Mabe y la conquista de América
Hace más de 70 años, a partir de un taller de gabinetes para lámparas fluorescentes, Mabe comenzó su historia de innovación, desarrollo de productos? y de talento, así como de alianzas estratégicamente pensadas para trascender fronteras. Hoy, con operaciones comerciales en América, Europa, Asia y países árabes, Mabe se concentra en la investigación y el diseño, así como en un ambicioso proyecto para incorporarse de lleno a la cuarta revolución industrial, donde la digitalización y la conectividad son decisivas. Luis Berrondo nos cuenta la historia de éxito de esta emblemática industria mexicana.
Por: Guillermo Máynez Gil / Retrato: Ignacio Galar

Mabe es marca internacionalmente reconocida. ¿Cómo inicia su historia?


Mabe comenzó como un taller para hacer gabinetes para lámparas fluorescentes, a mediados de la década de los cuarenta del siglo pasado. De ahí, buscando hacer una línea de productos que no fuera por contrato, porque así eran los gabinetes, Mabe empezó a hacer muebles de cocina que, en aquella época, eran unidades independientes hechas de lámina pintada, un proceso de producción similar al de los gabinetes para lámparas. A principios de los cincuenta, se tomó la decisión de hacer estufas de gas. Entiendo que la primera producción fue en 1953. Mi madre contaba la anécdota sobre el día en que mi padre llegó temprano a casa y le pidió que lo ayudara a desarmar la estufa: había tomado la decisión de fabricarlas.

En esa época era muy importante la sustitución de importaciones y, por muchos años, las estufas fueron nuestro principal producto, las fabricábamos en una planta ubicada en las inmediaciones del aeropuerto de la Ciudad de México, en la colonia Moctezuma. A mediados de los sesenta se empezaron a hacer refrigeradores en esa misma planta y en 1978 inauguramos nuevas instalaciones en Querétaro para fabricar refrigeradores de una sola puerta y fortalecer nuestra presencia en el mercado. Nuestras primeras exportaciones datan de mediados de los sesenta, con el envío a Centroamérica y Venezuela, principalmente.

 

LUIS BERRONDO ÁVALOS

 

 

¿Cuál es la siguiente etapa en la historia de la empresa?

Al inicio de los ochenta ocurrió la crisis de la deuda externa, la más compleja del país desde mi perspectiva. Yo entré a trabajar a Mabe en 1982 con el reto de sortear los desafíos de la apertura comercial: buscar una mayor proyección internacional sí, pero también a afianzar nuestra participación en un mercado nacional más competido por la llegada de productos importados. Se decidió buscar un socio tecnológico. Se habló con tres compañías y vino la oportunidad con General Electric (GE). Ellos nos dijeron que querían hacer en México estufas de gas para el mercado estadounidense. Eso fue en una reunión en enero de 1986. En esa época las estufas en México eran un producto sencillo, mientras que las de Estados Unidos era más complejas, tenían más requerimientos. Eso nos llevó a asociarnos e iniciar un nuevo camino en 1987. Es decir, nos adelantamos al TLCAN. Pusimos una planta en San Luis Potosí, que ahora produce estufas, de gas y eléctricas, para todo el continente. La planta original tenía una capacidad instalada de un millón unidades anuales, y este año producirá 3.5 millones.

¿Cómo evoluciona su participación en el mercado tras la alianza estratégica con General Electric?


Ellos hicieron un estudio en el que encontraron que, para fabricar productos electrodomésticos para el mercado norteamericano, México era el país más adecuado por los costos de la mano de obra y del transporte. Después ayudó el TLCAN y hoy México es un país muy importante en fabricación de electrodomésticos, no sólo para el mercado mexicano. Aquí están los principales competidores, tanto Whirlpool, como las tres coreanas LG, Samsung y Daewoo, además de Electrolux, jugadores de relieve mundial.

Mabe produce para Estados Unidos estufas eléctricas y de gas en San Luis Potosí; refrigeradores dúplex y con congelador abajo en Celaya. En la planta de Saltillo, producimos una línea completa de secadoras de ropa, centros de lavado que se venden en todo el continente y lavadoras automáticas para México y otros mercados.

Su expansión en América Latina ha sido muy exitosa. Lo han hecho en su mayoría mediante la asociación o adquisición de empresas locales. ¿Qué ventajas destacaría de esta estrategia?

Después de la asociación con ge iniciamos, primero en México, un proceso de expansión con la adquisición de IEM electrodomésticos y el negocio de lavadoras del Grupo Industrial Saltillo, entre 1988 y 1990, y luego empezamos nuestra expansión a otros países. Buscamos llegar a los diferentes mercados con el respaldo de una marca conocida localmente, con este propósito fuimos asociándonos o comprando empresas, según fuera el caso. Poco a poco fuimos llegando a diferentes acuerdos y, en el proceso, terminamos comprando la participación de los diferentes socios. Hoy en día somos dueños del 100% de todas las compañías. Fuimos paso a paso en nuestra expansión por el continente. En todos los países mantenemos la operación comercial completa: bodegas, entrega a las tiendas, fuerza de ventas y servicio posventa; en tanto que la fabricación la ubicamos en aquellos países donde nos resultan más convenientes para surtir a otros mercados. En América Latina, actualmente, tenemos plantas de producto terminado en Argentina, Ecuador, Colombia, y las de México. Vamos dividiendo: la manufactura se hace donde convenga, y la distribución en donde estemos.

Ayúdenos a dimensionar el tamaño actual de Mabe: ¿cuáles son sus principales líneas de negocio?, ¿en cuántos países tienen operaciones?


La principal línea de negocios son los electrodomésticos, aunque no manufacturamos todos; algunos los traemos de China, como hornos de microondas o aires acondicionados, que se producen con nuestra marca y aquí los complementamos.

Tenemos operaciones comerciales en Canadá, Estados Unidos, Centroamérica, el litoral del Pacífico en Sudamérica y Argentina. Estuvimos en Brasil, pero es un mercado muy complejo y decidimos salirnos. Vendemos Mabe y marcas de terceros, en Europa y países árabes, el Caribe y en países como Bolivia o Uruguay, donde no tenemos operaciones, pero enviamos producto a distribuidores.

¿Qué propósitos impulsaron a Mabe a crear el Centro de Tecnología y Proyectos en Querétaro?


Decidimos, a principios de los noventa, establecerlo en Querétaro, que hoy es un centro de tecnología. Fuimos de los pioneros en tener un centro de tecnología, en el que se diseñan todos nuestros productos de acuerdo a las especificaciones de cada mercado.

Es un valor muy importante para nosotros. El diseño y la manufactura tienen que ir de la mano, no es cuestión de pedir unos planos y fabricar el producto, sino que hay que diseñarlo, en todo el proceso, con las normas de los países. Tenemos cerca de 500 personas en el Centro.

La revolución digital está en marcha, ¿cómo impacta sus líneas de negocio? ¿Cuáles considera los principales desafíos para la empresa en este contexto?


Tenemos un programa que iniciamos hace dos años, con todo un grupo dedicado al tema de la digitalización, con miras a integrar toda la cadena productiva, desde el proveedor hasta el consumidor, incluyendo posventa, y lo mismo en el caso de la conectividad. Es toda una revolución. Información en tiempo real de las plantas, para identificar si una máquina va a presentar algún problema y corregirlo oportunamente. Lo mismo ocurre en los productos terminados, donde la conectividad nos permitirá anticiparnos y ofrecer mantenimiento preventivo al cliente.

Todo este proceso está desarrollándose, incluyendo la conectividad para coordinar a los proveedores. Es un proyecto que nos va a tomar unos tres años más, para integrar todo. Tenemos un grupo interno y asesores externos.

A partir de su experiencia, ¿qué factores explican los buenos resultados obtenidos por Mabe en su asociación con General Electric?


A que hemos respondido de una forma muy efectiva a las exigencias del mercado estadounidense y a nuestra capacidad de desarrollar nuevos y mejores productos. Como tenemos centros de producción de alto volumen y bajo costo, eso también da mucha competitividad, aunado a las ventajas de la cercanía. Todo eso es clave, y tenemos una serie de proveedores que nosotros hemos desarrollado, además de que hemos integrado ciertos componentes importantes. Por ejemplo, para las tarjetas inteligentes, nosotros hacemos el diseño y la manufactura. Esa combinación de factores nos hace más competitivos y da soluciones a los clientes.

El desarrollo de proveedores locales y el incremento de valor agregado nacional a las exportaciones son dos de los grandes desafíos de México. ¿Qué acciones desarrolla Mabe en esta materia? ¿Tiene programas específicos para el desarrollo de proveedores nacionales?

Desarrollo de proveedores lo tenemos desde siempre. Disponemos de todo un proceso de identificación para buscar proveedores nacionales porque eso da mayor eficiencia. Hemos ido reduciendo nuestra compra de componentes, por ejemplo de China, por el costo de logística. Siempre que podemos tener un proveedor que cumpla en calidad y costo, preferimos que esté cerca de nosotros. Hemos realizado eventos para buscar opciones desde hace años.

¿Qué hay del reclutamiento y desarrollo del personal? ¿Hay algún perfil específico de personal que tengan dificultad para conseguir?


Los empezamos a identificar desde las universidades, para que hagan prácticas en nuestras fábricas. Siempre hemos dado mucha importancia a la búsqueda de talento y contamos con programas de seguimiento a las personas que destacan, como el de identificación de talento temprano, gente de entre 25 a 35 años que empieza a destacar y a la que le ponemos tutores. Actualmente son cerca de 150 personas, y eso nos ha ayudado mucho en la conformación de nuestro equipo de trabajo. Todos los puestos ejecutivos altos de Mabe son gente que lleva 20 o más años en la empresa. Tenemos muy poca rotación a ese nivel.

Compártanos los planes más relevantes de Mabe para el futuro inmediato. ¿Qué expectativas tiene respecto a su evolución en los próximos años?


Nuestras principales metas están en el continente americano, ver cómo podemos aumentar más nuestra participación. Se ha vuelto un mercado de unos cuantos competidores y pretendemos crecer con base en el producto y la marca, e incorporando las mejores prácticas.

En el caso de los electrodomésticos, aunque realizan la misma función, son diferentes en cada región del mundo. En Asia, por ejemplo, no están familiarizados con las estufas, ahí acostumbran más las parrillas; los europeos, en tanto, han ido más al formato de horno separado. Latinoamérica es más homogénea, pero Estados Unidos y Canadá son muy específicos. Europa es muy distinto, hasta en las dimensiones de los productos.