En América Latina (AL), desde hace mucho tiempo existen impulsos de integración con el fin de aprovechar el vasto potencial del continente para sumar nuestros mercados, promover un mercado más libre, inversiones, desarrollos y transferencias de tecnología.
Se crearon organismos como la ALADI ?Asociación Latinoamericana de Integración? con el apoyo de la Comisión Económica para AL. Es un antecedente que menciono pues, como funcionario público que fui en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, me tocó participar en muchas reuniones con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas y sus visiones comerciales concretas de impulso en la región.
Cuando el modelo de industrialización y desarrollo regional ?sector agropecuario, energético y minero? entró en crisis en los años 70 y 80, no solo en los llamados países en desarrollo sino en AL, África y varios países de Asia, se habló de las famosas “décadas perdidas de América Latina”, por la caída de los precios de las materias primas y el aumento de la deuda exterior. En nuestro continente se entró a una etapa ?llamada del Consenso de Washington? que propugnó el libre comercio de manera amplia a través de la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Fue la gran promesa de que exportando y abriéndose a las importaciones se tendría un crecimiento acelerado.
En el caso de México y la mayoría de los países latinoamericanos, las décadas posteriores a 1990 fueron de bajo crecimiento, con expansión de inversiones extranjeras y sectores que, si bien aumentaron en exportaciones ?automotriz, industria maquiladora de exportación en general?, vivieron un estancamiento relativo. A veces se olvida que sí, exportamos cada vez más pero también importamos cada vez más. Y estos productos que fabricamos o ensamblamos con bajo valor agregado, generan empleos de niveles decrecientes por el ínfimo costo de la mano de obra mexicana. Lo claro es que en Asia, el famoso modelo de export-led growth se da gracias a políticas integrales que apoyan el desarrollo de las empresas nacionales frente a la competencia internacional, la cual resulta importante pero a veces ruinosa.
En el caso de AL, de manera generalizada no va a ser sino hasta la primera década de este milenio cuando cambian las cosas: un contexto financiero más favorable, aumento de la demanda de EU y Europa pero, sobre todo, una serie de países emergentes como China, India y Brasil ?líder sudamericano? que demandan grandes cantidades de materias primas y comenzarán a comprar de África y también de AL.
De 2000 a 2008, AL vive un crecimiento de sus exportaciones con el mundo, estimulados por China. Eso no solo muestra la emergencia en la producción, la tecnología y el comercio mundial chinos sino que refleja algo importante: el cambio de flujos de conexión mucho más sobre el Pacífico que sobre el tradicional Atlántico. México no participa de esta situación en tanto que Chile y Perú ya tenían una presencia activa en foros de cooperación con zonas del Pacífico. No solo el comercio y la exportación de esos dos países sino también de Colombia, Ecuador, Brasil y Argentina se beneficiaron en la primera década de este siglo de esa demanda asiática. Y a pesar de que todo ahora se ha ralentizado ?como dicen los españoles? no hay duda de que esta potencia es el primer socio comercial de Brasil, en tanto que para Chile y Perú, China ya está por encima de Estados Unidos (EU), su anterior socio tradicional.
En México seguimos más ligados a EU. Nuestras exportaciones e importaciones hacia el vecino son abrumadoras y, aunque se ha buscado la diversificación con la Unión Europea y Japón, nuestro comercio y relaciones de inversión no se han modificado de manera radical. Sigue siendo una asignatura pendiente la diversificación hacia el Pacífico. No olvido que somos frontera con el mayor mercado del mundo y allí está nuestro enorme flujo actual y las posibilidades en el corto plazo, pero en la práctica hemos hecho poco hacia el Oriente. Esta administración tiene intentos no muy exitosos hacia China y habrá que darle tiempo.
En 2011 se le planteó a México la invitación del entonces presidente Alan García (Perú), para que también Chile, Colombia y Panamá aprovecharan la oportunidad de integrarse, ya que el comercio que tenemos no es mayor de 5% de nuestro comercio total. En el bloque somos más de 200 millones de habitantes, que representamos 55% de las exportaciones latinoamericanas y 40% del PIB del continente. Si sumamos esta producción y comercio, podríamos ser la novena potencia mundial.
Después de la Declaración de Lima en abril de 2012, la constitución formal de la A del P fue el 6 de junio de 2012, en Atacama, Chile. Se ha mantenido la intención de integrar a Panamá pero hasta ahora solo ha sido observador; se habla de la posibilidad de sumar a Costa Rica y hay solicitudes de otros países que se adecúen a las condiciones de cualquier postulante: situarse sobre el Océano Pacífico y que en el país haya vigencia del Estado de derecho, democracia, orden institucional y voluntad de libre mercado.
La primera novedad de la Alianza ha sido la eliminación de visas (noviembre de 2012) para impulsar la libre circulación de empresarios, estudiantes y turistas entre los cuatro países.
Durante un tiempo hubo restricciones impuestas por México a causa del narcotráfico pero ahora hay libre flujo de personas entre los miembros del bloque.
Otro aspecto fundamental ha sido la integración de mercados financieros, como el MILA (Mercado Integrado Latinoamericano), en materia de bolsas de valores y la creación de un Fondo de Cooperación de un millón de dólares, para incursionar en otros mercados que operen tanto al interior como al exterior. En esa perspectiva se establecen los principios de las embajadas comunes. Los cuatro países compartimos una presencia muy limitada en el Pacífico y en el continente africano. Se dice que no hay actividades de negocios suficientes, que políticamente es deseable pero tenemos escasas embajadas y seguimos mirándonos el ombligo. México, hasta el periodo final de Vicente Fox, tuvo apenas cinco embajadas en África, frente a las 30 de Cuba, 34 de Brasil y 18 de Venezuela.
Ahora ya se abrió entre Colombia, México, Chile y Perú una oficina en Ghana. Qué bien que lo estamos haciendo allí porque la manera de abrir negocios y el apetito comercial es por medio de la vía mixta. En este y en todos los casos, lo relevante será integrar no solo el comercio sino los mercados financieros, la bolsa de valores, promover proyectos productivos y fortalecer la infraestructura física entre los países, aspecto que no logra cuajar todavía. Tenemos sueños guajiros y buenas intenciones pero si no contamos con adecuadas instalaciones de carreteras, puertos marítimos y aeropuertos, los propósitos quedarán allí.
En estos momentos de la economía global, cuando todo hace entrever que AL tendrá tasas de crecimiento de 3.5%, o menos, la asignatura pendiente es darle mayor valor agregado a nuestras exportaciones y aumentar el comercio entre el bloque. Convertirnos en plataforma para exportar y, por qué no, invertir en el exterior. Esto implica darle el mayor valor agregado al tradicional sector decommodities: México en energía; Perú y Chile en minerales; Colombia en otras materias primas.
Otro terreno para avanzar es medio ambiente y desarrollo sustentable, incluyente y común. Al estar en la región del Pacífico, compartimos un hábitat y problemas similares, por lo que debemos llegar a una política ambiental conjunta. Incluyente es palabra clave, pues tenemos un potencial y una deuda social insoslayable. Subrayo que necesitamos políticas integradas a nivel educativo y social. A pesar de sus crisis, si algo ha hecho fuerte a la Unión Europea es su política social. Esto no sucedió en nuestra integración con EU y Canadá, donde somos los débiles del conjunto. En el caso de la A del P tenemos una posibilidad.
Pero quizá lo más importante es en materia de educación, ciencia y tecnología. Más allá del libre comercio, darle importancia al intercambio de personas que permita a estudiantes, académicos y empresarios fluir libremente. Que haya cátedras, intercambio de conocimiento, validación de títulos universitarios, creación de centros de excelencia para el desarrollo tecnológico. Y, fundamental, planear servicios de salud enfocados en las necesidades básicas que compartimos en la región: formar médicos, investigadores, institutos; impulsar farmacéuticas que satisfagan necesidades no solo universales, sino las regionales que compartimos y no están siendo atendidas. Siempre se dice que las crisis son nicho de oportunidad. Y será así solo si logramos ver cómo dinamizar nuestras economías y contrarrestar la situación internacional y nacional adversa con un poco más de imaginación de parte del Pacífico.