La economía global y el comercio internacional han registrado cambios muy profundos en las últimas décadas. En particular, destacan dos: (1) la plena inserción de China y sus más de mil 374 millones de habitantes en la economía global, y (2) los efectos de la gran crisis financiera de 2008-2009, cuyos estragos aún se resienten. Estos fenómenos han modificado de manera significativa los patrones de comercio y los flujos de capital a nivel global. Por un lado, el modelo de rápido crecimiento chino basado en exportaciones propició un uso intensivo y alzas de precios en una amplia gama de materias primas, lo que a su vez dio lugar a importantes ganancias en los términos de intercambio en múltiples economías emergentes concentradas en la exportación de dichos productos. Este no fue el caso de México, donde la apertura comercial iniciada desde finales de los ochenta y consolidada con el Tratado de Libre Comercio en Norteamérica propició un viraje en la vocación de nuestras exportaciones: del petróleo y los productos primarios hacia las manufacturas. Por otro lado, las políticas fiscales y monetarias expansivas adoptadas en las principales economías desarrolladas, en respuesta a la gran crisis financiera, propiciaron un marcado incremento en los flujos de capital hacia las economías emergentes en la incesante búsqueda de destinos con rendimientos más atractivos.
A pesar de los múltiples esfuerzos realizados por las economías desarrolladas por vigorizar su crecimiento económico y las políticas adoptadas para sustituir las fuentes de crecimiento económico en China (que pasaron de las exportaciones a la inversión y ahora pretenden transitar al consumo), la economía global se mantiene inmersa en un periodo de transición y ajuste. En particular, persisten marcadas diferencias en cuanto a la recuperación en las principales economías desarrolladas. Por un lado, la Reserva Federal ha iniciado el ciclo de aumentos en las tasas de interés, al tiempo que el Banco Central Europeo evalúa intensificar sus estímulos monetarios y la postura monetaria en Japón ha iniciado una etapa de tasas de interés negativas. Estas diferencias han propiciado importantes ajustes en los tipos de cambio de las monedas de dichas regiones. A este entorno de volatilidad cambiaria se agregan la incertidumbre sobre la desaceleración de la economía china y el término del prolongado ciclo de precios elevados en las materias primas. Estas últimas resienten la incertidumbre generada por el incremento en la oferta petrolera y la consecuente caída de sus precios a niveles no registrados hace más de 10 años. Si bien los menores precios del crudo solían impulsar la demanda agregada de las principales economías desarrolladas por su efecto sobre el consumo, actualmente reflejan la debilidad de la actividad económica global, y se ha resentido el efecto de los precios bajos en la rentabilidad de múltiples proyectos de inversión y la solvencia de diversas empresas del sector energético.
El complejo entorno antes descrito ha ocasionado un aumento en la aversión al riesgo y una importante corrección en los tipos de cambio y en las condiciones de acceso al financiamiento de las economías emergentes y de algunas economías desarrolladas concentradas en la producción de materias primas.
En los últimos meses las expectativas de crecimiento a nivel global se han visto afectadas, especialmente en las economías emergentes altamente dependientes de la exportación de materias primas. Al respecto, México destaca por tener un comportamiento diferente. En particular, hay tres factores que han contribuido a diferenciar a la economía mexicana de otras economías emergentes:
1. Las cuentas externas en México no dependen de las materias primas; nuestra economía se ha consolidado como exportadora de manufacturas. Mientras que en 1985 más del 65% de nuestras exportaciones eran petroleras, en 2015 estas representaron 6.2%, al tiempo que la participación de las exportaciones manufactureras alcanzó el 89.3%;
2. Por más de 20 años se ha estado arraigando la estabilidad macroeconómica y la fortaleza del sistema financiero, y
3. Se ha puesto en marcha un conjunto de reformas estructurales que promueven la productividad y la competencia en sectores que proveen insumos esenciales para la producción de diversos bienes y servicios.
Por ello —y considerando el complejo entorno internacional al que están sujetas diversas economías emergentes, especialmente las dependientes de materias primas y ligadas a la economía china—, es conveniente reiterar las diferencias de la economía mexicana y su consolidación como la economía emergente de Norteamérica.
Al respecto, si bien actualmente la economía estadounidense ofrece mejores perspectivas que el resto de las economías y regiones de gran tamaño, este horizonte no está exento de retos. En particular, se prevé un entorno más débil para la actividad manufacturera como consecuencia de un dólar que se ha apreciado considerablemente contra casi todas las monedas. Ello implica un reto importante para México. En particular, tenemos dos efectos que operan en dirección contraria, y es difícil anticipar cuál de ellos va a dominar: por un lado, la desaceleración de la economía manufacturera en Estados Unidos reduce la demanda de nuestros productos, pero por otro, la importante depreciación del tipo de cambio real puede propiciar una eventual tendencia a radicar en México una mayor parte del proceso productivo ligado a la exportación. En el corto plazo, es previsible que domine el efecto de una menor demanda de los productos mexicanos que están integrados al proceso productivo estadounidense, pero se tendrá la oportunidad de integrar en mayor medida el valor agregado nacional en las cadenas globales de valor, con lo cual en un horizonte de mayor plazo el efecto podría ser positivo.
El complejo entorno externo antes descrito supone importantes retos y oportunidades para la economía mexicana y, en particular, para Bancomext, institución que busca profundizar y acelerar la actividad exportadora, la atracción de inversión extranjera y la integración económica en Norteamérica, así como explorar nuevos mercados para nuestros productos. Concretamente, se ha identificado la necesidad de trabajar alrededor de las siguientes líneas de acción estratégicas:
1. Financiamiento a proyectos de inversión en su fase inicial. Bancomext buscará apoyar decididamente los proyectos de inversión (Capex, por sus siglas en inglés), con la posibilidad de asumir el riesgo de construcción y del propio proyecto con financiamiento de mediano y largo plazos en moneda nacional y extranjera, en condiciones que permitan calzar adecuadamente los flujos del proyecto con sus obligaciones financieras. Este rol es de especial importancia si se considera que hay diversos sectores en los que la banca comercial no participa en las etapas iniciales de los proyectos, en las cuales predominan los riesgos de construcción y de estabilización de flujos. Con la participación activa de Bancomext en las etapas iniciales de los proyectos de inversión productiva se pretende cerrar la brecha de financiamiento en sectores clave (automotriz, energético, naves industriales, maquilador, logístico, transporte, telecomunicaciones, turismo, minería y agroindustrial), y promover la participación de otros agentes en el financiamiento de los proyectos en su etapa madura (bancos comerciales, inversionistas institucionales, Fibras, etcétera).
2. Mayor integración nacional en las cadenas globales de valor. Para aprovechar cabalmente las ventajas del comercio internacional, Bancomext proveerá a las empresas nacionales, especialmente las medianas y pequeñas, el soporte técnico y el financiamiento necesarios para que se integren en mayor grado a las cadenas globales de valor (CGV) de la actividad exportadora (el valor agregado de las exportaciones manufactureras que participan en las CGV fue de 42.9% en 2014). Este es uno de los ejes fundamentales para incrementar la productividad de nuestra economía.
3. Promover la inversión de capital y las exportaciones en nuevos mercados a través de productos especializados de comercio exterior. Bancomext diseñará productos financieros que permitan a los exportadores ampliar sus mercados y a los importadores de bienes de capital aprovechar los servicios que ofrecen las agencias internacionales de promoción del comercio exterior. Asimismo, se buscará:
• Aprovechar las garantías y seguros de las agencias internacionales de promoción de la exportación e importación para mejorar las condiciones de acceso al financiamiento;
• Evaluar y redefinir los productos financieros especializados, y
• Promover nuevos mercados de exportación (por ejemplo, Medio Oriente).
4. Utilizar la plataforma de crédito empresarial y de fomento a través del segundo piso para promover nuevos productos. Ya se tienen perfilados programas que facilitarán el acceso al financiamiento para ampliar la capacidad productiva de las empresas en diversos sectores.
5. Vincular de manera efectiva las alternativas y proyectos de inversión con diversos inversionistas a nivel mundial. Se trata de desarrollar un banco de datos de proyectos (en sus diferentes etapas: diseño, construcción y maduros) y de contactos con diversos tipos de inversionistas a nivel mundial que permita desarrollar un vínculo estrecho entre la oferta de recursos financieros y las oportunidades de inversión.
6. Utilizar toda la información disponible para mejorar la inteligencia de mercado y el perfilamiento de productos. Es necesario utilizar toda la información disponible para perfilar adecuadamente los productos financieros con los que Bancomext puede acompañar el crecimiento de la capacidad productiva de las empresas exportadoras y generadoras de divisas.
México está obligado a redoblar sus esfuerzos para seguir aprovechando las oportunidades de desarrollo asociadas a la consolidación de Norteamérica como una de las regiones más competitivas del mundo. En particular, esta región destaca por:
1. Los bajos costos de energía;
2. Ser una de las regiones más integradas del mundo, en términos de mercados, actividad empresarial y recursos humanos;
3. Ser un mercado de gran escala;
4. Contar con un alto grado de complementariedad en los procesos productivos, y
5. Tener perspectivas favorables de crecimiento económico, tanto de corto como de mediano y largo plazos.
No obstante, en este esfuerzo México enfrenta importantes retos y oportunidades. En particular, la reciente caída en los precios internacionales de las materias primas detonará un proceso de mayor competencia por atraer inversión y mayor actividad manufacturera a nivel global. Diversas economías emergentes, e incluso algunas desarrolladas (como Australia y Canadá), que en los últimos años concentraron su actividad de comercio exterior en la producción de materias primas ligadas al crecimiento económico en China, buscarán modificar y diversificar su vocación exportadora hacia las manufacturas y los servicios.
Por ello, debemos redoblar esfuerzos a fin de que nuestra economía conserve y amplíe su capacidad para atraer inversión en sectores con vocación exportadora. Adicionalmente, debemos expandir la gama de productos de exportación y ampliar la presencia de nuestros productos en otros mercados. En este proceso se deben aprovechar cabalmente las reformas estructurales aprobadas en los últimos años, las cuales permiten un mejor uso de la mano de obra, del capital y de las tecnologías disponibles, elementos clave para incrementar la productividad y el crecimiento de nuestra economía. Al combinarse la política de apertura comercial con la puesta en marcha de dichas reformas estructurales, México se posiciona como uno de los países con mejores perspectivas para atraer inversión y generar empleos.
Al respecto, Bancomext está llamado a jugar un papel fundamental y cumplir con su objetivo prioritario: proveer financiamiento en sus diferentes modalidades, apoyando decididamente la ampliación de la capacidad productiva de las empresas exportadoras y generadoras de divisas, a fin de promover actividades que incrementen la productividad de la economía, el crecimiento y la generación de empleos.