clientes. Los perfiles de producción internacional observados en las firmas digitales podrían ser un precursor del futuro para muchas industrias. Podrían representar el extremo de un proceso de transformación que podría afectar a todas las empresas multinacionales, en diferentes grados. Hasta la fecha, el impacto de la digitalización en la configuración internacional (activos, ventas y empleados en el extranjero) de las empresas multinacionales no digitales es limitado, pero comienza a observarse una tendencia a adoptar formas de producción internacional menos intensivas en activos y diferentes modos de gobernanza.
Fuera del sector digital, la adopción digital en las empresas multinacionales per la cambios en la actual organización de la producción internacional, incluso en direcciones opuestas. Por ejemplo, los gemelos digitales de las plantas de producción y la impresión tridimensional podrían reducir las inversiones de las multinacionales en terceros países; en tanto que los macrodatos y las tecnologías de personalización en masa podrían reducir el número de los centros de producción, pero incrementar su tamaño. Las tecnologías digitales, además, están acelerando la “terciarización”, lo cual favorece la actividad de las filiales extranjeras en los servicios. Al mismo tiempo, la mayor importancia de la tecnología y la propiedad intelectual en la creación de valor puede conducir a la recuperación por parte de las multinacionales de algunas actividades deslocalizadas. Por último, las tendencias de desintermediación derivadas de la digitalización, pueden afectar negativamente a actividades específicas en los países receptores –el comercio al menudeo y la distribución, por ejemplo–; pero al mismo tiempo, se están creando nuevas modalidades de distribución que alientan la demanda de nuevos servicios de valor añadido.
REPERCUSIONES ESTRATÉGICAS PARA LA PROMOCIÓN DE LAS INVERSIONES
La aparición de nuevos actores en la escena de la producción internacional y la naturaleza evolutiva de las operaciones internacionales de las empresas multinacionales tienen repercusiones estratégicas para los responsables de formular las políticas de inversión. En la economía digital, las ventajas competitivas convencionales –como el costo de la mano de obra– tienden a perder peso en las decisiones de inversión de las empresas multinacionales, al tiempo que crecen en importancia otros factores, como la destreza de los recursos humanos y el costo y la disponibilidad de energía.
Las inversiones en el sector digital también tienen repercusiones para las políticas e instituciones de promoción y facilitación de la inversión. Por ejemplo, los organismos de promoción de las inversiones suelen ser evaluados por su impacto directo en la inversión física: los activos productivos creados y los empleos generados, lo cual resulta menos evidente en el caso de la inversión en el sector digital. Además, la digitalización tiene implicaciones para las regulaciones que rigen el comportamiento de los inversores. Puede que las normas de inversión diseñadas para la economía física tengan que ser revisadas a la luz de los nuevos modelos de negocio digitales. Lo mismo se aplica a las regulaciones sectoriales. Frecuentemente, las industrias tradicionales más afectadas por la digitalización —como el comercio al menudeo, los medios de comunicación y los servicios financieros— son también las que mantienen más restricciones a la inversión.
Las empresas multinacionales digitales están diluyendo las fronteras entre las distintas industrias y perturbando actividades muy reguladas (por ejemplo, el transporte). Puede que algunas regulaciones de la era analógica se vuelvan obsoletas (como las restricciones al comercio minorista que corren el peligro de ser anuladas por el comercio electrónico) o ralenticen inadvertidamente la adopción digital (como las regulaciones sectoriales que en la práctica bloquean a los nuevos operadores digitales), en tanto que otro tipo de regulaciones deberán adaptarse a la era digital para lograr sus objetivos públicos.
Fuente: UNCTAD, basada en Financial Times Ltd., fDi Markets (fdimarkets.com)
ACELERAR LA ADOPCIÓN DIGITAL EN LA ECONOMÍA EN GENERAL
Es altamente probable que el principal potencial de desarrollo de la nueva dinámica mundial radique en la digitalización de las empresas en los sectores no digitales. El uso de internet por parte de las empresas de los países en desarrollo es muy inferior al de las de los países desarrollados. La promoción de la inversión en las TIC en todas las empresas, así como de los vínculos empresariales y la participación en las cadenas de valor mundiales, deberá colocarse entre las prioridades de las políticas de desarrollo digital.
La adopción digital por parte de las empresas requiere inversiones en el acceso a internet, en dispositivos y en computadoras, así como en la capacitación necesaria. Una serie de factores afectarán a las decisiones de inversión en esta esfera. En primer lugar, el entorno normativo de los servicios digitales es pertinente para las empresas de todos los sectores, ya que todas ellas se ven afectadas por las regulaciones sobre, por ejemplo, la protección de datos y la privacidad. En segundo lugar, los aranceles y los impuestos sobre los dispositivos, y los impuestos sobre el uso de internet, influyen en los costos efectivos de la adopción de las TIC. Facilitar el acceso a los servicios en la nube puede reducir dichos costos. También es importante el desarrollo de destrezas, potencialmente en alianza con las empresas multinacionales digitales globales y sus programas encaminados a este fin.
MANTENER UN EQUILIBRIO ENTRE EL INTERÉS PÚBLICO Y EL DE LOS INVERSIONISTAS
Al tiempo que promueven la inversión en el desarrollo digital, los gobernantes deben tomar en consideración los intereses públicos. Para ello deben aprobar regulaciones que estén al día en cuestiones como la seguridad de los datos, la privacidad, la protección de la propiedad intelectual, la protección del consumidor y la salvaguardia de los valores culturales. Si la transformación digital provoca trastornos en otros sectores o genera impactos sociales o económicos negativos, los órganos decisorios tienen que establecer políticas para mitigar estos efectos. En general, los gobiernos deben encontrar un equilibrio para tener en cuenta tanto los intereses públicos como los de las inversiones privadas.
HACIA UN MARCO DE POLÍTICAS DE INVERSIÓN PARA LA ECONOMÍA DIGITAL
Dado el importante papel de la inversión –incluida la internacional– en el desarrollo de la economía digital y el impacto transformador de la economía digital global, es importante que los gobiernos adopten un enfoque estructurado y más proactivo en las decisiones de inversión en la estrategia de desarrollo digital. Todo marco integral de políticas de inversión en esta materia debería asegurar que el desarrollo digital se integre en las políticas de inversión, y que las políticas de inversión se integren a su vez en las estrategias de desarrollo digital.