El buen desempeño macroeconómico de América Latina entre 2004 y 2011 (solo interrumpido en 2009 por los efectos de la crisis sistémica global) generó expectativas sobre el inicio de un posible sendero de crecimiento sostenido. Sin embargo, debido a una combinación de circunstancias externas e internas, en años recientes la situación se deterioró severamente (especialmente en Sudamérica), alejando de nuevo la esperanza de salvar las trampas del ingreso medio o bajo en el que se encuentran sumidos los países de la región.
Si bien las causas de esta situación son diversas, queremos anotar tres que consideramos centrales, y que en gran medida están relacionadas:
1. La región ha tenido un desempeño pobre en materia de crecimiento de la productividad total de factores, alejándose de la frontera global en las últimas décadas.1
2. El patrón de especialización productiva y exportadora no sufrió cambios relevantes en dicho periodo.2 México y América Central han tenido un buen desempeño en materia de exportaciones manufactureras, pero su integración en las cadenas de valor respectivas continúa centrada fundamentalmente en la etapa de ensamblaje o maquila, en la cual cuentan con ventajas derivadas de costos laborales reducidos e incentivos fiscales o aduaneros, pero donde se generan limitados derrames o encadenamientos. En tanto, el patrón exportador de América del Sur se ha concentrado aún más en recursos naturales, de base agropecuaria o minero-hidrocarburífera, que son procesados en el exterior.
3. Los niveles de inversión en investigación y desarrollo (I+D) siguen siendo bajos y la participación privada en dicha inversión es minoritaria, al contrario de lo que ocurre en las naciones avanzadas.3
En este contexto no muy positivo, una tendencia promisoria es la observada en el área de exportaciones de servicios, y en particular en los llamados “servicios basados en conocimiento” (SBC). Tal como se observa en el Cuadro, entre 2005-2009 y 2010-2014 se registraron tanto significativos aumentos de las exportaciones de SBC en valores absolutos, como ganancias de participación en los mercados globales (de 2.2% a 2.7%), concentradas en América del Sur (América Central4 mantuvo su peso relativo). Esto sugiere que la región fue capaz de aprovechar las oportunidades abiertas en uno de los segmentos más dinámicos de la economía internacional.
En efecto, los SBC se han constituido en uno de los principales focos de generación de innovaciones y ganancias de productividad, así como de demanda de personal calificado en las economías modernas.5 Asimismo, hoy en día los SBC son fácilmente exportables gracias al despliegue de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), las cuales han reducido el costo de generar, transmitir y almacenar información, así como los costos y tiempos requeridos para coordinar actividades a distancia.6 Esas mismas TIC han permitido que ciertos servicios que antes requerían el contacto físico directo entre prestador y usuario ahora puedan ser provistos de manera remota. Así, entre 2000 y 2013, según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), las exportaciones mundiales de software y servicios informáticos se multiplicaron por seis y las de servicios empresariales por casi cuatro, contra un aumento de 2.5 veces en el caso del turismo, por ejemplo, y de menos de tres en el total de bienes. Más aún, no solo son relevantes las exportaciones directas de los SBC, sino también las que están incorporadas en forma de valor agregado en otros bienes y servicios diversos (OECD, 2015).
En este escenario, los SBC pueden ser un canal no solo para generar empleos y divisas, sino también para diversificar las estructuras productivas y exportadoras de los países de la región. El debate académico reciente ha enfatizado la vinculación entre diversificación productiva/exportadora y crecimiento.7 Si antes se suponía que era la industria el camino hacia esa diversificación, hoy está claro que los SBC también pueden jugar ese rol. Asimismo, tal como muestran Di Meglio et ál.,8 los SBC contribuyen al aumento de la productividad de la economía vía encadenamientos intersectoriales y por su condición de generadores, usuarios y difusores de conocimiento. En este sentido, el rol de los sectores de SBC puede ser especialmente relevante en países que cuentan con mercados internos de suficiente tamaño como para favorecer no solo los procesos de aprendizaje empresarial en dichos sectores, sino también la generación de derrames y eslabonamientos en línea con los argumentos del citado trabajo.
En otros trabajos hemos discutido con más detalle el posicionamiento competitivo de América Latina en los sectores de SBC, tanto con base en análisis de indicadores de comercio, como a través de la revisión de diversos informes, encuestas y estudios académicos (más nuestro propio trabajo de campo).9 Aquí queremos marcar, a la luz de la discusión previa, cinco cuestiones que consideramos importantes de cara a la agenda de investigación y políticas públicas para los sectores de SBC en América Latina:
1. Medidas en términos per cápita, las exportaciones de SBC de la región todavía están por detrás de las que se observan, por ejemplo, en las economías en transición y del Este europeo, las cuales son tres veces superiores. Esto sugiere que hay todavía un potencial a explotar, y ello requiere fundamentalmente incrementar el capital humano disponible en América Latina.
2. Especialmente para las naciones que ya están insertas en las cadenas de valor de SBC, el desafío también implica discernir cuáles son las tareas en dichas cadenas donde hay oportunidades de especialización viables, que no se basen puramente en la competencia vía bajos costos laborales, y que puedan generar no solo divisas, sino también derrames de productividad hacia otras actividades. Se trata entonces de estimular los procesos de upgrading (escalamiento) en las tareas que realizan las firmas dentro de aquellas cadenas.
3. En esta línea, el stock de capital natural que poseen muchos países de la región brinda una base para potenciar la generación de clusters de proveedores de SBC asociados a cadenas de recursos naturales, a semejanza de experiencias tales como las de Australia, Canadá o Noruega.
4. Mayores interconexiones entre los SBC y el resto de las actividades transables (vía eslabonamientos productivos, desarrollos tecnológicos conjuntos, movilidad de personal, etcétera) seguramente ayudarán a promover ganancias de productividad en estas últimas, y por esa vía también podrían contribuir a los objetivos de transformación productiva en las economías de la región.
5. Como es bien conocido, una tendencia que está asomando fuertemente en el escenario productivo global es la automatización de tareas, la cual también se está verificando en los sectores de SBC. Esto puede tener consecuencias negativas sobre las oportunidades de tercerización abiertas para las firmas de América Latina, ya que sus ventajas en materia de costos laborales dejarían de ser relevantes en un escenario en donde muchas tareas pueden comenzar a ser desarrolladas de manera automatizada o bien provistas en forma de servicios estandarizados desde la nube.10
Claramente, de aquí se deriva que las políticas y estrategias de promoción de estos sectores deben ir más allá de incentivos fiscales, tanto por el requerimiento de abarcar otras áreas clave (v. gr. capital humano, desarrollo emprendedor, estímulo a la innovación, etcétera), como por la necesidad de potenciar mayores vínculos entre los sectores de SBC y el resto de las actividades productivas en las economías de la región. Diseñar e implementar estas estrategias requiere de un diálogo público-privado que vaya más allá del horizonte de corto plazo y limitado a los propios sectores de SBC, para incorporar consideraciones más amplias y de largo plazo en torno del rol y la futura evolución de estos sectores en el contexto de los desafíos de desarrollo que enfrenta la región.
Andrés López es integrante del Instituto Interdisciplinario de Economía Política en la Universidad de Buenos Aires. Daniela Ramos forma parte del Centro de Investigaciones para la Transformación (Cenit).